La lucha por el aborto se despierta en Argentina ¿y en el resto de América Latina?
- A pocos meses de presentarse un proyecto para liberar de toda pena la interrupción voluntaria del embarazo, diversos colectivos y movimientos femeninos salen a las calles para exigir su aprobación ¿Cuánto avanzaron los demás países de la región en reales políticas reproductivas para la mujer del pueblo? El Perú también es uno de los que resiste su aprobación y donde la ultraderecha campea como quiere.
Roxana Loarte/El Furgón – Belén y K.L. tienen mucho en común. Una nació en Argentina y la otra en Perú; dos países latinoamericanos donde la iglesia y el conservadurismo de derecha han echado fuertes raíces sobre las políticas reproductivas de sus estados. Ambas son jóvenes y a sus edades afrontaron los prejuicios y lapidaciones de una sociedad que las condenó por abortar o pretender hacerlo.
Corría el mes de marzo cuando Belén y su madre acudieron al hospital por un fuerte dolor abdominal que aquejaba a la joven tucumana. Horas más tarde, Belén se desangraba a causa de un aborto espontáneo, sin conocer que estaba embarazada. Desde ese momento, casi tres años de su vida transcurrieron en una prisión. El personal médico del hospital denunció a Belén por supuestamente abortar a su bebé en el baño del nosocomio. A causa de esto, la sentenciaron a ocho años por los delitos de homicidio doblemente agravado y alevosía. En el 2017 fue absuelta por falta de pruebas y puesta en libertad. Ahora, ella vive en Buenos Aires, mientras olvida sus días más grises en Tucumán.
En un hospital de Perú, en el 2001, Noelia Llantoy o conocida con las siglas K.L., recibía la noticia de su vida. Contaba con apenas diecisiete años y catorce semanas de gestación. Esto no es novedoso en el Perú; un país donde la tasa de maternidad adolescente no baja del 13 %. Lo anormal de su embarazo radicaba en el diagnóstico que concluyeron los médicos: el feto poseía anencefalia. Es decir, el cerebro del bebé no estaba completamente formado y su muerte al nacer o a los pocos días era inminente. Entonces, K.L. decidió abortar, pero los médicos se lo impidieron. El aborto terapéutico en Perú está legalizado desde 1924, sin embargo, algunos médicos se oponen a su aplicación, porque no existe un protocolo en los hospitales de salud pública.
K.L. afrontó un embarazo riesgoso para su salud física y mental; y recibió un trato cruel e inhumano, porque la obligaron a amamantar a su bebé antes de verlo morir. El Estado peruano fue denunciado ante tribunales internacionales, y luego de varios años, en el 2005, el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas falló a favor de K.L. La sentencia afirmaba que ese hecho significaba una violación del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y exhortó al Estado de establecer un protocolo médico para el aborto terapéutico.
Brasil, Paraguay, Venezuela y Chile prohíben el aborto. En Colombia, Perú, Ecuador y Argentina solo se aplica con algunas excepciones. Las mujeres no tienen el derecho a decidir ser madres o no, sobre todo las más pobres.
Las historias de Belén y K.L. se repiten en varios países de América del Sur y otros de Latinoamérica. Ocurren en diferentes latitudes y circunstancias, pero la realidad de fondo es la misma. Brasil, Paraguay, Venezuela y Chile prohíben el aborto. En Colombia, Perú, Ecuador y Argentina solo se aplica con algunas excepciones. Las mujeres no tienen el derecho a decidir ser madres o no, sobre todo las más pobres. A pesar que los abortos suceden en estos países a toda hora del día en el circuito de la clandestinidad y privacidad. Uruguay es el único país sudamericano que logró aprobar el aborto legal y seguro con la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo en el 2012. Bolivia sigue sus pasos, pero todavía con algunas restricciones. A finales de 2017 amplió los supuestos para despenalizarlo. Ahora, el aborto no solo es posible, en casos de violación sexual o cuando la salud de la madre está en riesgo, también se aplica si es estudiante o tiene bajo su cargo a niños, adultos mayores o discapacitados. ¿Se podría decir que estas medidas trajeron consecuencias negativas para las mujeres del pueblo? No; es más, Uruguay ha reducido su tasa de mortalidad materna, según un estudio publicado en la revista médica International Journal of Gynecology and Obstetrics en el 2016. Sin embargo, estas políticas de Estado necesitan acompañarse de una educación sexual y reproductiva, y el acceso a la anticoncepción de manera universal y gratuita.
En Argentina, la lucha por la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo ha retomado su camino, desde que se inició a fines de los ochenta, en medio de un contexto de crisis e inflación en el país. Hasta mayo, la comisión encargada elaborará un proyecto para debatirlo en la Cámara de diputados. Entre avances y retrocesos, el debate no solo está generando que el movimiento femenino se articule y siembre solidaridad en todo el movimiento social; también está sacando a la luz las opiniones más reaccionarias de la derecha argentina, hoy encabezada por el macrismo y su ministro de Salud, Lemus. Similar panorama tiene el Perú con leyes que persiguen el aborto; un ultraconservadurismo que se resiste a dar mayores avances en derechos reproductivos, principalmente para las más pobres; la intervención de la iglesia y los aparatos de comunicación del Estado que deslegitiman la lucha de las mujeres del pueblo, reforzando las ideas semifeudales o discriminatorias hacia la mujer en la sociedad peruana.
Las políticas de Estado necesitan acompañarse de una educación sexual y reproductiva, y el acceso a la anticoncepción de manera universal y gratuita.
Esta conquista para el pueblo de Argentina no solo es importante para las mujeres más pobres del país, también lo es para la lucha latinoamericana del movimiento femenino. La demanda por el derecho al aborto libre, legal y gratuito en los hospitales públicos, es parte de la bandera marxista: por el derecho de la mujer a decidir tener hijos o no. Se enmarca en los avances por los derechos reproductivos y sexuales que las mujeres del pueblo necesitan para continuar el camino hacia la emancipación como parte de la emancipación del pueblo. Como afirmaba Lenin a inicios del siglo XX, en tanto combatamos al capitalismo, nada nos impide exigir la abolición absoluta de las leyes que castigan el aborto o la difusión de medicinas de anticoncepción. La historia es un devenir de contradicciones y las mujeres en los pueblos del mundo pierden y ganan derechos, entre tanto el capitalismo no hace más que oprimirlas doblemente hasta su último aliento. Así, el pueblo de Argentina tiene un gran reto y oportunidad de arrancar esta demanda postergada y darle a la mujer mejores condiciones de vida para continuar su lucha.
Foto de portada: https://litci.org/es
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