Boxeo: ¿Cuánto vale un cinturón de campeón?
En 2017, Floyd Mayweather Jr. venció a Conor McGregor en el “Combate del Dinero” (un papelón de pelea). Según Mauricio Sulaimán, el presidente del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), Mayweather ganó un cinturón que vale más de un millón de dólares, hecho de oro y de 4,000 diamantes, esmeraldas, y zafiros. Por lo general, los cinturones no valen tanto dinero y su valor se calcula de otras formas.
En todos los deportes hay un montón de trofeos perdidos. En 1981, por ejemplo, el jugador de fútbol norteamericano Jerry Kramer perdió el anillo de campeón que recién había ganado cuando triunfaron los Green Bay Packers en el primer “Superbowl”. En 2006, reapareció el anillo. Pero Kramer ya tuvo un segundo anillo, ganado cuando Green Bay triunfó también en 1982. Feliz de haber encontrado el primero, Kramer lo vendió y obsequió los 135,000 dólares ganados a una sociedad de beneficencia para atletas jubilados.
Muchas veces, la narrativa del encuentro revela detalles del deporte mismo y de la vida del atleta. El cuento de Kramer es muy típico de historias parecidas en el deporte profesional europeo y norteamericano: Trofeo perdido. Trofeo encontrado años después. Y un final feliz sin gran emoción. Pero en el boxeo, muchas veces las historias de la pérdida y del reencuentro revelan aspectos difíciles de las vidas marginales y a veces trágicas de los boxeadores jubilados. A diferencia de la historia del anillo de Kramer, el valor de los cinturones ganados y perdidos definen a lo largo la vida del boxeador.
La cultura material del cinturón
En el boxeo como en otros deportes, un campeón gana un trofeo. Pero en contraste, en los deportes de equipo como el béisbol profesional o el fútbol norteamericano, el trofeo del ganador es para el equipo. Mientras tanto, el atleta recibe un anillo, como en el caso de Jerry Kramer, u otro símbolo de la victoria. Y muchas veces, lo tiene meses después del triunfo. En el boxeo, el trofeo mismo -el cinturón diseñado y hecho para un combate específico- es para el ganador. Y se lo entrega en el momento de la victoria. El cinturón queda con un valor único y a veces irremplazable, manchado en los minutos después de la pelea con la sangre y el sudor del ganador.
Contrariamente a otros deportes, en el lenguaje de boxeo, el cinturón termina representando al atleta mismo. En el fútbol o el hockey sobre hielo se puede perder el título. Pero no se pierde el artefacto de la victoria original -una copa o un trofeo ganado– tras una derrota. El anillo de Jerry Kramer se perdió físicamente. Pero no se podía “perderlo” ante un nuevo retador. Fue suyo. Por el contrario, un campeón de boxeo “pierde” su cinturón cuando sufre una derrota en el ring. El fajón vuelve a representar al boxeador mismo en su victoria y en su derrota.
En noviembre de 2020, Mariana “La Barby” Juárez “perdió” su cinturón de campeón ante Yulihan Luna. En septiembre de 2021, Tyson Fury se burló de Anthony Joshua por haber “perdido sus cinturones mundiales” (en el ring). Mientras tanto, en febrero de 2021, Brian Castaño “recuperó” el suyo tras una victoria sobre el brasileño Patrick Texeira. En septiembre de 2021, el norteamericano Andy Ruiz anunció: “Quiero recuperar mis cinturones.” Y en noviembre de 2021, el hondureño Teófilo López “se despidió de los cinturones de peso ligero” tras caer a George Kambosos.
Lo que significa un cinturón de boxeo se relaciona también con pérdidas dramáticas e históricas en las cuales el cinturón termina representando una metáfora de la vida del boxeador, pero -a su vez- una encarnación concreta del momento de la pérdida y de la victoria original. En 1992, el CMB amenazó a Riddick Bowe con quitarle su cinturón de campeón. Bowe respondió tirándolo a la basura. De su retador Lennox Lewis, Bowe anunció: “Si quiere el cinturón, tendría que sacarlo de la basura.” En 2018, Ronnie Clark vendió su fajón de campeón europeo superpluma para comprar regalos de navidad para su hijo. En 2021, hablando de su nueva vida fuera del boxeo y de las tragedias a las cuales le llevó el deporte, Mike Tyson comentó sobre sus cinturones: “Son basura. Yo puedo confirmar que di mi sangre para una basura.”
Dos casos argentinos de cinturones perdidos
Hace poco, Horacio Accavallo (hijo) anunció en WhatsApp que el cinturón de campeón mundial que ganó su padre en 1966 se había perdido. Pidió que la gente le ayude a recuperar el fajón. Sospecha que podría haber desaparecido hace años cuando Accavallo (padre) lo prestó para una exhibición en el Luna Park. Accavallo (h) es dueño de “El Campeón”, una línea de ropa y de equipamiento de boxeo localizado en la avenida Caseros (Buenos Aires) donde queda también el Museo Horacio Accavallo dedicado a su padre. Una vez encontrado, según el hijo, el fajón quedará en el museo con los demás artefactos históricos de la vida profesional del campeón.
Accavallo (p) no figura en esta historia del fajón perdido no solamente porque sufre ahora, a sus 87 años, de Alzheimer. Nunca se preocupó por el fajón porque el boxeo no le definió su vida. A diferencia de la mayoría de los boxeadores profesionales, cuando dejó el ring, se reinventó como un empresario exitoso. Buscar un fajón perdido no tenía sentido para un comerciante próspero. El boxeo le importó, por supuesto, pero como elemento de su pasado. De hecho, hace veinte años, cuando un joven historiador se acercó de Accavallo (p) para entrevistarlo sobre su carrera boxística, el legendario boxeador le aconsejó dejar de perder su tiempo en la Facultad: “Hay que entrar en un negocio, pibe.” Por otro lado, si la búsqueda de Horacio Accavallo (h) tiene un elemento emocional que nunca existió en su padre, está ligado al mundo empresarial exitoso que él también sigue. Una vez encontrado, el cetro se quedará en el Museo Accavallo, una parte del negocio “El Campeón”.
La pérdida del cinturón del campeón mundial Sergio Víctor Palma cuenta otra historia de la vida de un boxeador. En algún momento, Palma lo perdió. No sabía cuando. Pero suponía que había desaparecido junto a una cantidad de trofeos, medallas y reconocimientos de docenas de municipalidades y clubes deportivos, cuando dejó la casa de alguna de sus parejas. A pesar de que intentó disimularlo, el fajón ausente le preocupó y emocionó. A diferencia de Accavallo (p), Palma veía su vida como una serie de fracasos personales y profesionales. El fajón perdido, ligado para Palma a sus fracasos familiares, representó una metáfora de su larga caída después del boxeo.
Un día, caminando por la Galería Obelisco Norte, debajo de la Avenida 9 de Julio en Buenos Aires (antes de su remodelación en 2013-14), Palma encontró su fajón. Mejor dicho, el dueño de un pequeño negocio de antigüedades reconoció el campeón, salió corriendo de su local, y prometió a Palma devolver su cinturón al día siguiente. El comerciante había comprado el fajón de otro anticuario y quedó feliz con entregarlo a su dueño original. Una vez más, para Palma, el cinturón sirvió como una alegoría de su vida. A sus cincuenta años, el boxeador se vio a sí mismo sacudido por fuerzas (algunas de ellas divinas) sobre las cuales él no tuvo control. La reaparición del fajón le pareció a Palma un buen augurio. Pero a la vez le dio impresión, por la manera caprichosa por la cual esa representación de su apogeo en la vida pudo aparecer así no más en los túneles de la 9 de Julio.
El cinturón trascendente
A veces, el cinturón trasciende lo deportivo pero nunca llega a superar la vida del boxeador campeón. En 2012, el gobierno colombiano estuvo a punto de entrar en negociaciones de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (las FARC). El boxeador Miguel “Happy” Lora sorprendió al presidente colombiano Juan Manuel Santos con un obsequio, un gesto de admiración por la obra del primer mandatario en la búsqueda de la paz después de medio siglo de guerra civil. Le regaló su cinturón de campeón mundial. Frente a los medios, Santos quedó conmovido. Aceptó el cinturón pero solamente de manera simbólica. Devolvió el fajón a Lora diciendo: “El detalle me llega al corazón, pero no me puedo quedar con él, es algo muy suyo que se ganó con gran esfuerzo.” Santos insistió en que solo lo debe portar quien lo obtuvo. Lora se quedó con su fajón.
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Portada: Foto de https://wbcboxing.com/