Massera, socio honorario de Boca ¿Hasta cuándo?
Por Julián Scher/El Furgón –
En el renglón 53 de la segunda columna de la página 8 de la Memoria y Balance General de Boca Juniors de 1972 asoma un apellido: Massera.
El 16 de junio de ese año, en una Asamblea General Extraordinaria convocada por la comisión directiva, la Asamblea de Representantes resolvió nombrar socio honorario a Emilio Eduardo Massera. Secretario del Estado Mayor General Naval en ese entonces, fue distinguido junto a 49 personas vinculadas a la política nacional y a las Fuerzas Armadas en el contexto de la construcción de la Ciudad Deportiva. Si bien no está claro cuál fue la contribución específica del genocida y hombre fuerte de la Armada Argentina en la Junta Militar que dio inicio el 24 de marzo de 1976 a la última dictadura, la Memoria y Balance General que abarca el período comprendido entre el 1 de octubre de 1971 y el 30 de septiembre de 1972 expone las razones esgrimidas por el club para justificar la medida: “Expresar la gratitud de la Institución a las autoridades nacionales y municipales, funcionarios de diversas reparticiones y particulares que intervinieron favorablemente en la promulgación de importantes pronunciamientos administrativos inherentes a las obras del Gran Estadio de la Ciudad Deportiva, con invalorables beneficios para Boca Juniors”.
Presidida por Aurelio Maggiani, la Asamblea General Extraordinaria reunió a 141 representantes de la masa societaria. Fue el socio 10.991, de apellido Núñez, el que hizo pública la moción para distinguir a quienes en teoría habían colaborado con el proyecto impulsado por Alberto José Armando, máxima autoridad xeneize durante más de dos décadas -de 1954 a 1955 y de 1960 a 1980- y el dirigente cuyo nombre lleva la Bombonera en la actualidad. En 1964, bajo el gobierno radical de Arturo Illia, el Congreso Nacional sancionó la Ley 16.575 y Boca recibió 40 hectáreas junto al Río de la Plata para edificar una nueva cancha y un complejo deportivo. Armando, a quien el periodista Dante Panzeri acusaba de querer hacer del club una fuerte sociedad anónima, se dio el lujo de ser protagonista el 24 de mayo de 1972 de un acto en la Ciudad Deportiva al que, según las crónicas de la época, asistieron 15.000 personas.
“El primer pilote del futuro estadio de Boca”, tituló el diario La Nación. “Primer paso de un gran sueño”, fue la frase que encabezó la nota de Clarín. El invitado estrella fue el teniente general Alejandro Agustín Lanusse, de fluida relación con Armando, tercer presidente de la autodenominada Revolución Argentina y al frente del país desde el 22 de marzo de 1971. “Se dice que Boca es la mitad más uno, de manera que aquí estoy con la mayoría”, dijo delante del micrófono el jefe de Estado al que el club le otorgó el cargo de presidente honorario en la misma jornada en la que Massera, el también represor general Alcides López Aufranc y el general Omar Actis –presidente del Ente Autárquico Mundial 78 hasta su asesinato en agosto de 1976- fueron condecorados como socios honorarios.
“La categoría de socios honorarios importa una distinción que sólo puede acordar la Asamblea de Representantes, a propuesta de la Comisión Directiva, o a solicitud de trescientos (300) asociados con derecho a voto, a favor de personas, que, perteneciendo o no al Club, le hayan prestado señalados servicios”, afirma el séptimo artículo del estatuto de Boca. Lejos de ser un recurso utilizado sólo en 1972, otros hombres de peso en la política nacional se alzaron con la mención bastante antes. Los presidentes Agustín Pedro Justo y Roberto Ortiz, en los treinta, y Juan Domingo Perón, en los cuarenta, la recibieron como símbolo de que el lazo entre la Casa Rosada y el fútbol no comenzó ni por casualidad con la Ciudad Deportiva. Justo y Ortiz también fueron agasajos por River; y Perón, por citar sólo un ejemplo, por Racing. Mauricio Macri, titular xeneize entre 1995 y 2008, fue sumado a la lista a poco de haber comenzado su mandato a nivel nacional a finales de 2015.
Ciudad Deportiva – El Documental
La revista Así es Boca, dirigida por Mario Ruzza, era el único medio partidario que aparecía con regularidad en 1972. La edición del 21 de junio, la primera después de la Asamblea General Extraordinaria, estuvo dedicada básicamente al empate 2 a 2 entre Boca y River por la vigésima fecha del Torneo Metropolitano. Hugo Curioni y Osvaldo Potente convirtieron para los de azul y amarillo y Joaquín Martínez y Néstor Scotta, para los de Núñez. En la página siguiente al comentario del partido, asomaron como apostillas las opiniones sobre el Superclásico de Roberto Amalric, director general de la cárcel de Villa Devoto, y de Rubens San Sebastián, ministro de Trabajo y socio honorario desde el 16 de junio. Sin embargo, nada se cuenta sobre el acto de los nombramientos. En el número anterior, en la calle desde el 14 de junio, sí está pormenorizado el reconocimiento que el Departamento de Cultura y el Departamento de Pesca y Tiro le hicieron a la Armada Argentina. Lo que no consta en la revista es si Massera participó del agasajo. En cambio, sí es una certeza que Massera murió el 8 de noviembre de 2010, a los 85 años, condenado por tres homicidios agravados por alevosía, 69 privaciones ilegítimas de la libertad calificada por violencia, 12 tormentos reiterados, siete robos y múltiples secuestros de niñas y de niños nacidos en cautiverio, todos delitos de lesa humanidad de los que nunca manifestó haberse arrepentido.
“Yo estuve presente en el acto que se realizó el 24 de mayo de 1972. Durante ese tiempo, me tocó ocuparme de muchos temas ligados a la Ciudad Deportiva. Tuve reuniones en el Congreso Nacional porque no fue fácil que a Boca le permitieran seguir con aquel proyecto. De la Asamblea General Extraordinaria no me acuerdo nada porque pasaron muchos años, aunque doy por descontado que participé”, cuenta Cándido Jorge Vidales, secretario general de aquella asamblea y presidente interino en 1984. Vidales tampoco recuerda que, entre tanto nombre condecorado, hay uno que integra la lista de los 30.000 desaparecidos: el periodista Edgardo Sajón. Sajón era secretario de Prensa y Difusión de la Presidencia de la Nación y fue secuestrado en la mañana del 1 de abril de 1977 mientras se dirigía a su empleo en el diario La Opinión. Aun sin ser socios honorarios, son muchas y muchos las socias, los socios y les hinchas de Boca a quienes desapareció la más brutal de las dictaduras argentinas. De vuelta en 1972, Arturo Mor Roig, ministro del Interior; Guillermo Belgrano Rawson, subsecretario del Ministerio del Interior; y el artista plástico Benito Quinquela Martín fueron designados ciudadanos honorarios de la Ciudad Deportiva Boca Juniors. Además, Francisco Manrique, ministro de Bienestar Social e impulsor del Prode; Saturnino Montero Ruiz, intendente de la Ciudad de Buenos Aires; Ernesto Lanusse, ministro de Agricultura y Ganadería y primo del presidente; y Pastor Oscar Magdalena, subsecretario de la comunidad del Ministerio de Bienestar Social; fueron otros de los que disfrutaron de exhibir la condición de socios honorarios. Magdalena, además de ser dirigente de Boca en los ochenta y candidato a presidente del club en 1983, fue secretario de Información Pública de la última dictadura.
Hasta donde se conoce, en un escenario en el que dar marcha atrás con la distinción una vez que tomó estado público no forma parte de la tradición de los clubes, Boca no adoptó ninguna medida para quitarle el galardón al represor honrado en 1972. El denominador común expuesto para que esa omisión persistiera parece surgir de que aquel reconocimiento quedó en el olvido -apenas como referencia en una vieja memoria institucional- y de que, por lo tanto, las autoridades de la entidad luego de la dictadura desconocían el dato.
Federico Polak, interventor del club entre 1984 y 1985, asegura que, mientras estuvo en el cargo, pese a su afiliación a la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), nada sucedió al respecto. Lo mismo afirman Carlos Heller, vicepresidente xeneize entre 1985 y 1995 y diputado nacional entre 2009 y 2017, y Roberto Digón, vicepresidente tercero del club en la segunda mitad de los noventa y diputado nacional entre 1993 y 1997. Ni ellos ni los otros dirigentes consultados para esta nota manifestaron estar enterados de la existencia de la distinción. A partir del retorno de la democracia a la Argentina, algunas instituciones sí se desligaron de algunas figuras –no de todas- vinculadas a los tiempos genocidas.
El 24 de abril de 1997, a partir de una serie de determinaciones institucionales propulsadas a raíz de una carta del dirigente socialista Alfredo Bravo, River dio de baja como socios honorarios a Jorge Rafael Videla, a Massera y a Orlando Ramón Agosti. En el arranque de 1999, Argentinos Juniors expulsó como socio activo a Carlos Guillermo Suárez Mason, ex jefe del Primer Cuerpo del Ejército, y, en 2011, Colón hizo lo propio con Roberto Viola, presidente del país en 1981.
Miembros de las sucesivas comisiones directivas de Boca a partir del final de 1983 argumentan no haber sabido qué decisión tomó el club semanas después de que Armando y Lanusse se abrazaron en la Ciudad Deportiva. Que el listado de socios honorarios no integre los padrones actuales avala la tesis del desconocimiento. En la hipótesis de que Massera nunca haya sido dado de baja como socio honorario de Boca, una pregunta queda dando vueltas: ¿hasta cuándo lo será?