Luca Andrea: “El compromiso es contar una historia que refleje mi sensibilidad y la de mi entorno”
Por Luca Andrea/El Furgón
Pogo para mí fue un giro de trescientos sesenta grados. Desde los dieciséis años que escribo poesía, antes tal vez un poco más introspectiva y personal, ahora un poco más cotidiana y representativa de algunos sectores de la sociedad. Si bien Pogo está muy cargado de vivencias que experimenté en primera persona, intenta hablar de dolencias, amores, conflictos que tenemos todes.
Me acuerdo perfecto cuando se acercaron de la editorial a proponerme publicar, justo después de haber leído en el Hotel Bauen presentando una lectura de Juan Solá y Maru Leone. Ese día me sentí muy cómodo con el público y me fui con una gran noticia.

En cambio a los días entre en una especie de crisis. Uno escribe mucha poesía y la va recolectando en el celular, en la computadora, en un cuaderno… pero cuando va a publicar un libro siente la necesidad de ordenar un poco todo esa pelota poética y darle algún criterio o sentido que llegue de manera más ordenada a quien lee.
“Hay entre la ira y el descanso, un hueco tibio para esta nombrada ternura. Es desde aquí que Luca dice los ardores que lo acompañan. El poema es la caricia que une el apósito a la piel. El instante exacto en que se destroza la curvatura del ciclo de lo violento y lo que antes fue una bala, ahora es un verso. Y lo que antes fue agonía, ahora es un beso. Un beso bien dado, un chape furioso en Plaza Miserere, porque son los besos más atrevidos los que curan los palazos.
Sé que el decir poético es una constante que atraviesa los labios de lo cotidiano, pero al mismo tiempo me gusta pensar que la poesía deliberada, la que se piensa y luego se grita, es algo a lo que hay que verdaderamente atreverse. De otro modo, jamás encontraremos sosiego entre los decires rabiosos del mundo. No habrá esperanza para quien no se detenga a contemplar una flor, pero tampoco perdón para quien no pueda leer el poema en la boca rota del guacho del tren que suplica pastillas para lamerse las heridas.
Si hay hay una herida, hay un poema”. Por Juan Solá editor de la colección Poesía Sudversiva.
Fue en ese momento que me contacté con Samantha San Romé, una amiga poeta y comunicóloga -super talentosa-. Entré a su departamento con mil dilemas y salí con una respuesta. Pogo trataría sobre temas socio-políticos pero, fundamentalmente, se apoyaría en el amor. Entre esos mates que tomamos me di cuenta lo mucho que había escrito sobre el amor. Me pareció irónico porque siempre decía que no podía escribir acerca de esos temas. Que ingenuo, todes podemos escribir sobre amor porque lo hemos vivido de alguna u otra manera. Con la familia, con amigues, con compañeres. Así surgió Pogo, mi compromiso de contar una historia que refleje mi sensibilidad y la de mi entorno. El libro abarca adicciones, miedos, conquistas, peleas, sueños, decepciones. Añadí nueve haikus que acompañan al lector porque siento que tienen esa magia de contarlo todo en tan pocas sílabas.

Hay dos cosas que me ponen muy contento del producto final. Una, es que hay mucha gente que quiero en la elaboración. Juan en el prólogo, que me guió en todo este mundo literario; mi hermana –Brenda Azul– que supo abrir mi ojo poético cuando parecía estar durmiendo una larga siesta; Flor Bertolini en la foto de la solapa, una gran amiga que conozco gracias al feminismo; y Jule Buján, una gran ilustradora que conocí en el colegio secundario y que apenas me propusieron publicar supe que sería ella quien se encargaría de esa parte. Y menos mal, porque no se cómo hizo para meterse en mi poesía tan de lleno e ilustrar exactamente lo que me pasó en el pecho en cada etapa relatada. Y la otra cosa, pero nunca menos importante, es que le dedico el libro a Mell Tuffner, una amiga víctima de femicidio en el año 2015. Me hubiese encantado que esté el catorce en la presentación.

Con Pogo busco contar situaciones pero invito también a la reflexión. Esa que yo pasé y aun continúa: Acerca de qué es realmente el amor, de cómo nos lastiman los estereotipos, de todo el camino que falta para que reine la igualdad entre nosotres. Y en el medio, contarles un poco quién soy. Hay un poema, “basta para mí, basta para todes” que en las lecturas siempre invito a la gente a terminarlo con ese mismo texto. Es increíble ver a más de cuarenta personas gritando eso después de haberse movilizado en el transcurso del poema. Eso para mí es lo más valioso.
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Poema en Plaza Alsina
esa sensación
que me atraviesa la carne
que me corta el aliento
cuando siento
que perdí a alguien
veo todas las imágenes
del pasado
son diapositivas
que me ponen y me sacan
de la cámara fotográfica
recuerdos
de tardes bonitas
y noches calientes
se desprende
una partecita
de nosotros
divaga
por las calles
aparece
en las ventanas
iluminadas por el sol
y alguien más
se detiene pensando
que solo es
la resaca del polvo
pero en realidad
es eso que fuimos
o que seremos siempre
o que
no fuimos nunca
¿qué tanto
nos han dañado
que nunca nos alcanza
con nosotros mismos?
no perdí a nadie
porque algo que se pierde
es algo
que en algún momento
se tuvo
¿cómo sería tenerte?
si estaba claro
cuando fumábamos
que eras tan volátil
como el humo
tan verde
como las plantas del balcón
tan seguro
que un poco te envidiaba
ayudame a entender
que fuimos un poema de un libro
que leyó un viejito
en Plaza Alsina
y que aunque nunca volvería a leerlo
siempre
tendría la certeza
de que en algún momento
existió.
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Conseguilo en Librería Sudestada (Tucumán 1533, CABA) WhatsApp 11-2514-4426.
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Foto de Portada: Facebook de Luca Andrea.