Los niños necesitan ser alojados, no arrojados
La cárcel de Devoto es una de las más viejas de nuestro país. Fue inaugurada en 1927 en terrenos donados por la familia Villasic. Si caminás y recorrés los pasillos, recovecos y el interior del penal continúa la misma arquitectura de aquellos años y percibís dolor, terror y angustia.
Más allá de las presiones para que la cárcel sea trasladada, existe un amparo que lo impide. Este establecimiento funcionó como centro clandestino de detención y torturas entre 1976 y 1983, en el marco del terrorismo de Estado en Argentina. Fue uno de los penales utilizados para alojar en forma ilegal a miles de presos políticos, siendo sometidos a torturas que,en muchos casos, fueron asesinados o desaparecidos. Por allí pasaron mil doscientos presos, luego “blanqueados” por dictadura. En un pabellón específico recluyeron a una treintena de mujeres y a nueve de sus hijos. Era un régimen carcelario de extrema severidad, sistematización de tortura y malos tratos, alimentación insuficiente y falta total de atención médica. En 2014 fue señalizada como sitio de memoria por lo cual hoy no puede ser demolido más allá de los intentos del Gobierno de la Ciudad.
Según la abogada Claudia Cesaroni, de avanzar el proceso de venta se perderían valiosas pruebas que aún resta obtener del predio de la cárcel, así como la realización de distintas excavaciones pendientes y documentación de la época: “Y otro plano importante es la situación de las personas actualmente detenidas allí. Van a ser trasladadas a otras unidades penales, o se construirá otra en un sitio alejado, lo que impactará en el derecho a la vinculación familiar. Con este proyecto, además de un formidable negocio inmobiliario, buscan esconder la realidad carcelaria”.
Por otra parte El 14 de marzo de 1978 se produjo la masacre carcelaria más trágica de la Argentina, llamada “masacre en el pabellón séptimo” en la cual entre 60 y 65 internos perdieron la vida por asfixia, quemaduras o fueron baleados; y 85 resultaron heridos debido a la combustión generada por la quema de colchones. Claudia Cesaroni ha escrito un libro sobre este episodio. En recuerdo de los 42 años de la Masacre, el sábado 14 de marzo a las 11:00 se realizará un acto en la puerta del Penal, Bermúdez al 2600.
En el penal existe El CUD (Centro Universitario Devoto) que comenzó a funcionar en 1985 cuando un grupo de presos realizó gestiones y protestas para que los dejaran estudiar. Después de una lucha de los internos, el Centro se abrió en 1985 y continúa siendo un espacio de libertad dentro de un contexto de encierro y oscuridad. Es un lugar de crecimiento tanto intelectual como de desarrollo de un entramado subjetivo donde los internos se conocen, se agrupan, proclaman y luchan por sus derechos.
Actualmente los reclusos disponen de diferentes carreras: Derecho, Sociología, Ciencias Económicas, Psicología y Ciencias Exactas, Filosofía y Letras y distintos talleres que les permiten conversar, charlar, reflexionar en conjunto y sobre todo los habilita a crear y mantener un pensamiento crítico. El CUD es cuidado y mantenido por los sujetos que ahí asisten diariamente donde el Servicio Penitenciario Federal no entra salvo cuando realiza una requisa inesperada.
Un gran proyecto que no vio la luz
Volviendo al establecimiento en su totalidad los internos reciben visitas los días martes jueves y fines de semana. Las mismas se realizan en los patios de cada módulo, espacios al aire libre que están destinados para actividades deportivas donde los presos deben bajar sus sillas, mesas, termos, etc. para compartir con las visitas.
Por este motivo desde el Forum Infancias junto con otras agrupaciones hemos pensado en crear el proyecto “Plazas Blandas”, áreas con juegos, libros, juguetes para que los infantes puedan vincularse desde un lugar lúdico cuando van de visita a la prisión donde están encerrados entre cientos de rejas y en patios internos al aire libre tanto en días fríos, de lluvia, de calor, etc. Nuestra intención como colectividad es que estos niños y niñas puedan corretear, jugar, pintar y dibujar y así mantener un vínculo lúdico y subjetivante con sus padres, abuelos, tíos etc. durante las visitas.
Entendemos que esto es esencial para que los adultos que cumplen condena logren mantener un lazo afectivo y amoroso con los niños/as, sobre todo para que estos infantes no se sientan presos (en todo el sentido de la palabra) cuando van de visita.
Este emprendimiento ha comenzado a tener sus frutos ya que hemos entre varios /as voluntarios, miembros del Forum, amigos/as, compañeros/as juntado una enorme cantidad de juguetes, libros y juegos que finalmente, luego de un arduo año de reuniones, el Servicio Penitenciario Federal aceptó ingresar, pero los mismos tienen que ir dirigidos a ciertos internos y bajarlos cuando van sus visitas. Esto implica que el espíritu del Proyecto de tener los juguetes a disposición de todos los niños/as que fueran de visita quedó trunco.
El Servicio Penitenciario Federal alude que no hay un lugar que esté habilitado para que los niños puedan jugar y guardar sus juguetes (me pregunto si un patio al intemperie lo es) y, por otro lado, manifiesta que no tienen personal suficiente para vigilar a los niños/niñas jugando con los adultos. Claro está que la intención no es vigilar sino acompañar la visita con el niño/ña. Entiendo que esto sería un” no”, pero solo por ahora…
Culminaré esta columna con un breve diálogo. Esta es la frase que manifestó el Director del Penal y mi respuesta en una de las reuniones que tuvimos.
El: – Nena (al principio me trataba de señora), por qué insistís con esto acá, llevátelo a Ezeiza que ahí hay un lugar para esto y te lo va a recibir.
Yo: – Señor (siempre lo traté así), justamente no voy allí porque en Ezeiza hay quién lo haga, acá es urgente que alguien se mueva y ocupe de esto.
Me fui muy envalentonada y enojada (si esa es la palabra enojada), llegué a mi casa y me puse a escribir un proyecto que presenté en la de División de Educación del Penal para brindar talleres los fines de semana para los internos que les interese (no solo los del CUD) y no reciban visitas (son 2000 y pico de internos y varios no son visitados), así pueden mantenerse activos y no arrojados, embotados o dormidos en sus pabellones. De más está decir, queridos lectores, que lo primero que me contestaron es que no había presupuesto. Cuando les respondí que no quería dinero, el “retruco” del SPF fue que no tenían personal para poder controlar una actividad más. Fin del diálogo, solo por ahora…
Carla Elena. Psicóloga Social, Diplomada en “Violencia Familiar y Género”. “Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes”. Graduada en “Educación Sexual Integral: Desafíos de la implementación en el ámbito educativo y comunitario”. Miembro de Forum Infancias. Docente.