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Por Luis Brunetto/El Furgón –
“Los que nos acusan a nosotros de querer ir al default, son los que nos llevan al default” decía, desde Chubut, Romina Del Plá, candidata vicepresidencial del FIT- Unidad, 24 horas antes de que el nuevo ministro de Hacienda Hernán Lacunza, declarara el default encubierto bajo el rótulo de “reperfilación” de los pagos. “Técnicamente no es un default, pero Argentina no puede pagar su deuda”, afirmaba Claudio Loser a TN, “Pero me pueden llamar en una semana y decirme: ´Claudio, estabas equivocado´”.
Los anuncios de Lacunza se precipitaron luego de que, desde el entorno del virtual presidente Alberto Fernández, se filtrara el contenido de su reunión con los enviados del FMI. Alberto se desmarcó de ese modo de la apretada del Fondo, que pretendía convencerlo de poner en marcha un plan sucesorio, que pusiera fin al mandato de Macri lo antes posible, nombrando un presidente de transición salido del consenso legislativo. Cerca de Alberto, que quiere llegar al 10 de diciembre, sostienen que filtraron la idea del adelantamiento electoral para esterilizar cualquier intento del Fondo de continuar con su búsqueda de consensos para ese plan.
Alberto consiguió que fuera Macri quien asumiera el costo de declarar la quiebra, que se arrastra por lo menos desde la devaluación de marzo- mayo de 2018
Con la filtración, Alberto consiguió dar vuelta la apretada. La convulsión que se apoderó de los mercados obligó a Macri a ceder a los deseos del candidato opositor, y a dar el paso clave de iniciar el proceso defaulteador. La evidente torpeza del FMI le permitió a Alberto resolver el problema, y obligar a Macri a tomar la decisión que trataba de demorar.
El plan de Alberto es el de llegar a octubre con las cosas lo más ordenadas posibles. Conspira, sin embargo, contra este deseo, la desorganización de un gobierno en retirada, en el que el liderazgo de Mauricio Macri parece agotado, y cuyo discurso está sometido a los vaivenes casi esquizofrénicos producidos por la presión de la crisis económica, por un lado, y las necesidades electorales fogoneadas por una base social cabalmente representada por Elisa Carrió, que no se resigna a la derrota, por el otro. Y, sobre todo, conspira contra esa esperanza del candidato el proceso de reactivación de la protesta social, consecuencia del plebiscitario resultado electoral y del mazazo devaluatorio que pulverizó los ingresos de la población trabajadora.
II
Alberto consiguió que fuera Macri quien asumiera el costo de declarar la quiebra, que se arrastra por lo menos desde la devaluación de marzo-mayo de 2018. El rasgo principal de la debacle no es el inevitable default actual, sino el salto furioso de la tasa de interés a alrededor del 60 por ciento, piso que nunca más pudo ser perforado, y que en cambio fue el punto de apoyo para los niveles actuales que, en las transacciones comerciales e industriales, oscila alrededor del 100 por ciento. No es posible en esas condiciones el funcionamiento de la economía.
En la operación de recompra de la Argentina que se abre con esta nueva quiebra, no sólo pretende participar el capital internacional, sino también, por supuesto, la gran burguesía nacional vinculada al mercado mundial que es, además, uno de los principales acreedores de la Nación Argentina
Los mercados no respondieron con comprensión al sinceramiento. O mejor dicho, comprendieron muy bien el significado de las medidas, y actuaron en consecuencia. El salto del riesgo país a 2500 puntos es el indicador que resume el veredicto del capital financiero. Cuando Standard & Poor´s calificó técnicamente a la deuda argentina en estado de default por 24 horas, no hizo más que cumplir con sus clientes del mundo financiero. Aunque la situación es tremendamente grave, y la bancarrota argentina pueda dar inicio a un nuevo acto de la crisis mundial perpetua que atraviesa el régimen capitalista desde 2009, la calificadora se debe a su público, y no pudo más que desmentir los eufemismos reperfilados del gobierno argentino.
La discusión sobre el control de cambios no está cerrada de todos modos, y sería inminente un DNU estableciendo facultades para que el BC limite los plazos de liquidación de divisas, además de algún tipo de control para las operaciones en moneda extranjera.
Además de los radicales, que a través del risible Cobos ya manifestaron su opinión favorable, serían partidarios del control de cambios los propios Lacunza y Sandleris, como medida elemental para evitar la sangría. Los vínculos entre Sandleris y sus ex compañeros de heterodoxias universitarias, Axel Kicillof y Emanuel Alvarez Agis, se habrían estrechado a medida que el vértigo que produce la escalada de la situación financiera se ha vuelto una sensación común a los tres. Los ex jefes de la economía kirchnerista serían el canal por el que se transmiten las opiniones del jefe del Banco Central al propio Alberto.
Sin embargo, Macri parece dispuesto a evitar el control de cambios a toda costa, aunque ya se haya desmadrado todo. Las versiones señalan que presionó a Sandleris para volver a colocar, como había hecho Sturzenegger el año pasado, una oferta de U$S 5 mil millones el lunes para contener la escalada de la divisa. Según algunas fuentes, Macri habría admitido la limitación de los giros de los bancos extranjeros para compensar los efectos negativos de aquella oferta; según otra, se trataría de una decisión adoptada casi unilateralmente por Sandleris, convencido que los 5 mil millones pueden durar lo que esta fuente describió como “un pedo en el viento”. Los 5 mil millones de Sturzenegger fueron relativamente eficaces, dice, en otro contexto: “Ni en la imaginación delirante de Lilita, que el año pasado aseguró que el dólar no iba a pasar de $ 26, cabe que así se pueda contener el precio. Dólar que pongas, dólar que se vende, al precio que sea”. La discusión sobre el control de cambios no está cerrada de todos modos, y sería inminente un DNU estableciendo facultades para que el BC limite los plazos de liquidación de divisas, además de algún tipo de control para las operaciones en moneda extranjera.
Alberto FernándezIII
En la operación de recompra de la Argentina que se abre con esta nueva quiebra, no sólo pretende participar el capital internacional, sino también, por supuesto, la gran burguesía nacional vinculada al mercado mundial que es, además, uno de los principales acreedores de la Nación Argentina. La recompra del país no sólo consiste en el saqueo de sus riquezas naturales, del agua, el petróleo y el gas, de los recursos mineros, sino también en el del fondo social acumulado por la clase trabajadora en el ANSES, y el de la fuerza de trabajo abaratada por la combinación del golpe devaluatorio y la reforma laboral.
La deuda argentina con el FMI representa menos del 15 por ciento del total. Debilitar pues, la posición negociadora del Fondo, apunta a fortalecer la posibilidad de una interlocución más directa con el capital financiero internacional
El resultado electoral ha colocado como interlocutor de esa renegociación a Alberto Fernández. El capital extranjero se acomodó a esa situación con rapidez. Al gran capital nacional, mucho más comprometido con el apoyo político al macrismo, parece haberle costado unos días más, hasta que el indisimulado desfile empresario para reunirse con el candidato peronista empezó, hace poco más de una semana. La comparencia de Alberto en el ciclo de Clarín, y el reclamo de un acuerdo con Macri para la transición, son síntomas de ese reacomodamiento del gran capital local. La reunión con la Mesa de Enlace, en la que Alberto prometió una relación distinta que la que llevó al choque con el kirchnerismo, basada en una estrecha colaboración permanente, terminó con muestras de mutua satisfacción. Alberto les habría propuesto una baja progresiva de las retenciones, al ritmo de la mejora de la situación fiscal, a cambio de establecer un límite para la liquidación de las divisas.
Los hechos de estos días han mostrado que Alberto no pretende ser un negociador fácil. La torpeza de los tecnócratas del Fondo al insinuarle sus expectativas sucesorias, le permitió atacarlos furiosamente, con el fin de debilitar la posición negociadora del organismo. El FMI, que se encuentra además acéfalo hasta principios de octubre, tiene comprometida con Argentina casi el 60 por ciento de su cartera de créditos. El default argentino, el segundo en el que la institución tiene un protagonismo decisivo, acrecienta su desprestigio, al punto de que comprometería la candidatura de Christine Lagarde para el Banco Central europeo. Alberto sabe eso y lo explota.
Pero la deuda argentina con el FMI representa menos del 15 por ciento del total. Debilitar pues, la posición negociadora del Fondo, apunta a fortalecer la posibilidad de una interlocución más directa con el capital financiero internacional. En cualquier caso, ninguna negociación de la deuda argentina puede excluir las reformas estructurales que el capitalismo argentino exige. Además, la base social en la que se apoya Alberto incluye franjas de la burguesía nacional, amenazadas de muerte por la desvalorización de la economía argentina. Para ellas, las reformas estructurales son un objetivo compartido con el capital extranjero. Sólo se trata de establecer que porción del plusvalor nacional, incrementado por la desvalorización de la fuerza de trabajo, le toca a cada uno. En función de esos objetivos, la ventaja de Alberto sobre Macri, según el Wall Street Journal, es que sus vínculos incluyen “sindicatos, grupos de extrema izquierda (sic) y gobernadores provinciales conservadores” (Wall Street Journal: “Líder de la carrera presidencial en Argentina dice que el país está en virtual default”, 30- 8- 19).
IV
“Es visto como más pragmático que los Kirchner, quienes nacionalizaron compañías extranjeras e impusieron controles de capitales cuando las condiciones económicas se deterioraron hacia el fin de su mandato. El Señor Fernández dijo que se opone a los controles de capitales y a las expropiaciones. Dijo que si gana, buscará atraer inversión extranjera, enfocando sus esfuerzos en continuar desarrollando la formación de Vaca Muerta, hogar de una de los depósitos de shale oil y shale gas más grandes del mundo”, continúa el artículo.
Del lado de Alberto, la construcción de una estructura política propia, diferenciada de La Cámpora y las organizaciones del kirchnerismo, y apoyada en el Grupo Callao, marcharía a todo vapor. El “albertismo” habría dado un paso adelante en su construcción, incluso bautizando con el nombre de “Frente Patria Nuestra” a la protoestructura
Esta descripción de Alberto por parte del diario financiero más importante, desvela a los halcones del Patria, pero su descontento no encontraría eco en las alturas de las alturas, al menos por ahora. Más aun, la llamada a Diosdado Cabello de la que hablábamos hace dos semanas, y que motivó su reprimenda al candidato argentino provocó, según parece, un llamado al orden al telefonista autogestionario, personaje de peso de todos modos. Los halcones se habrían ganado una reprimenda porque, en el curso de las últimas semanas, estaría garantizada una partición en tercios del futuro gabinete: un tercio para Alberto mismo, otro para el kirchnerismo y, finalmente, otro para Massa y los gobernadores. Las quejas de los halcones podrían perjudicar ese acuerdo. De cualquier manera, los inquieta que, en ese reparto, la hegemonía del conservadurismo sería completa.
Del lado de Alberto, la construcción de una estructura política propia, diferenciada de La Cámpora y las organizaciones del kirchnerismo, y apoyada en el Grupo Callao, marcharía a todo vapor. El “albertismo” habría dado un paso adelante en su construcción, incluso bautizando con el nombre de “Frente Patria Nuestra” a la protoestructura. El propósito del proyecto parecería ser de largo aliento, e incluiría la conformación de un andamiaje electoral singular. Habría en Callao una avidez por la captación de cuadros de perfil técnico, jóvenes y profesionales, en detrimento de la experiencia política, cualidad que no sería de las más buscadas.
Del lado de los halcones del Patria, se esperaba alguna palabra clave de Cristina a su retorno de Cuba, en la presentación de Sinceramente. Aunque Alberto no estuvo, ni estuvo Massa, no hubo nada en esa dirección, y si en cambio, filosos dardos hacia Macri, que no contradicen la táctica que el propio Alberto viene desplegando. Los duros del Patria consideran haberse ido de la UNLP con las manos vacías, y con una confirmación de que, al menos por ahora, nadie bendice a quienes pretendan convertir en brusco oleaje, las aguas tranquilas del mar en que se bañan las relaciones políticas de Cristina y Alberto.
V
Los crujidos en cambio parecen provenir de afuera del armado político tradicional en que empieza a encarnar el albertismo. Con las centrales sindicales durmiendo el sueño de los justos, a pesar de la mojada de oreja que representa el aumento escalonado del salario mínimo a menos de 17 mil pesos en octubre, el candidato preelecto puede darse el lujo de llamarse a silencio ante la vergonzosa magnitud del incremento. Pero la maniobra contenedora no parece haber sido exitosa en el movimiento de desocupados, cuyos dirigentes hablan de una situación desesperante. En las barriadas pobres no se come y, como en las vísperas de grandiosos y exitosos choques de clases que décadas atrás conmovieron al mundo, la lucha por el pan frente a un estado de completa desorganización económica y social, parece abrirse paso como el primero de los reclamos del pueblo trabajador.
Frente a un gobierno en retirada y un reagrupamiento del nacionalismo burgués apoyado en un rotundo éxito electoral, la movilización de masas sobrepuja por abrirse su curso independiente.
De ese crujir fueron hijas las movilizaciones de los dos miércoles posteriores a las elecciones, la segunda de las cuales reunió prácticamente a todo el arco de organizaciones de desocupados, incluidas las que bancan a Alberto Fernández. Los medios captaron la caída de un manifestante de la autopista sin reparar, intencionadamente o no, en que la permanencia allí de las organizaciones del Polo Obrero, Barrios de Pie y otras que conforman el sector más duro del movimiento piquetero, representaba una toma de posición política frente a la moderación del triunvirato Cayetano. Aquel sector es partidario de cortar rutas, tomar puentes y acampar donde sea necesario, hasta que se asegure la alimentación de las masas que sufren lisa y llanamente hambre.
Pero el crujir incluye al propio triunvirato, sometido a la presión directa de la gente, que no puede esperar más. Algunas fuentes señalan que Juan Grabois no estaría escuchando al Papa. Otras señalan que el motivo de su disconformidad pasaría por el ninguneo electoral que sufrió, a pesar de haber sido el autor del ya olvidado “Ella le gana”. Otras, dicen que en realidad Grabois reflejaría el descontento del Papa por las declaraciones de Alberto, en el sentido de impulsar el tratamiento del aborto legal. Como sea, en las cercanías del candidato, entendieron la última marcha más como un mensaje a Alberto que al desahuciado Macri. El endurecimiento, por tanto, parece ser un hecho, tanto como el diálogo entre el Polo Obrero y la izquierda del triunvirato, representada por el FOL y otras organizaciones aliadas, que estaría amenazando con descalabrar los equilibrios que se pactaron bajo el macrismo.
Aunque más débil por ahora, pero de importancia estratégica, la movilización de los trabajadores ocupados ha encontrado en el Plenario Sindical Combativo un canal de expresión. Dos parecen ser los problemas a resolver por ese organismo. Por un lado: su articulación con los embriones de coordinación obrera y popular locales, como el Espacio Sindical de Zona Norte, los que se intentan desarrollar en la zona Oeste alrededor del Suteba Matanza o los que ya llevan varios meses de trabajo en zona Sur, nucleados en la Coordinadora de Organizaciones en Lucha. Por el otro, y en combinación con aquella necesidad de articulación, el modo en que se pone en práctica la presión sobre las centrales sindicales para imponer el paro general, u otras resoluciones más profundas, como la organización de un congreso de delegados de base. Sobrevuelan entre los activistas y militantes las lecciones del rodrigazo del ‘75, cuando las marchas obreras a la CGT lograron imponer el paro de 48 hs. que volteó nada menos que a Rodrigo y a López Rega.
VI
Frente a un gobierno en retirada y un reagrupamiento del nacionalismo burgués apoyado en un rotundo éxito electoral, la movilización de masas sobrepuja por abrirse su curso independiente. La apoyatura material de esa propulsión del proceso movilizador se encuentra, sin dudas, en la quiebra de la Argentina capitalista, a una escala inédita. Las lecciones del 2001, cuando la izquierda subestimó las posibilidades del giro nacionalista de la gran burguesía del que surgió el kirchnerismo, se deben tener presentes a cada paso del proceso que se ha abierto.
A la perspectiva rebelde la favorece, en el proceso actual, el hecho de que la iniciativa política, que en el 2001 estuvo anárquicamente en manos de franjas de las masas al estallar la crisis política, ha pasado a manos de un nuevo intento de reedición, más limitado y conservador, del nacionalismo burgués. El proceso movilizador viene corriendo de atrás, por así decirlo, y puede constituirse como relevo eficaz del nacionalismo en la medida en que este va a fracasar a la hora de resolver los problemas de las masas, pero también en la medida en que cobre conciencia cabal de las posibilidades que tiene el nacionalismo de calar nuevamente en ellas. Veremos.
Si aquí en la Argentina, el cerco mediático parece haber logrado con éxito, por ahora, desterrar de las pantallas a las multitudes que ya están marchando por el pan, en los mercados internacionales el default no sólo retrotrae a las imágenes despiadadas de la incobrabilidad de la deuda argentina. A los brokers de la Bolsa de New York que se informan mediante el Wall Street Journal, también los empieza a inquietar el panorama demoníaco de la clase trabajadora nuevamente en la calle, según muestra una de las fotos que ilustran la nota sobre el líder de la carrera electoral en curso en la otra vez quebrada Argentina.