Majo Herrera, mamá de Camila: “Sigo luchando y no bajo los brazos”
Por Florencia Abeledo y Camila Giuliano, desde Monte/El Furgón –
Este 29 de agosto se cumplió un nuevo aniversario de la desaparición de Camila Cinalli y el pueblo de Monte se movilizó para reclamar por su aparición. “Este día es muy triste para mí, hace cuatro años que Camila no está, que no la tengo más, que no tomamos mate juntas… Se me hace muy difícil, pero yo tengo esperanzas de que la voy a encontrar y de que está viva. Así que, obviamente, sigo en la lucha y voy a seguir hasta el final, por ella y por todas, porque no quiero que pase más esto, no quiero que desaparezcan más nenas en Monte y ni en ningún otro lugar”, dice María José “Majo” Herrera, su mamá, a quien entrevistamos luego de la marcha.
El Furgón: – ¿Cómo llevás adelante la búsqueda de Camila?
María José Herrera: – Yo me muevo mucho en las redes sociales. También tengo contacto con muchas fundaciones de Argentina, hasta de Paraguay o Uruguay, por ejemplo, desde “Queremos nuestras gurisas” comparten siempre la foto de mi hija. Además de difundir por las redes, pegamos folletos por todos lados, damos volantes en la ruta. El año pasado fui al Ministerio de Seguridad y conseguí que se ofrezca una recompensa de 500 mil pesos para el que aporte cualquier dato sobre Camila. Y, por supuesto, salir a las calles. Cada 29 de agosto, pero a también a cualquier actividad que voy, llevo el cartel de Camila. Quiero que su foto circule por todos lados. Ahora me uní al pedido de justicia por los chicos asesinados por la policía en la masacre del 20 de mayo en nuestro pueblo y cada vez que salen a las calles, ahí estoy acompañando, uniéndome a su dolor y a su reclamo.
E.F: – ¿En qué estado está la causa?
M.J.H: -La causa está caratulada hace más de un año como “delito de trata”. Se sigue investigando en esa línea. Hubo varios allanamientos a prostíbulos en diferentes provincias y si bien no la encontramos todavía, me hace feliz saber que gracias a esta búsqueda de Camila, pudimos salvar a unas cuantas nenas y mujeres que estaban siendo prostituidas y privadas de su libertad. Acá en Monte, en su momento, allanaron tres prostíbulos, que obviamente estaban avalados por la policía. En este camino está mi lucha: ayudar a otras mujeres. Tengo contacto con la mamá de María Cash, con la mamá de Johana Ramallo, que lamentablemente la encontraron hace poquito muerta… y con muchas otras mamás que están o estuvieron en mi misma situación. Esa contención es fundamental y me ayuda a seguir cada día.
E.F: – ¿Cómo es el acompañamiento del municipio de Monte en esta lucha?
M.J.H: – Del municipio no tengo apoyo ni de ningún político. Hoy tampoco se acercó alguno a la marcha. Ellos me podrían ayudar porque tienen más contactos, más llegada. Sólo me dan el pasaje cuando tengo que viajar a La Plata por la causa pero fuera de eso, nada. No me ayudaron para conseguir abogado, nada. Tampoco aportan a la difusión de la foto de Camila ni hablan de este tema públicamente.
E.F: – ¿Cómo salió la actividad de hoy?
M.J.H: – La actividad de hoy fue favorable, a pesar de que siempre hay cosas con las que quieren “embarrar la cancha”. Hoy se dijeron cosas en las redes sociales sobre mi persona, específicamente. Pero yo lo ignoré y acá estoy: dando la cara, como siempre; sigo luchando y no bajo los brazos. Por eso quiero agradecer a todos los que me acompañaron: a los padres de los chicos de la masacre, a Vivas colectiva feminista de Monte, al Movimiento 20 de mayo. Realmente quiero que a nadie de Monte le pase lo que me pasó a mí. Muchas gracias.
E.F: – Nos gustaría cerrar esta nota pudiendo describir a Camila ¿Cómo es Camila? ¿Qué le gustaba?
M.J.H: – Bueno, a Camila se la llevaron cuando tenía 15 años, ahora tiene 19 y muchas cosas pueden haber cambiado por cómo la tienen, seguramente. Pero Camila era una nena tranquila, tímida, humilde. No tenía las inquietudes de muchas de las chicas de su edad, como salir a bailar. No, ella era muy tranquila. Tenía novio, tenía amigas y era muy querida. Le iba bien en la escuela. Ella vivía con el papá y su hermano, a cuatro cuadras de mi casa; y la hermana más chiquita vivía conmigo. Pero Cami todas las tardes cuando salía de la escuela pasaba por casa a tomar mates, éramos muy compañeras. Le gustaba ir a comprar ropa conmigo, cuando podíamos, y también íbamos a la plaza juntas o salíamos a andar en bici por la laguna. Teníamos buena relación, como también la tenía con su papá. Por eso, desde el primer momento, supimos que no se podía haber ido sola, como nos quisieron hacer creer y como sostuvo mucha gente acá.