martes, enero 14, 2025
Nacionales

La calle no es un lugar para vivir

Por Carla Elena*, especial para El Furgón –

La calle es un lugar para transitar, para pasear, para moverse, para movilizarse, para denunciar, para luchar, para marchar, para reunirnos, pero sin duda alguna no es un hogar. La calle no es un lugar para vivir.

Un día fue un incendio del cual pudo zafar porque logró despertarse a tiempo; otra vez sus cosas desaparecieron; más tarde, un tarro de pintura antioxidante sobre su cuerpo y después fueron unas bolsas de basura arrojadas sobre su almohada, mientras Fernando intentaba dormir en “su parada”, una de las esquinas de mi barrio.

Fernando,durante una actuación teatral

 

Vivir en condiciones de extrema vulnerabilidad no es una opción, no poder acceder a un servicio de salud, a la posibilidad de capacitarse, no tener trabajo, no poder higienizarse, no tener la oportunidad de disfrutar un plato de comida no es una vida digna para nadie. Habitar entre colchones arrojados en una esquina comiendo lo que a los otros les sobra no es vida, por lo menos no es la vida que ningún ser se merece.

Vecinos molestos porque lo que ven no les gusta, personas con odio y rencor que llevan a cabo actos de profunda crueldad es lo que está ocurriendo. No son hechos aislados, no son comentarios al pasar, no son chismes contados al oído sino es una línea de pensamiento clara: al otro, a lo distinto, a lo que puede resultar una amenaza, hay que eliminarlo.

¿Será que la construcción subjetiva de este hombre logra sostenerlo, habilitarlo a generar proyectos, ayudarlo a pensar que con otros una vida diferente es posible?

¿Dónde quedó la empatía con el otro? ¿Dónde está la solidaridad que pronuncian en sus discursos? ¿Dónde está la comunión con el otro que necesita de la subjetividad de los seres para continuar? ¿Cómo ser Fernando y no morir en el intento?

El lugar donde Fernando duerme, en la calle

La respuesta la encontré luego de conversar mucho con él: no es creer que el Señor lo salvará o pensar que con meditación logrará subsistir sin comer por 2 ó 3 días. La opción para él es levantarse día a día intentando ver qué puede hacer para conseguir el mango para comer, creyendo que, a pesar de la cotidianidad que nos y lo atraviesa, puede construir otra, puede existir otra realidad. Moviéndose, teniendo proyectos, tomando clases de teatro que lo llenan de ganas y emoción, despertándose cada mañana sin saber qué encontrará en “su parada”, pero anhelando que lo que resulte pueda ser diferente. ¿Será que él es el distinto?

¿Será que la construcción subjetiva de este hombre logra sostenerlo, habilitarlo a generar proyectos, ayudarlo a pensar que con otros una vida diferente es posible? Tal vez sea la historia transitada por este hombre, que desconozco, lo aloja y posibilita a creer en un futuro y a ser y hacer, más allá del fuego, de la pintura y de las basuras…

*Psicóloga Social y docente.