miércoles, noviembre 13, 2024
Cultura

Charo Bogarín: “Sentí que mi misión tenía que ver con mi padre y su trabajo social”

Por Pedro Jorge Solans – Fotografías: Luis Hernán López, desde Córdoba/El Furgón-

El sol de Cosquín avisó que en unas horas se iba para el lado del cerro Pan de Azúcar. La Charo baja su atavío natural y en cinco minutos resume lo que es. Hija de uno de los dos militantes desaparecidos de Clorinda, (Formosa), madre y viuda inesperada con tan solo veintitantos años.

Son los brillos de sus ojos, los encargados de encender aquella fogata donde la vida se reinventa, y del dolor salen colores y caminos para recorrer con poesía, música, fotografía, danza en diversidades de idiomas en un solo cuerpo. Charo Bogarin conversa con el enero coscoíno, suele hacerlo como jurado en las noches frescas del Pre Cosquín 2019, suele hacerlo  cuando las estrellas se escapan del cielo para tomar sol en los cerros, o de día, cuando se deja acariciar por las aguas del río Cosquín.

Tonolec – La espina

Conversar con la cantante que sacudió la modorra de la belleza décadas atrás en armonía con Diego Pérez puede durar lo que duran las necesidades y los gustos. No importa el tiempo.

Empezó sola en el canto, siendo aún periodista de El Diario de la Región de Resistencia, Chaco, y en un recital casero, en la terraza de una casa en la capital chaqueña, la escuchó un estudiante de música que estaba al palo con la electrónica y con los días fue la historia fue Tonolec.

Charo Bogarín. Foto: Luis H. López
“Dejar de ser solista fue una enseñanza a nivel profesional. Aprendí a caminar al lado de un varón y saber que te podés recostar en el hombro del otro y me di cuenta que no hace falta estar siempre con esa vestidura de Juana Arzurduy,” recordó la Charo ¿O sea fue un descanso para vos, Tonolec? Le pregunté mientras tomaba un exquisito mate cebado por la cantante formoseña Marisa Luján que oficiaba de anfitriona.

“No sé si descanso, porque el aprendizaje no es descanso. Fue trabajar duro en esta cuestión de ‘puedo yo sola.’ Diego (Pérez) es lo opuesto a mí: Yo soy un animal de combate. Salgo a repechar la vida; en cambio, él es un hombre muy cálido, y me enseñó que con calidez, con esa hermosura, también era posible caminar y abrir camino. Él es un maestro para mí, como sé que yo soy una maestra para él,” respondió; en el preciso instante que su mirada se iba al río a darse un chapuzón como lo hace cualquier niña en la laguna de cualquier pueblo del Litoral. Hablar de Tonolec y su aprendizaje le abrió el apetito de recordar la historia del dúo que ayudó a visibilizar las canciones del pueblo qom.

Tonolec – Canción de cuna / Lullaby

“Nos conocimos hace veinte años con Diego (Pérez) cuando siendo aún periodista sentí la necesidad de volver a las artes. Antes había sido bailarina y una amiga mía, me dijo; ¿por qué no cantas Charo, si a vos te gusta cantar?

“Mi búsqueda de elegir diferentes profesiones era como responder a esa necesidad que tenía de decir algo, que tenía algo para decir, y sentía que esa era mi misión, y que esa misión tenía que ver con la misión de mi padre y su labor que tuvo un profundo compromiso social. Mi padre levantó banderas y valores donde pocos lo hacen. Tenía una integridad moral y un compromiso muy fuerte. Y en un momento, pensé que eso estaba en el periodismo, que podía poner la pluma para escribir al servicio de los sectores desprotegidos; y después me di cuenta que en la estructura en la que estaba, -donde estuve 7 años y me valió una nominación como periodista revelación- se manejaban otros parámetros. Entonces, me dije que era época de volver a las tablas, y anduve con pelos rojos, estuve pelada y la música electrónica estaba en su apogeo.”

Charo Bogarín. Foto: Luis H. López

Charo hizo silencio, recibió un mate, me miró, y yo intenté hacer un contrapunto de miradas. El mate no fue un obstáculo sino formó parte de la escena. Se acomodó, levantó el mentón y siguió hablando.

“Yo tenía algo en claro: reencontrarme con ese espíritu de mi padre, que las circunstancias lo convirtieron en mártir. Fue un luchador con convicciones y cantaba. Tocaba el bombo legüero y escribía. En los años ’60 estuvo en Cosquín integrando la delegación de Formosa, como bailarin junto a mi madre. Zapateaba malambo. Trabajaba en una empresa de transporte y se destacaba por su  oratoria. Tenía la convicción que se necesita para arar la tierra y generar un surco, y eso yo lo percibía, y necesité trasladar esa convicción al abordar la música. Tuve en claro ese compromiso social, ese poner la pluma, la voz al servicio de una cuestión social.

“En principio, lo hice desde la electrónica. Escuchaba mucho lo de afuera. Un día preparé a mis amigos de Resistencia, muy buenos músicos de la noche, y les pregunté: “Tengo este cassette con cinco canciones. ¿Se animan a acompañarme? Hicimos cinco ensayos. Ellos venían  del palo del rock. Y debuté con los atuendos pertinentes a un debut. Siempre tuve buen gusto por lo estético y no por moda sino por mi formación de bailarina clásica. Hay que subir al escenario ataviada porque eso es una ocasión muy especial, para andar urbana y sencillita ando por la vida, pero pisar las tablas es una ceremonia, y ahí tiene que estar esa vestimenta ceremonial. Son atavíos.

“Esa noche de mi debut se juntó toda la élite del movimiento artístico resistenciano. Fue en la terraza de la casa de un amigo. Ahí estaba Diego que le encantó lo que canté, y eso mostró que cuando estás convencido vas para adelante. Diego me convocó un mes después, y el encuentro fue genial. Me hizo escuchar unas pistas electrónicas y le puse ritmo y letra y esa primera canción tuvo que ver con esa química musical que tuvimos los dos.”

Charo Bogarín. Foto: Luis H. López

La trayectoria de Charo Bogarin y de Tonolec es rica en anécdotas y en esos recovecos que tiene la magia de lo real. Y por ende, no se la puede abordar en una entrevista. Se necesita intuición y que la piel del Universo abra sus poros. Encuentros, preparación, búsqueda y convicción en el juego caprichoso y gustoso de enfrentar la vida con música de una herencia que nos pertenece por ser parte de ella. La artista describió con palabras sencillas su pasión y a mí me apasionó el arte de reconstruir lo que pasó en los días en que la fogata se encendía.

“Con Diego (Pérez) nos llamamos laboratorio WAV, porque cuando yo me quedaba haciendo periodismo en Resistencia, y él estudiaba música en Córdoba, me enviaba música electrónica y yo grababa la voz. Y así laburábamos en un laboratorio. Después Diego presentó en un concurso en MTV Latinoamérica una canción mía que yo le había escrito a un novio que se me fue a México. La llamé ‘Alivia‘ y el premio fue visitar España en el año 2000.”

Charo Bogarín. Foto: Luis H. López

“Cuando nos presentamos en Europa nos dimos cuenta que no estábamos representando al lugar de donde veníamos. Éramos uno más del montón porque cuando estás aquí copias lo de afuera y cuando estás afuera, te das cuenta, sobre todo como artista, que no es moco de pavo esto de encontrar la voz propia, un qué decir. Y sobre todo cuando uno se va afuera y quieren ver lo tuyo, tu folclore, tus costumbres.

“Cuando volvimos, nos preguntamos, qué puede ser lo particular que hagamos, que muestre quienes somos los argentinos, los latinoamericanos, y ahí encontramos las canciones del coro toba-qomChelaalapí’, que significa bandada de zorzales, y que es el único coro de lengua originaria instituido desde 1962. Son todos qom y hacen música tradicional.

Tonolec y el Coro toba Chelaalapí – La amistad

“Los descubrimos, y algo me hacía ruido, y me preguntaba, ¿por qué me sentía más identificada con las canciones de afuera, con esas canciones tribales del mundo y no con lo nuestro?

“Entonces, decidimos conservar la electrónica y trabajar en el qué decir; y el qué decir era el canto originario, y en ese momento, no dimensionamos lo que estábamos haciendo, y lo que estábamos haciendo era una relectura del canto nacional.

“Éramos jóvenes desparpajados, que simplemente supimos que el camino era ese. Fue como la intuición. Como la del periodista que sabe cuál es el título, cuál es el momento.  No todo periodista es escritor, pero sí el escritor es artista. Está el periodista que su pluma no tiene arte en lo absoluto y está el que tiene el arte. El artista tiene la sensibilidad de saber cuando es.  Así fue como encaramos el trabajo con Diego y empezamos a ahondar sin darnos cuenta que cinco años más tarde publicaríamos el primer disco, y tres años más tarde, el segundo con características Tonolec que es un arte generado y macerado, creado a fuego lento porque nunca tuvimos apuros.”

Charo Bogarín. Foto: Luis H. López

El mate ronda, y sobrevuela la conversación. Se puso amargo, pero no porque lo estamos tomando sin azúcar, sino porque es necesario, como las críticas para degustar lo dulce que brota de las satisfacciones. La consulté tímidamente sobre las críticas, y Charo respondió: “Quizás algún sector se sintió herido por tener un concepto del folclore y de la tradición que no tiene que ver con el movimiento. Puede ser que todavía existan personas que crean que las tradiciones tengan que ver con lo anquilosado, que no se debe tocar, que hay que encerrarla en una vitrina, y sacarla de vez en cuando para que brille. Las culturas mueren sino se las construye con nuevas visiones. Hoy un (Astor) Piazzola puede ser tradición en los que es el tango, y fue odiado y defenestrado en su tiempo. En las nuevas generaciones artísticas hay que crear para incomodar y para que no todos estén de acuerdo.”

Charo Bogarín y Malena Muyala – Pasos

Con destino Latinoamérica

“Veo mi construcción artística por décadas. Creo que en una década hemos construido con Tonolec un cimiento basado en la necesidad de volver a las raíces, rescatar una identidad cultural que tenga que ver con lo que somos y no con lo que nos quieran imponer con un modelo de afuera. Yo resalto mi sangre guaraní, resalto mi idioma, mi color de piel, las lenguas originarias, pero no desconozco todo lo otro. No creo que para resaltar esto deba defenestrar lo otro, defenestrar la cultura europeizante. Lo que se trata es de nivelar.  Nuestro mensaje es humano, y pregonamos una identidad cultural que tiene que ver con lo que amarnos, que tiene que ver con lo que somos, una integración de razas, donde en unos predomina un rasgo y en otros otro. Nosotros tratamos que se equilibre la balanza.

“Después de esa década transitada con Diego me encuentro con una curiosidad. Nunca hice música con otras bandas, y si bien, sigue Tonolec, hay una nueva ramificación que es el camino como solista.

Charo Bogarín. Foto: Luis H. López

La Charo tiene espíritu de grupo. “Yo construyo con espíritu grupal, con nuevos modos musicales, y ahí el canto se hace expansivo. Tonolec  es la construcción fronteras adentro, donde yo salgo fuerte como mujer guaraní, mujer india, mujer de folclore que dirige su canto hacia Latinoamérica, porque una vez armada, fortalecida y sabiendo quien soy salgo a recorrer nuestro continente, a investigar cantos originarios de nuestra Latinoamérica. Y recién empiezo a transitar, voy a tardar una década más, estoy caminando con un repertorio que tiene que ver con canciones mías inspiradas en ritmos latinoamericanos, ritmos llaneros de Colombia, de Venezuela, en cantos originarios como el tupí guaraní del Amazonas, como el quechua, e iré incorporando todo lo posible.

Charo Bogarín en Cosquín 2018

“Estuve en México, en la zona donde se celebra el día de los muertos, donde los cantos de los purépechas son característicos. Entrevisté a un maestro de la lengua pirekua y de sus cantos, y me traspasó canciones, y yo le mostré las canciones guaraníes y qom que he aprendido y he creado aquí, y eso va a tener su fruto años más tarde.

“El mío es un camino de construcción, lo que me interesa es el recorrido. Como artista necesito sentir que estoy en movimiento y disfrutando y que ese recorrido me está nutriendo. No trabajo para un disco…”

Con América Latina en el horizonte la conversación se despegó de la mesa y de las sillas, del espacio, de una esquina coscoína y la voz de Charo Bogarin se transformó en una escalera a las profundidades de la Colombia, esa que parece pero es. Charo también tiene la negritud a flor de piel. Fue varias veces a la tierra de la Totó Momposina donde conoció lo que sucede en el festival de música del Pacífico sur Petronio Álvarez, donde aún se canta con voz negra al amor, a la alegría, homenajeando las tradiciones ancestrales más poderosas de los pueblos afrocolombianos. El festival de Petronio muestra a los artistas como nuestra tierra es la sucursal del cielo, y Charo Bogarin lo expresa en el escenario.

Publicado en El Diario de Carlos Paz