La historia sin fin
Por Carla Elena*, especial para El Furgón –
Son las 5 de la mañana y comienza su día, sale de su celda con el permiso pertinente para darse un baño, vestirse y tomar sus útiles para trasladarse desde Marcos Paz a Villa Devoto y cursar las materias de la carrera de Abogacía de la Universidad de Buenos Aires (UBA). El recorrido no es nada sencillo ya que el viaje es de dos horas, esposado y encadenado al camión que lo transporta. Esto, si sucede. Es muy frecuente que las partidas se demoren y los estudiantes lleguen tarde a sus clases o a veces ni lleguen.
Su día transcurre en el Centro Universitario de Devoto (CUD) donde los internos pueden cursar diferentes carreras: Derecho, Sociología, Ciencias Económicas, Psicología, Ciencias Exactas, Filosofía y Letras y además distintos talleres que les permiten conversar, charlar, pensar y, sobre todo, los habilita a crear y mantener un pensamiento crítico. El Centro está habilitado de lunes a viernes de 9 a 18.
Llega un tanto enojado porque son las 11 de la mañana y ha perdido tiempo de la cursada por la demora del traslado, pero más allá de su molestia, se instala y se dispone a participar de la jornada que los y las alumnas de Derecho han organizado en el CUD. Su intervención durante la clase es muy activa, comenta lo ocurrido esa mañana y también su situación actual, la cual no es fácil ya que aún no tiene plazo su condena, o sea, no tiene fin. No hay años fijados para la misma. En su relato se filtra la angustia y el hastío que siente por su devenir. Luego de esta clase continúa el día con los otros internos con los que estudia, prepara las materias, come, toma mate mientras espera su traslado definitivo a Devoto solicitado hace más de un año para poder estudiar y rendir en término las materias. Emprende su regreso a las 18:00 cuando el CUD cierra y él comienza su retorno a Marcos Paz, nuevamente esposado y encadenado al camión. Llega a las 20 o 21:00 con el único objetivo de bañarse, comer algo y dejar todo ordenado para no perder tiempo a la mañana siguiente. Y así sucesivamente pasan los días de la semana, los días que para él aún no tienen fin.
Esta dinámica la realiza 4 días a la semana para poder capacitarse, estudiar, pensar, mirar, mirarse y en ese transitar trazar su trayectoria, personal, singular, propia y en conjunto. Lo motiva la posibilidad de estar en movimiento, en un movimiento con y entre otros que tejen tramas y redes, que los vinculan y alojan en sus particularidades para continuar, para seguir construyéndose aunque el sistema muchas veces se empecine en trabar sus relatos.
Volver al CUD y encontrarme con sujetos como el de mi historia me hace sentir nuevamente la humanidad, la complicidad, la comunión y solidaridad entre seres. Regresar al Centro es, como decía Camus, pensar, mirar otra vez, volver a mirar, a observar, a construir con la mirada. El Centro es un gran espacio de encuentro, de diálogo entre subjetividades para resignificar la propia, de narraciones que se delinean y edifican entre muros para un día poder salir de ellos.
*Psicóloga Social y docente.