“Lo trataron como a un argentino”. Martirologio de Pedro Henríquez Ureña
Por Flavio Zalazar, desde Rosario/El Furgón –
Sus textos suelen encontrarse en mesas de saldo. En Plenitud de España tributa como el gran hispanista que el grupo Sur rescató de la aversión dominicana, para caer luego en la lógica trivial de la docencia: una trituradora de carne.
La frase del título pertenece a Ernesto Sábato y sintetiza la vida del erudito de República Dominicana Pedro Henríquez Ureña en nuestro país. Abogado, profesor en letras e historiador de la cultura -posgraduado en Nueva York-, era hijo de una familia tradicional de Santo Domingo, con funciones de Estado y cartera diplomática. El advenimiento del feroz dictador Trujillo puso en desgracia a los suyos y sobre todo a su esposa, norteamericana, exótica para el medio y atractiva a las fauces del “Chivo”. De paso por México su bitácora lo hizo mirar al sur, a la Argentina. Arribó aquí atraído por el europeísmo de estos lares, cantos de sirena propalados por el grupo de Victoria Ocampo desde su revista (que lo contó colaborador asiduo).
Tras un primer momento de recepciones y halagos, llegó la imposibilidad del sostenimiento familiar a fuerza de artículos culturales. Revalida sus títulos docentes y comienza el tránsito por las aulas de Buenos Aires y alrededores. Usado como reorganizador intelectual en varias cátedras de la Universidad de Buenos Aires, no tuvo acceso a ellas. Clases en el Instituto Superior del Profesorado “Mariano Acosta”, en escuelas medias de la ciudad y del conurbano bonaerense lo hicieron pasar largos períodos del día fuera del hogar, en penosos transbordos e insufribles esperas. Así encuentra su fin.
Era el año 1946. El profesor de 60 años toma el tren rumbo a La Plata, debía impartir sus clases habituales. Allí descubre al colega Augusto Cortina, coloca el sombrero en la repisa con ánimo de conversar, lleva su mano diestra a la frente y desfallece, muriendo en el acto.
En Plenitud de España, una colección de ensayos publicados por Editorial Losada – la misma en la que era asesor y hasta corrector-, más precisamente en el que introduce a la suma denominado “España en la cultura moderna”, sostiene de forma magistral la tesis que el único y trascendente legado cultural de la península no ya a América, sino al mundo, es la estilística barroca. Dice: “De España no solo irradian para el mundo los valores guerreros y teológicos, comparte con Italia la música y la danza; siendo única en el tesoro de sus poetas”. Un hombre para conocer, un texto para descubrir.
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Fotos: Marce Rozas