El alza del dólar y los precios alisan el camino al default. Mientras tanto, Macri come flan
Por Luis Brunetto/El Furgón –
Finalmente, comienzan a conocerse indicadores de la catástrofe económica a la que conduce la política económica del macrismo. La conjunción de esas variables, en el mejor de los escenarios, va directo a una de las recesiones más prolongadas de la nuestra historia. En el peor, a una completa desorganización de la economía nacional capaz de trabar, incluso, los actos económicos más sencillos y cotidianos.
Con casi un 7 % de caída interanual, según datos del INDEC, el mes de junio de 2018 registró la mayor baja de la actividad económica desde 2008. Después de que el primer trimestre sumara un crecimiento interanual del 3,3 %, el segundo arrojó una caída del 3,9 %, lo que representa un descenso de la actividad, para lo que va del año, del 0,6 %. Además, se prevé un arrastre estadístico del 1,3 % negativo para el tercer trimestre, por lo que la economía debería crecer alrededor de un imposible 2 % lo que queda del año, para registrar un crecimiento anual neutro.
La mejora de la “competitividad internacional” producida por la devaluación, se ve esterilizada por los fenomenales incrementos de los costos de producción, obra de los aumentos siderales en los precios de la energía y los combustibles, las altísimas tasas de interés y el encarecimiento de los bienes de capital e insumos importados.
La industria manufacturera registro un declive del 7,5 %, y la actividad comercial y cuentapropista lo hizo en un 8,4 %. Pero la gran estrella de la contracción económica que se avecina es la actividad agropecuaria, con una disminución del 31 %. La brusca contracción de la actividad agrícola se explica por la sequía prolongada que afecta al campo desde hace varios meses. La de la industria, por el desplome de las ventas, lideradas nada menos que por el rubro de alimentos y bebidas, y la debacle cambiaria, que produjo una devaluación inédita, del 54 % en lo que va del año, pero del 80 % desde fines de diciembre, cuando se produjo el primer salto en el valor de la divisa.

La caída de la producción agrícola representa unos 6 mil millones de dólares menos y, aunque la devaluación pudiera tener un efecto positivo en el comercio exterior, difícilmente pueda compensar el tamaño de semejante agujero. Estos datos impactan directamente y sin anestesia sobre el balance comercial y el balance de pagos, en el marco de una situación de cierre completo del crédito externo, incrementando la penuria de dólares.
Se trata de un fenomenal proceso de abaratamiento del capital social argentino. A diez años del estallido de la crisis mundial y del inicio del proceso de viraje de la política económica hacia el mercado mundial, la economía capitalista argentina tocó fondo.
La mejora de la “competitividad internacional” producida por la devaluación, se ve esterilizada por los fenomenales incrementos de los costos de producción, obra de los aumentos siderales en los precios de la energía y los combustibles, las altísimas tasas de interés y el encarecimiento de los bienes de capital e insumos importados.
Con una inflación anual que nadie ya estima por debajo del 35 %, y que según mis cálculos superará el 40 %, la monstruosa baja del salario real impide que el mercado interno, aun con cuando se produjera un furioso descenso de las importaciones, pueda estimular una reactivación de la producción, como ocurrió por ejemplo en la crisis del 2001- 02.
Macri, Rocca, Pescarmona, Pagani, representan el estrato más moderno, internacionalizado y concentrado de la burguesía nacional, pero su cosmopolitismo tiene como límite la desvalorización de sus capitales.
Se trata, en suma, de un fenomenal proceso de abaratamiento del capital social argentino. A diez años del estallido de la crisis mundial y del inicio del proceso de viraje de la política económica hacia el mercado mundial, la economía capitalista argentina tocó fondo. Un nuevo ciclo de acumulación exige la inyección de capital internacional, y el capital internacional regatea el precio: se trata de poner de rodillas a la estructura productiva nacional, para después obtener de ella la más elevada tasa de ganancia posible. Por el momento, bonos, acciones de empresas argentinas en Wall Street, pesos: todo se vende, hasta que encuentre su piso.
En estas condiciones, finalmente, el Banco Central parece haber tomado la decisión de dejar flotar el precio del dólar, tal cual se lo reclamaba el FMI. Hasta ahora, el macrismo se resistía a dejar volar el mercado cambiario, que estimula el descontrol inflacionario, pero la persistente demanda amenaza con pulverizar lo que queda de las ya maltrechas reservas.

El intento de frenar la devaluación, además, obedece al carácter nacional de los grupos que el macrismo expresa, algo que frecuentemente se olvida, sobre todo desde el nacionalismo popular que glorifica y tiñe de antiimperialista a la burguesía nacional. Macri, Rocca, Pescarmona, Pagani, representan el estrato más moderno, internacionalizado y concentrado de la burguesía nacional, pero su cosmopolitismo tiene como límite la desvalorización de sus capitales.
La única iniciativa de la política económica es el desarme de las posiciones en Lebacs, mediante el canje por Letes, en dólares. Una bomba convencional por una bomba nuclear: la posición deudora de la economía nacional no solo se refuerza, sino que lo hace en moneda estadounidense.
El costo de defender el tipo de cambio, de todos modos, produjo una sangría tremenda. Casi 12 mil millones de dólares de reservas han sido quemados en estos dos meses de corrida cambiaria. A eso hay que sumarle las perdidas por casi mil millones de dólares más, que es lo que costarán al Banco Central las operaciones en el mercado de futuro de abril a junio, sin incluir los datos que corresponden a junio y julio, que todavía no están disponibles.
En este momento, la única iniciativa de la política económica es el desarme de las posiciones en Lebacs, mediante el canje por Letes, en dólares. Una bomba convencional por una bomba nuclear: la posición deudora de la economía nacional no solo se refuerza, sino que lo hace en moneda estadounidense.
Las posibilidades de repago de los compromisos externos, en las condiciones que hemos detallado, son casi nulas. Casi, porque para evitar un default, la economía nacional deberá realizar el gigantesco ajuste que todos sabemos que se está preparando. El compromiso oficial es de unos $200 mil millones, pero eso es lo que están dispuestos a confesar políticamente: el recorte deberá ser mucho mayor.
Tierra arrasada, si todo no salta en pedazos antes.
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