jueves, febrero 13, 2025
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Cuando Tosco denunciaba la usura financiera ¿de qué país hablaba?

Para eso está la memoria: para no creer que todo empezó hace un click.

Desde la cárcel de Villa Devoto, hacia finales de 1971, Agustín Tosco, dirigente sindical y emblema del Cordobazo que sacudió a la dictadura de Juan Carlos Onganía, describió la realidad de un país: “Sabemos que la situación económica en términos generales es sumamente crítica. Que pretende remediarse temporariamente con abultados préstamos que sólo aumentarán el hipotecamiento del país, sin arrojar ningún tipo de solución, ni siquiera eficaces paliativos. Y que con ello se acentuará cada vez más la dependencia del imperialismo y de sus organismos financieros”. ¿De qué país hablaba?

La pelea por el pasado tiene que ver con el pasado. Pero también con el presente. Y, por lo tanto, con el futuro. Da igual cuando se haya nacido. La historia se mueve pero hay antagonismos que se sostienen. Aunque los embates por convencer de lo contrario asomen cotidianamente y de la mano de una industria de la comunicación cada vez más poderosa. Es lógico: si se pudiera reconocer que el presente que se busca modelar ya avasalló en el pasado los intereses de quienes menos tienen, habría alguna dificultad más para imponer una receta a la que venden como la novedad del momento.

Agustín Tosco en la TV, entrevistado por Raúl Urtizberea

Nueve años antes, en los últimos días de 1962, Tosco, símbolo del gremio de Luz y Fuerza de Córdoba, detalló el vínculo de un país con el más afamado de los organismos internacionales de crédito: “El Fondo Monetario Internacional, patrón monetario de la República Argentina, envió muchas misiones a controlar si la política llevada adelante respondía a sus intereses. El Gobierno, obediente y sumiso, aceptó todas sus indicaciones, aunque el pueblo sufriera y se desesperara”. ¿De qué país hablaba?

Suele ser una tentación creer que los tiempos biográficos coinciden con los tiempos históricos. Suele ser una tentación construida por quienes necesitan que las banderas del pasado, esas que le dan continuidad a la cadencia de la lucha, se transformen en trapos exhibidos en museos o en remeras. Matar a la historia, es decir, sostener que todo comenzó hace un rato, aparece entonces como un requisito indispensable para que los intereses de los que mandan luzcan universales y naturales.

Empecinado en no ser cómplice del hambre planificado, Tosco, nacido el 22 de mayo de 1930 en la localidad cordobesa de Coronel Moldes, profundizó, de nuevo en el desenlace de 1971, su mirada sobre un país al que quería: “Sabemos que, mediante un detonante anuncio el presidente del Banco Central ha indicado que de una emisión monetaria de dos mil trescientos millones de pesos, mil trescientos millones se han ‘fugado’ como capitales y se han adquirido dólares, todo lo que significa una nueva y brutal transferencia de ingresos de los trabajadores al denominado sector del capital y que ello afecta negativamente la participación en la renta nacional. Y que esto es una presión de un sector del régimen para reimplantar una política a lo Krieger Vasena en sus perfiles más antipopulares”. ¿De qué país hablaba?

Tosco, por Julio Ibarra

Algunas derrotas cuestan caro. Algunas derrotas arrojan consecuencias que pesan sobre generaciones. Y algunas de esas consecuencias clausuran ideas y tornan ilegítimas ciertas palabras. El sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos definió así el problema en un artículo titulado “Los conceptos que nos faltan”: “En verdad, ser dominado o subalterno significa ante todo no poder definir la realidad en términos propios, sobre la base de conceptos que reflejen sus verdaderos intereses y aspiraciones. Los conceptos, al igual que las reglas del juego, nunca son neutros y existen para consolidar los sistemas de poder, sean estos viejos o nuevos”.

Otra vez Tosco. Otra vez Tosco, muerto el 5 de noviembre de 1975 mientras era perseguido, en pleno contexto genocida, por la Alianza Anticomunista Argentina. Otra vez Tosco, en esta ocasión en el cierre de 1969, para enfocar la inseguridad de un país que las bocinas del poder pretendían silenciar: “Porque esa violencia que no se pregona todos los días, pero que tiene sus muertos todos los días; la violencia del sistema del lucro, la violencia del sistema de la explotación del hombre por el hombre, está dada todos los días en aquel que no tiene pan para comer, que busca trabajo y no lo encuentra; está en aquel que no tiene suficiente indumentaria para vestirse; está en aquel que pasa toda su vida buscando un techo donde guarecerse; está en aquel que tiene que recurrir a los hospitales de beneficencia o tiene que morir de la enfermedad por falta de tratamiento médico”. ¿De qué país hablaba?

Tosco en el taller junto a compañeros

El mecanismo se repite. Y se repetirá mientras quede al alcance de quienes le sacan jugo. Fue Rodolfo Walsh, militante, escritor y uno de los 30.000 desaparecidos por la última dictadura, uno de los que mejor comprendió por qué se renuevan a diario los intentos para que se crea que la historia comenzó con el último click: “Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes y mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia parece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas.”

¿Y la memoria? La memoria está para eso: para que sepamos que el país que le dolía a Tosco se llamó y se sigue llamando Argentina.