miércoles, marzo 19, 2025
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Escríbeme de nuevo, Sam

La bienvenida edición castellana de las cartas entre Sam Shepard y su amigo Johnny Dark permite atisbar en la cocina del autor de Crónicas de motel, el libro que dio base a la película París, Texas.

Por Fernando Chiappussi/El Furgón

Esta semana se cumplió un año de la muerte de Sam Shepard, escritor y dramaturgo conocido, más allá de su copiosa obra como autor, por sus papeles como actor para cineastas que van de Terrence Malick (Días de gloria, 1978) a Jeff Nichols (Mud, 2012), pasando por títulos de gran éxito como Los elegidos, Frances (ambas 1983), Magnolias de acero (1989) o La caída del Halcón Negro (2001). Casado con la actriz Jessica Lange, su estampa vaquera y su estilo cálido pero distante aparece en decenas de films, algunos basados en obras propias como Fool for love (1985, filmada por Robert Altman). Quizá su papel más memorable fue el de Chuck Yeager, aquel jefe del equipo de pilotos de prueba de donde salieron los primeros astronautas, según la adaptación hecha por Philip Kaufman de una impar investigación periodística de Tom Wolfe (Los elegidos le valió incluso una nominación al Oscar como actor).

Una porción menor del público lo recuerda como el autor de un libro señero de los años ’80: Crónicas de motel, el origen de la película París, Texas (1984), en la que colaboró con el alemán Wim Wenders. Tanto Crónicas… como otras recopilaciones de cuentos, poemas y pasajes (todo eso junto) han sido editadas en castellano por Anagrama, así como algunos de sus guiones y obras teatrales. Este corpus es el que le dio a Shepard verdadera estatura como voz de su generación, la influenciada por los beatniks y que dio lugar a los hippies (su primera pieza teatral data de 1964).

Sam Shepard y Johnny Dark

Desde esa época, Shepard mantendría una larga amistad con un diletante llamado Johnny Dark, muy cercana en los primeros años (Shepard se casó en 1972 con la hija de la pareja de Dark y vivieron todos juntos en una casa-comuna), para luego continuar de manera epistolar a medida que sus vidas se bifurcaban. Dark conoció a Shepard en Nueva York, cuando éste era apenas un joven dramaturgo del off-Broadway; además del parentesco a través de sus respectivas mujeres, compartieron un sostenido interés por las experiencias místicas de Gurdjieff, así como por motos, drogas y chicas. Dark escribía regularmente, pero su meta no era hacer de eso una profesión sino un modo de vida y auto-conocimiento. La correspondencia entre ambos, hace poco editada en castellano en el libro Dos buscadores, atraerá a los que quieran conocer más profundamente a Shepard, pero éstos terminarán queriendo también a ese corresponsal entre humorístico y filosófico que es Dark. Sus escritores-emblema los definen: el ídolo de Shepard es Samuel Beckett, cultor del absurdo y la parquedad, existencial, irlandés y dramaturgo; mientras que el de Dark es Jack Kerouac, alguien para quien escribir era como respirar y que parecía tener una respuesta para todo.

“Dos buscadores”, el libro de Shepard y Dark

El intercambio va de 1972 a 2011 y en el camino pasan muchas cosas: los amigos conviven, la mujer de Dark sufre un aneurisma -su recuperación fue la base del largo relato final de Crónicas de motel-, Shepard se enamora de Jessica Lange y deja a su mujer y su hijo Jesse, quien será criado por los Dark. Luego seguimos distintos mojones de la carrera pública de Shepard y su paso a una tranquila vida de ranchero en Minnesota, criando caballos y escribiendo, además claro de crear una nueva familia, y batallar contra el desarrollo de una dependencia del alcohol. Mientras tanto, Dark continúa vagando entre empleos sencillos como masajista, limpiador de casas o empleado de una fiambrería con el mismo espíritu de siempre: vivir el momento, mientras cuida a su mujer y corre detrás de amoríos circunstanciales, que ella conoce y permite. Los años van pasando y las cartas se acumulan, con su carga de anécdotas triviales y reflexiones sobre lecturas, el arte y la vida.

Sam Shepard

En 2011, Shepard y Lange se separan y el hombre vuelve a vivir solo, quizá comienza a cerrar algunas cuentas. Propone a su amigo destilar la copiosa correspondencia en un libro conjunto, que de paso servirá para difundir su escritura. El broche del proyecto sería la filmación de un documental, Shepard & Dark (Treva Wurmfeld, 2012), que terminó conociéndose antes que el libro y de alguna manera lo complementa. El film se centra en la historia de esta amistad, usando apenas un puñado de citas de la correspondencia, que en el libro -bellamente diseñado con abundantes fotos e imágenes facsimilares- ocupa unas 500 páginas. Pero el cine permite ver la interacción entre ambos personajes cuando se reencuentran para editar el material epistolar: y allí aparecen sutiles tensiones entre ellos, que quizá siempre estuvieron allí o se fueron intensificando con el paso del tiempo, o debido a la posición desventajosa de Dark, quien necesita de su amigo para publicar el libro y a la vez se siente de alguna manera explotándolo.

Johnny Dark

En el libro, las cartas revelan un largo itinerario de lecturas compartidas y recomendadas, y permiten armar algo así como una poética del autor de Luna halcón, además de sorprendernos con su descubrimiento de autores como Graham Greene o nuestro Borges. Sobre el final, la correspondencia se concentra en el proyecto de la publicación conjunta. En la última carta del libro, después de haberse encontrado para organizar el material, Shepard se desentiende del proyecto, dando a Dark total libertad para terminarlo como mejor le parezca. Lo que en el libro puede parecer un gesto de generosidad y confianza, en la película se revela como un quiebre, ya que los amigos no vuelven a hablarse. Mucha agua ha corrido bajo el puente; sus estilos de vida son ya muy diferentes y la vida tiene sus propios caminos. La película, tan tocante como el libro, termina en una nota agridulce, y la muerte de Shepard parece haber cerrado el ciclo.

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Dos buscadores: Correspondencia 1972-2011 (Editores Argentinos, 2017) está en librerías y es un libro muy disfrutable, todo un retrato de su generación. La película es más difícil de encontrar: es cuestión de estar atento a la programación del cable o bucear en los pantanos de la Red.