El viaje de Pitol
Por Flavio Zalazar, desde Rosario/El Furgón
Sergio Pitol escritor y diplomático mexicano, en funciones por más de treinta años en la antigua Europa del Este, produce un libro raro, inclasificable, que gira entre lo volitivo de un diario, la erudición enciclopedista y la denominada educación sentimental del artista. Una atractiva lectura al “deshielo” del bloque socialista, además de necesaria para iniciados en las literaturas marginadas por los centros consagratorios.
Nacido en Puebla en el año 1933 y fallecido este año, Pitol integró la tradición Centroamericana del escritor con cartera diplomática transitada también por Pedro Henríquez Ureña, Alfonso Reyes, Miguel Ángel Asturias, Alejo Carpentier, o su amigo Carlos Fuentes. Nacido en el seno de una familia de hacendados, estudia Derecho en la Universidad Autónoma de México. Ejerce la docencia en la misma casa de estudios, vinculándose a la vez con el mundo del periodismo y la literatura. Publica en el periódico “Excelsior” durante años una columna semanal; siendo asimismo autor de libros exquisitos como El tañido de una flauta, Domar a la divina Garza, La vida Conyugal (llevada al cine) entre otros, los cuáles le valieron el Premio Miguel de Cervantes.
Asignado por el Estado mexicano agregado cultural de la embajada en la ciudad de Moscú, capital de la Unión Soviética en 1962, su destino fue siempre el este europeo: Leningrado, Zagreb, Praga, Budapest, entre otras ciudades del bloque formaron parte de su acontecer. El libro da cuenta de ello.
Sucede en el año 1986, Pitol con funciones en Praga debe asistir a un congreso de escritores en Tibilisi (Tiblisi), ciudad principal del Cáucaso; la Georgia donde vio la luz Stalin. El itinerario peregrina por ciudades, estadías, enredos burocráticos (¿cuáles si no?), dentro de un gran dinosaurio pronto a extinguirse o transfigurarse. Su sello tiñe de una erudición notable, la misma expresa hasta pormenores existenciales de próceres de las artes, las letras y el cine ruso.
Conviven juntos (no revueltos) Perestroika, Gogol, Pushkin, Chejov, Méyerhold, Eisenstein, Tsvietáieva, Nabokov, con la rareza de un narrador/observador mexicano. Para gozar con su lectura y conocer al autor, tomo un extracto, suerte de “Ars poética”: Un tratamiento de choque puede lograr resultados inmejorables. Estimula fibras que languidecían, rescata energías que estaban a punto de perderse. A veces es divertido provocarse. Claro, sin abusar, jamás me encarnizo en los reproches; alterno con cuidado la severidad con el ditirambo. En vez de ensañarme contra mis limitaciones he aprendido a contemplarlas con condescendencia y aún con cierta complicidad. De ese juego nace mi escritura: al menos así me parece.
—
Portada: Edición cubana de la colección dirigida por Reina María Rodríguez 2012 (Foto de Marce Rozas)