Roberto Fernández Retamar (1930-2019). Un poco más solos
Por Flavio Zalazar, desde Rosario/El Furgón –
A los 89 años falleció el escritor cubano Roberto Fernández Retamar. La crítica literaria perdió un puntal, la Revolución a uno de sus hijos dilecto y nuestra América al referente cabal de la descolonización cultural.
Roberto Fernández Retamar: “Felices los normales”
El comunicado difundido por parte de la Casa de las Américas rezaba en breves líneas: “En la tarde de hoy- 20 de julio- murió el poeta y ensayista Roberto Fernández Retamar, presidente de nuestra casa. Por decisión familiar, su cadáver será cremado y sus cenizas lanzadas al mar. Su muerte es una pérdida irreparable para la cultura cubana”. Escueto, conciso y a la vez abarcador del accionar del hombre de carne y hueso en nuestro mundo.
Coordinador de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, diputado de la Asamblea del Poder Popular y director de la Casa de las Américas, Fernández Retamar se destacó por sus textos críticos frente al hecho conservador de la literatura: Antipoesía y poesía conversacional en Hispanoamérica, Calibán, Nuestra América y Occidente, Modernismo, entre otros. Lo guiaba el concepto que supo ceñir a José Carlos Mariátegui, Cesar Vallejos, Paulo Freire, David Viñas, Andrés Rivera, el de la ruptura con el legado del imperialismo europeo en la cultura toda. Daba cuenta para ello con la deconstrucción de la narrativa eurocentrista y sus laderos, la clase letrada y los rentistas locales.
Silvio Rodríguez y Roberto Fernández Retamar: “Con las mismas manos”
También su obra concitó a la poesía; dejó testimonio de ella en más de veinte libros, antologías y trabajos colectivos. Al contrario de sus ensayos, eruditos, trascendentes, analíticos, la lira fue de tono humilde, casi íntimo, así lo dejan traslucir estos versos:
“Tu bisabuelo cabalgó por Texas,
Violó mexicanas trigueñas y robó caballos
Hasta que se casó con Mary Stornehilly y fundó un hogar
De muebles de roble y God Bless Our Home.
Tu abuelo desembarcó en Santiago de Cuba,
Vio hundirse la Escuadra Española, y llevó al hogar
El Vaho del ron y una oscura nostalgia de mulatas.
Tu padre, hombre de paz,
Solo pagó el sueldo de doce muchachos en Guatemala.
Fiel a los tuyos,
Te dispusiste a invadir Cuba, en el otoño de 1962.
Hoy sirves de abono a las ceibas.”
Hasta siempre compañero, por lo menos, en la lectura fecunda.