Carlos Alonso y los 700 años de Dante Alighieri
“La fantasía es que aparezca, en medio de la rutina, alguna luz”. C.A.
El 4 de febrero Carlos Alonso, el artista plástico mendocino, el representante de la corriente social del arte, el pintor marcado por vivencias del terrorismo de estado, el artesano de cicatrices profundas y la omnipresente desaparición de Paloma, el creador condicionado por el exilio… cumplió 93 años.
“Un verso para mí fue el origen, el lugar por donde empecé a desenrollar esa madeja. Dante escribe (está en un dibujo) ‘el amor tomó del sol y de las otras estrellas’. Y pensé también en aquel momento: ‘y del dibujo y la pintura y el arte’. Otra forma de movilizarte, y así como eso, encontré tantas cosas que después traté de incorporar de mi propio infierno, que es contemporáneo. Por eso hay un capítulo que yo llamo ‘torturas: aportes del hombre’, que son los nuevos dolores. Iba incorporando cosas del poema y citas de los diarios, la diabólica tragedia de Alabama, linchamientos de negros, la muerte de Martin Luther King y todo lo que iba contemporáneamente desarrollándose. Porque lo que era el fuego para Dante a lo mejor era el hambre para hoy; lo que era el infierno de los traidores de hielo para Dante, eran los dictadores, los déspotas, los genocidios, el nazismo, los nuevos infiernos contemporáneos. Incluí la imagen de Auschwitz, cosas que correspondían con mi visión del infierno de hoy.”
Así habla Carlos Alonso sobre el por qué de una retrospectiva de su obra dedicada a Dante Alighieri, el bautizado Durante di Alighiero degli Alighieri, que se expone en el Museo Nacional de Bellas Artes, a 700 años de la muerte del autor de ‘La Divina Comedia’, tal vez la obra fundamental de la transición del pensamiento medieval renacentista y cumbre de la literatura universal.
Las piezas que integran ‘Dante x Alonso’ son dibujos, collages, grabados, acuarelas y tintas que el artista dedicó al “padre de la lengua italiana” en dos períodos distantes de su trayectoria: las primeras, de los años 60 -muchas de ellas creadas en Italia en 1968- son mayormente retratos en pequeño formato, mientras que el segundo conjunto seleccionado está fechado entre 2000 y 2009.
Entre una y otra etapa, las dictaduras se sucedían en el país y Alonso padeció el desgarramiento familiar y personal, fue atravesado por todas las tragedias sociales, políticas y personales que intuyó en su obra. La censura, las amenazas, el exilio y, la peor de todas las tragedias, la que aún demanda justicia: la pérdida de su hija Paloma, en 1977, maestra jardinera de 21 años, a manos del terrorismo de Estado.
Estas obras conectan dos épocas lejanas y muestran cómo los horrores siguen replicándose y alimentando las imaginaciones actuales. Al igual que en tantos momentos de su producción, Alonso opera sobre un clásico para desplegar su descarnada mirada crítica, dando visibilidad a las múltiples iniquidades e injusticias que ocurren en nuestros días.
Así desde fines del siglo XIII y comienzos del XIV, ‘Il Sommo Poeta’, fue capaz de reflejar su tiempo, pero también de enviar un mensaje al futuro. Los personajes que encuentra en el Infierno y en el Purgatorio son todos pecadores, por la simple razón de ser humanos. Hombres y mujeres que cayeron en la lujuria, la gula, la ira, la avaricia o prodigalidad. También en los pecados de bestialidad: la violencia, o en los más graves aún, de pura malicia: la hipocresía, el robo, el fraude, los malos consejeros, los sembradores de escándalo y de discordia, también de traición. Reflejo de la conducta humana, en el siglo XIII, XX, XXI y más allá, que Alonso grafica con magistral impacto visual.
Los seis meses que pasó en Florencia en 1968 le permitieron al artista realizar 250 dibujos inspirados en la obra de Dante para ilustrar una traducción al español de la Divina Comedia. Se trataba de un libro editado por Angel Battistessa, quien, sin embargo, no aceptó las ilustraciones por considerarlas “demasiado originales”, en la búsqueda de algo más tradicional.
Tal vez esa ‘originalidad’ del artista fuera la de haber podido crear una conexión entre los dramas de la narración y la época de Dante y la convulsa sociedad de los años sesenta. Mientras, en la muestra en Bellas Artes, su obra mantiene un hilo de continuidad con los contrapuntos, desesperanzas e infiernos que perturban a hombres y mujeres en los albores del siglo XXI.
Referente ineludible de la plástica contemporánea, ejemplo de coherencia artística durante sus más de siete décadas de trabajo; Carlos Alonso representa por estos días la imagen del artista que no se resigna, que no abandona la búsqueda de un arte que estimule la rebeldía.
Como transmitió a los artistas jóvenes: “Tu maestro tiene que servirte para darte algunas formas de libertad, no de límites. Y después tomás esa libertad y la extendés todo lo que puedas, todo lo que te dé el cuero, y tu coraje, tu capacidad, tu sensibilidad para ver hasta dónde estirás la cuerda sin que se convierta en un discurso político, algo que no tiene de política más que el dolor de pintar un niño con hambre. Pero esa no es la esencia. Es lo que motiva, y lo que finalmente se tiene que extender es cómo está hecho, cómo está pintado. La pintura, vamos. Eso es lo que tiene que crecer. Esa es la diferencia entre una generación y otra. Por eso no está mal que los chicos intenten otros lenguajes, incorporen otras cosas, porque de la renovación nace la salud de la nueva pintura, que anuncian siempre los jóvenes. A la pintura nunca podrán reemplazarla. Bacon lo dijo clarito: ‘La pintura va a otro lado del sistema nervioso'”.
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La muestra “Dante x Alonso” se puede visitar hasta el 13 de marzo en el Museo Nacional de Bellas Artes, avenida Del Libertador 1473, CABA.