miércoles, diciembre 4, 2024
Cultura

Lo que el Festival Internacional de Cine Político nos dejó

En la antesala

La política es para los políticos, vieja vox populi de panadería y esquina, de taller mecánico y charlas de café. Entonces, ¿por qué hacer un festival internacional de cine político? ¿Por qué ocupar espacios de encuentro, como cines y centros culturales, durante una semana para ver películas con tono político? Es más: ¿por qué sumergirse en la aventura anacrónica de pensar la política como un espacio civil? Clara Isasmendi es miembro de la comisión directiva y organizadora del FICiP, junto a Clelia Isasmendi, Osvaldo Cascella, Mauro Simone y Miguel Mato, y desde hace diez años pergeñan el Festival Internacional de Cine Político como una forma de instrucción cívica opuesta al establishment. “Para nosotros, en lo ideológico nos interesa que los pueblos tengan libertad de decisiones sobre sus territorios, sus recursos, autonomía de pensamiento”, nos dice Clara Isasmendi.

En esta modernidad donde la banalidad está de moda aparece un subterfugio por donde colarse un rato. La pregunta obligada fue ¿por qué un festival de cine político? “Estábamos  en la época de entre Néstor y Cristina y estábamos en una época fuerte. Dijimos, hay que desmitificar la palabra político. Política es la vida, es la lucha y la dignidad de los pueblos. No sólo los gobiernos y el poder de las instituciones.”

Nos sentamos con Clara en la antesala del Centro Cultural San Martín, vacía. El público acaba de entrar a la anteúltima proyección del día y el silencio lo hace notar. Asegura que “el pulso de la programación ésta dado por la gente, por los realizadores y las realizadoras, por los profesionales. Ese pulso lo dan las películas mismas. La convocatoria es amplía. Las películas tienen que ser políticas pero no panfletarias.” Uno de los chicos del staff le acercó unos pancitos saborizados. Manifestó, con un gesto, lo necesario del entremés, y dejó ver el cansancio de las extensas jornadas. Es de esos cansancios que se disfrutan.

Matar a un muerto – Hugo Giménez

Además de pertenecer a la Comisión Directiva se encarga de la Programación y diseño de contenidos. Explica que “es difícil la selección de las películas porque dónde ésta el límite de lo político.” Entonces, el extenso campo del subgénero obliga a tomar decisiones a la hora de la selección. Porque ahí, en el trabajo de elegir, hay una intención. “Hemos tenido películas con mucha esperanza donde la gente se organiza. Mucho de género que busca más equidad e inclusión. Hubieron (por esta edición) películas muy frescas, de jóvenes trans, mucha lucha de mujeres por cuestiones políticas, no sólo de género, como Hoy y no mañana, del grupo chileno Mujeres por la Vida.”

Si bien el festival recibe apoyo de diferentes entidades se nota el pulmón, que tira como un fuelle, brindándole el espíritu militante del under, la voz del arte contestatario (e inquisitivo). “Tratamos de llevar, con el festival, otra realidad. Ya no hay medios en la contracultura. Hay un lugar con la verdad tapada y otro con la mentira escondida.” Mientras abre los ojos, invitándonos a la reflexión, se quita el barbijo, le da un mordisco al pancito, y se pone en pie al notar que el público sale de la sala principal.

 En la sala

No hubo nada azaroso en la elección del film que, aun fuera de competencia y exhibido un día antes del inicio del festival, de alguna forma fuera la patada inaugural. “Adults in the room”, de Costa Gavras, hace un retrato, entre la comedia y el thriller político, de la debacle social, política y económica, la reestructuración de la deuda griega, la inhumanidad de los organismos financieros internacionales, el sistema de control político ejercido sobre toda la Unión Europea en manos de personajes tan reales que asustan (porque son reales –Lagarde, Merkel, Schäuble, entre otros–), y el accionar decisivo de los medios de comunicación dejando de lado la problemática de fondo (desigualdad, etc) y enfocándose en la construcción o destrucción (según les plazca) de líderes políticos. Son los tiempos que corren, desde hace mucho. Latinoamérica lo sabe, lo vive, y lo vivió. Tal vez por eso la necesidad de espacios como el FICiP.

Coup 53 – Taghi Amirani

Durante el festival, que se extendió desde el 14 al 20 de octubre, se pudieron ver una enorme variedad de films (documental y ficción), tanto cortometrajes, mediometrajes, como largometrajes, profundizando en diversos temas de la actualidad y de la historia. La temática central estuvo enfocada en el vaciamiento sistemático de los pueblos, por eso el lema fue “Por un mundo sin patios traseros”, dejando en claro el lugar que los poderosos (personas, empresas, corporaciones, gobiernos) les reservan a los países pobres (plagados de traidores internos).

Después del primer año pandémico, aquel 2020 transformado en el inicio de la era virtual, el FICiP volvió a las salas. En los cuatro espacios de exhibición, el Centro Cultural San Martín, el Gaumont, Centro Cultural Mugica y el auditorio A.P.S.E.E, se apreciaron películas nacionales e internacionales. Porque otra de las metas del festival es revitalizar, promover, el cine argentino. Películas como “La vuelta al campo”, de Juan Pablo Lepore, “Marea Verde”, de Angel Giovanni Hoyos, o “Lo habrás imaginado”, de Victoria Chaya Miranda que fue galardonada con un premio especial por la Competencia oficial Argentina de largometrajes. Certamen que tuvo su mención para “El largo viaje” de Marcelo Goyeneche, relato documental de una injusticia, y el primer premio otorgado a “No viajaré escondida”, de Pablo Hernán Zubizarreta, narrando el insólito camino político de Blanca Luz Brum.

En el plano internacional, “Haití betrayed, de Elaine Briére, abría el festival con el testimonio atroz de una historia de usos y abusos efectuados sobre el país centroamericano y los crímenes cometidos contra la figura del mandatario Jean Bertrand Aristide. En esta sección, la Competencia oficial Internacional de largometrajes, se laurearon con dos menciones especiales: “Matar un muerto”, el filme paraguayo de Hugo Giménez, y “Coup 53”, de Taghi Amirani. El primer premio fue para “Gaza”, de Andrew McConnell y Garry Keane. Así, las salas a disposición brindaron a un aforo limitado por la realidad, películas de todas las latitudes.

Gaza – Andrew McConnel y Garry Keane

No faltó, sin embargo, la actividad virtual. Desde conferencias hasta charlas y talleres, que mantendrán en la página de Facebook para quien guste pegarles una mirada. El FICiP continúa su aventura de instrucción cívica por Cipolleti, La Rioja, Quilmes y Florencio Varela, sumadas como subsedes en esta última edición.

Se constituye así un vasto espacio de discusión política. Porque ahí, en el debate de las ideas, de las propuestas, de las dudas, surge la sociedad, construye su forma. Vivimos un tiempo signado por las Fake News y Lawfare, por la hipercomunicación y el hiperentretenimiento. Elementos propios de cualquier película de ciencia ficción distópica. Es que para alcanzar la distopía es necesaria la alienación humana, y si observamos la sociedad, sus grandes rasgos, sus valores dominantes, sus líderes y sus rumbos, los polos derretidos y el amazonas incendiado, veremos los síntomas de la mayor alienación posible, y en aumento, convirtiéndonos en testigos (¿qué testigo querés ser?) de la gran tragedia humana, digna de proyectarse en todas las salas de cine del mundo.

Portada: Foto de Emiliano Charna