miércoles, marzo 19, 2025
Nacionales

Centros de integración: Una territorialidad que cobija

Corre el día 91 del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio decretado por el presidente Alberto Fernández el día 19 de marzo. Hoy el paisaje que nos convoca es un tanto distinto al de los primeros días; el transito ha tomado impulso, podemos divisar algunos negocios y comercios abiertos, los niños han vuelto a sus travesías, observamos ciudadanos haciendo ejercicios en espacios abiertos y el sonido de nuestra urbe se ha modificado. La ciudad de la furia parece haber comenzado a despertarse.

Es esencial comprender que sin hospitalidad no hay comunidad posible, no hay sociedad subjetivante que propicie un devenir, pero así también es fundamental entender que esto requiere de un hacer en conjunto, unido y solidario.

Más allá de esta cotidianidad que nos atraviesa donde las actividades han comenzado a ponerse en marcha nuevamente es fundamental mencionar que los contagios en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires siguen creciendo por lo cual las medidas de apertura están en un proceso de evaluación para evitar desbordes.

En tal sentido y en pos del cuidado propio y del prójimo varios centros de integración han abierto sus puertas para alojar a ciudadanos que se encontraban viviendo en la calle, en las diferentes esquinas, en los cajeros de los bancos o en las puertas de edificios. Estos lugares son sitios donde los individuos pueden resguardarse del frío y del contagio vertiginoso de este virus que parece ser ciudadano del mundo y no tener ninguna restricción entre fronteras.

Más de 200 personas se encuentran hospedadas en los diferentes centros que la Organización Social Proyecto 7 ha constituido, más de 200 sujetos tienen por las noches un plato de comida para compartir, más de 200 almas están siendo cuidadas y preservadas de esta pandemia que arrasa, más de 200 seres han encontrado un espacio subjetivante donde sentirse abrazados y contenidos construyendo un vínculo con otros para transitar este momento tan particular que nos afecta en todo sentido y a todos nuestros sentidos.

La única alternativa es seguir adelante y es ahí donde, como grupalidad, debemos llegar para forjar el concepto de hospitalidad.

Estos centros de integración cuentan con diferentes servicios: la posibilidad de higienizarse, alimentarse, llevar un control de la salud, realizar tareas cotidianas para conservar y propiciar la convivencia y, por sobre todo, una cama caliente donde dormir y transcurrir sus días y noches. Durante la jornada se organizan diferentes actividades recreativas para ejercitarse y crear desde lo lúdico, pueden leer, estudiar y tejer tramas vinculares que los y las sostengan y cobijen. Por otra parte, por las tardes se diagraman charlas con distintos profesionales de la salud, de las cuales participo, con el fin de anidar la palabra y prestar la escucha. “Donar el ser” como dice el psicoanalista infantil Esteban Levín.

Jaques Derrida opone: “La ley incondicional de la hospitalidad ilimitada” y “Las leyes de la hospitalidad, esos derechos y esos deberes siempre condicionados y condiciona-les”. En tal sentido, el filósofo francés comenta: “Es entre estas dos figuras de la hospitalidad como, en efecto, deben asumirse las responsabilidades y como deben tomarse las decisiones. Prueba temible porque si estas dos hospitalidades no se contradicen, permanecen heterogéneas en el momento mismo en que se reclaman una a la otra, de modo desconcertante. Todas las éticas de la hospitalidad no son las mismas, sin duda, pero no hay cultura ni vínculo social sin un principio de hospitalidad.

Es esencial comprender que sin hospitalidad no hay comunidad posible, no hay sociedad subjetivante que propicie un devenir, pero así también es fundamental entender que esto requiere de un hacer en conjunto, unido y solidario. Generar y construir un entramado que como seres sociales tenemos la responsabilidad de lograr para albergar a la hospitalidad recibida.

Franz Kafka hablaba del “Punto de no retorno” y en tal sentido afirmó: “A partir de cierto punto no hay retorno. Ese es el punto que hay que alcanzar” El autor se refería al no retorno como esa situación en la cual se elimina la opción de deshacer los pasos. La única alternativa es seguir adelante y es ahí donde, como grupalidad, debemos llegar para forjar el concepto de hospitalidad, que incluya a todos con nuestra mismidad, singularidad y particularidad que nos hace únicos, diferentes y cualesquiera.

Me gustaría concluir estas líneas con la reflexión de los filósofos Deleuze y Guattari en su obra “Mil Mesetas”: “conecta cualquier punto con otro punto cualquiera, cada uno de sus rasgos no remite necesariamente a rasgos de la misma naturaleza; el rizoma pone en juego regímenes de signos muy distintos e incluso estados de no-signos. El rizoma no se deja reducir ni a lo Uno ni a lo Múltiple. No está hecho de unidades, sino de dimensiones, o más bien de direcciones cambiantes. No tiene ni principio ni fin, siempre tiene un medio por el que crece y desborda. Contrariamente a una estructura, que se define por un conjunto de puntos y posiciones, de relaciones binarias entre estos puntos y de relaciones biunívocas entre esas posiciones, el rizoma sólo está hecho de líneas: líneas de segmentaridad, de estratificación, como dimensiones, pero también líneas de fuga o de desterritorialización como dimensión máxima según la cual, siguiéndola, la multiplicidad se metarmorfosea al cambiar de naturaleza. El rizoma no es objeto de reproducción: ni reproducción externa como el árbol-imagen, ni reproducción interna como la estructura-árbol. El rizoma es una antigenealogía, una memoria corta o antimemoria. El rizoma está relacionado con un mapa que debe ser producido, construido, siempre desmontable, conectable, alterable, modificable, con múltiples entradas y salidas, con sus líneas de fuga…”

*Carla Elena. Psicóloga Social, Diplomada en Violencia Familiar y Género. Graduada en “Educación Sexual Integral: Desafíos de la implementación en el ámbito educativo y comunitario”. Miembro de Forum Infancias. Docente. @Carla_DFederica