viernes, enero 24, 2025
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Cuando la violencia de género parece no tener fin

El año pasado hubo en nuestro país 327 femicidios según datos del Observatorio de las violencias de género “Ahora Que Si Nos Ven”. Enero 2020 cerró con 34 mujeres asesinadas a manos de la violencia machista, una cada 22 horas. En esta ocasión no solo María, en Puerto Deseado,  fue víctima de la violencia machista, brazo armado de esta cultura patriarcal, sino que se conjuga con un hecho, la muerte de su hijo de 4 años.

Portal “Tiemposur” de Puerto Deseado

Luego de esta noticia que nos ha dejado helados y espantados como ciudadanos y sociedad no podemos ni debemos dejar de hablar de maltrato infantil que puede llegar a la muerte. Es urgente, imprescindible y éticamente necesario hacerlo. Estar informados sobre el maltrato infantil es útil para saber de qué se trata y cuáles son sus características y consecuencias en los niños, niñas y adolescentes y comprender que es una responsabilidad social y política abordar esta temática.

En tal sentido para hablar particularmente del Maltrato Infantil es importante realizar algunas aclaraciones y distinciones así lograr comprender la magnitud del hecho y los diferentes tipos en el que el mismo se puede expresar y ejercer.

Desde el Derecho existen cuatro tipos de maltrato; el Abuso Físico; el Abuso Psicológico o Emocional, la Negligencia o Abandono y el Abuso Sexual. Cuando nos referimos al Abuso Físico hablamos de maltrato físico sobre el sujeto o trauma no accidental. Fracturas y otros signos de lesión que ocurren cuando se golpea a un niño, niña o adolescente de tal manera que puede llegar a la muerte. El Abuso Psicológico se caracteriza por la carencia o presencia insuficientes de figuras afectivas y subjetivantes que alojen y habiliten a los sujetos en el transitar de su desarrollo. La Negligencia o Abandono se trata de la falta de satisfacción de las necesidades básicas del ser: comida, ropa, albergue, higiene, atención médica, educación, recreación, supervisión necesarias para el desarrollo y crecimiento (siendo esto factible según las posibilidades económico-sociales de la familia) y por último el Abuso Sexual se relaciona con la participación de menores en cualquier actividad sexual, la cual no comprenden totalmente, ni se encuentran capacitados para dar consentimiento, con un adulto, debiendo existir una diferencia mayor a 5 años entre abusador y abusado.

Al parecer hay modalidades que se repiten en estos actos criminales. El varón violento no necesita ampararse en el anonimato para matar, entiende a la violación como un mensaje aleccionador para las mujeres sobre las cuales se siente amo y señor.

En este caso nos encontramos frene a un acto de violación seguido por el asesinado de su hijo y eso es un tipo de accionar que debemos analizar no solo por la atrocidad de la violación sino por el mensaje que este suceso criminal dejó y es la muerte de un infante.

Es fundamental conocer y replantearnos el concepto de la Violencia Vicaria la cual se ejerce sobre los hijos de las víctimas para manipularlas, someterlas y dañarlas. Es una de las formas más cruel de violencia de género que existe.

Entiendo que la mayoría de mujeres y hombres, aún no hemos tomado conciencia real del problema, al parecer queremos seguir viéndolo como sucesos aislados alejados de nuestras realidades cotidianas, cuando no es así.

Al parecer hay modalidades que se repiten en estos actos criminales. El varón violento no necesita ampararse en el anonimato para matar, entiende a la violación como un mensaje aleccionador para las mujeres sobre las cuales se siente amo y señor. Pero no les alcanza y actúan sobre los hijos de las víctimas para infringir peor daño, el más extremo y cruel. Este tipo de violencia (la Vicaria) tiene como objeto mujeres que callan, que no se divorcian, que no denuncian porque lo que está en juego es la vida y la integridad de sus hijos, madres que van a someterse al dominio posesivo del violento porque jamás permitirían poner en riesgo a quienes aman más que a sí mismas

Según diferentes expertas, es urgente avanzar en estudios y protocolos de comunicación, para evitar que estas conductas se repitan y asignar presupuesto a las políticas públicas e implementar programas donde las víctimas y sus hijos se sientan protegidas, no juzgadas y sobre todo puedan ser escuchadas y creídas.

Entiendo que la mayoría de mujeres y hombres, aún no hemos tomado conciencia real del problema, al parecer queremos seguir viéndolo como sucesos aislados alejados de nuestras realidades cotidianas, cuando no es así. Lo que sale a la luz solo es la punta del iceberg de una realidad instalada en una sociedad donde la mujer sigue siendo un ciudadano de segunda del cual el hombre tiene el poder absoluto, aunque las leyes nos digan lo contrario.

Me gustaría concluir esta columna con unas palabras de la especialista Laura Krochik: “Creo que el nivel de maltrato lo único que hace es reflejar el nivel de violencia y de desconexión emocional en el que vivimos. Estamos en una sociedad del sálvese quien pueda, en la que no hay lugar para mucha mirada del prójimo. Me parece que se trata de trabajar con las nuevas generaciones de padres en cuanto a las necesidades, al autoconocimiento y a la elevación de la autoestima. Un adulto que se reconoce, que se quiere, que se sabe ser humano con todo lo que eso significa no puede maltratar ni denigrar a nadie, menos si se trata de un niño, y menos aún si se trata de su hijo”.

Carla Elena. Psicóloga Social, Diplomada en “Violencia Familiar y Género”. “Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes”. Graduada en “Educación Sexual Integral: Desafíos de la implementación en el ámbito educativo y comunitario”. Miembro de Forum Infancias. Docente.