Juan Solá: “La literatura tiene que volver a la gente”
Por Marcelo Massarino/El Furgón –
La vida cotidiana es una fuente inagotable para la literatura. Un pueblo, una gran ciudad, la aldea o el camino. Cualquier circunstancia es materia prima para contar el sentimiento de quien va por la vida. Historias mundanas, pequeños o grandes acontecimientos que pueden cambiar el rumbo o profundizar la huella. Ese el sendero literario que Juan Solá eligió para épicaurbana, un libro que en versión extendida publicó Editorial Sudestada y que cuenta con ilustraciones de Carladetal.
Solá nació en La Paz, provincia de Entre Ríos. Hace unos años que se radicó en la ciudad de Buenos Aires y fundó el sello Árbol Gordo. Con una prosa directa y cristalina cuenta historias que cruzan la infancia, los amores, la discriminación, las alegrías y las tristezas de quienes sobreviven a la agenda diaria de un país en crisis permanente.
El autor dialogó con El Furgón sobre épicaurbana y el por qué de su trabajo literario como escritor y formador en talleres itinerantes por los rincones de la Argentina.
El Furgón: -¿Cuál es el contenido de épicaurbana?
Juan Solá: -Es una recopilación de cuentos que me contó la calle. Son textos que fui publicando en las redes sociales referidos a distintas temáticas. La primera parte busca ser un reflejo de la sociedad actual. Muchos de esos textos están inspirados en situaciones que viví en Buenos Aires, historias que me contaron, cosas que fui deconstruyendo. La intención es abordar la literatura social sin ser tan rebuscado en la forma de expresarlo, quiero ser lo más claro posible sobre las cosas que me rodean. A veces digo en las presentaciones que son cuentos que me contó la calle porque no son inventados. Después hay otra parte sobre la deconstrucción del amor que es algo que trabajo siempre. Y la tercera y última se titula “La parte honda del río”, es la historia de dos amigos que buscan refugiarse en la infancia para sobrellevar la realidad que los envuelve y oprime.
E.F: -¿Por qué razón escribe y edita sus textos?
J.S: -El primer libro lo publicó una editorial del Chaco cuando tenía diez años luego de ganar un certamen nacional. Tras radicarme en Buenos Aires y dejar mi trabajo formal en relación de dependencia, utilicé la indemnización para fundar Arbol Gordo, que es mi editorial y tiene la intención de darle un “micrófono de papel” a las nuevas voces de la literatura regional. Tiene tres años y nos dio muchas satisfacciones. Pude conocer muchos rincones de la Argentina donde es necesario llevar libros, literatura y el testimonio de los autores. Es fundamental que la gente escriba porque es sanador y por las ideas que hay que sacar para afuera. Después hay gente que se encarga de corregir puntos y comas pero lo que vale es el testimonio; si no contamos la historia desde nuestra perspectiva siempre la van a contar hombres heterosexuales y blancos. Y la historia es un compendio de voces. Un solo segmento social no tiene que contar cómo sucedieron los hechos. La intención es mostrar historias que puedan ayudar a alguien a decir y expresar, a sacar lo que tiene adentro. En los talleres de literatura llevamos esa propuesta. Contar la propia historia, sentirse más liviano.
E.F: -¿Cuál es el contacto con sus lectores?
J.S: -Hay que ser respetuosos a la hora de publicar porque los libros están hechos con árboles muertos. Hay que tener algo para decir y estar seguros de lo que se quiere contar. El libro es algo irremplazable. Muchos están gratis en internet, en mi blog. Pero los amantes del impreso no se extinguen. Nosotros en Arbol Gordo permitimos la fotocopia porque el libro no se muere cuando lo copias sino cuando no se lee. Si bien entiendo la estructura del negocio en una editorial -vivo de esto- me parece que es un grave error querer enriquecerse con algo que es para beneficio de todos y todas. Ayer leí una de las críticas más lindas que me hicieron. La chica decía “no me gusta como escribe, cae en lugares comunes, usa un lenguaje muy simple pero, sin embargo, el mensaje te parte al medio”. Y ese es mi objetivo. No busco ser snob ni estructurado porque la literatura tiene que correrse de ese lugar cerrado y volver a la biblioteca popular, a la gente que más necesita los libros. Por lo pronto, tenemos la ventaja de las redes sociales para transferir la información a quienes la necesiten. Después, si alguien quiere comprar el libro para mi es un honor porque cuando no hay pan, es muy difícil que alguien pueda comprar un libro. Y siempre que puedo hago presentaciones. Si perdés el contacto con el lector estás en la lona. Que esto de hacer literatura sea un ocio y no un negocio, que no se corte el intercambio de esta red humana que es maravillosa.
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Conseguí épicaurbana, de Juan Solá, en Librería Sudestada (Tucumán 1533)