80 años sin Antonio Machado. “¡Triste labor de poeta!”
Por Flavio Zalazar, desde Rosario/El Furgón –
La expresión del título es de un verso que clava en certeza, y al corazón. Antonio Machado, muerto en el exilio, no sólo representó la tragedia de un pueblo, sino además fue cultor de una poética única.
Nacido en Sevilla en el año 1875, hijo de padre culto –investigador, docente, escritor–, cursa estudios en Madrid y luego en Paris. En la “Capital del mundo” asiste a clases dictadas por Henri Bergson, trabaja para la prestigiosa editorial Garnier y conoce al faro que guiará a toda una generación de escritores españoles: Rubén Darío. Al relacionarse con el nicaragüense, éste escribe una honra -espaldarazo a modo de oda del escritor consagrado al joven prometedor– que tituló “Oración por Antonio Machado”:
Misterioso y silencioso
iba una y otra vez.
Su mirada era tan profunda
que apenas se podía ver.
Cuando hablaba tenía un dejo
de timidez y de altivez.
Y la luz de sus pensamientos
casi siempre se veía arder.
Era luminoso y profundo
como era hombre de buena fe.
Fuera pastor de mil leones
y de corderos a la vez.
Conducirá tempestades
o traería un panal de miel.
Las maravillas de la vida
y del amor y del placer,
cantaba en versos profundos
cuyo secreto era de él.
Montado en un raro Pegaso,
un día al imposible fue.
Ruego por Antonio a mis dioses,
ellos le salven siempre. Amen.
Serrat canta a Machado en Chile, 1969
De vuelta en España, enseña francés en un colegio de la ciudad castellana de Soria y en la Universidad Popular. Durante los años veinte y treinta escribe teatro en colaboración con su hermano, Manuel Machado. Del referido período tenemos el bello poema “Campo”, una fiesta de austeridad expresiva.
La tarde está muriendo
como un hogar humilde que se apaga.
Allá, sobre los montes,
Quedan algunas brasas.
Y ese árbol roto en el camino blanco
hace llorar de lástima.
¡Dos ramas en el tronco herido,
y una hoja marchita y negra en cada rama!
¿Llorar?… Entre los álamos de oro,
lejos, la sombra del amor te aguarda.
Estalla la Guerra Civil, los hermanos toman distancia. Antonio participa en publicaciones republicanas, colabora en el periódico Hora y asiste al Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura. Manuel asume como funcionario del mismísimo Franco.
En 1939 el derrotado marcha a Barcelona, desde donde cruza los Pirineos hasta la ciudad de Coillure, Francia. Allí falleció a poco de su llegada, acompañado por su madre que eligió el hijo en desgracia. Fue hace ochenta años.
De su producción sobresalen: Soledades, galerías y otros poemas (1907), Campos de Castilla (1912), Desdichas de la fortuna o Julianillo Valcársel (1925), Poesías completas (1933) y Juan de Mairena (1936).
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