QUE EL ABORTO SEA LEY. El camino es el mismo, es verde
Por Paula Pimentel*, especial para El Furgón.
- Después de meses de debates y de la media sanción en Diputados, finalmente llegó el 8A y lxs senadores demostraron, que pertenecer a otra época, que los avances y triunfos políticos están afuera del recinto de la Cámara Alta que ayer se tiñó de verde, pero de verde dinosaurio.
Y en el país de las antinomias, del eterno Boca-River, Federales-Unitarios, Soda Stéreo–Los Redondos, Verde-Celeste, hoy nos levantamos con otro resultado polémicamente contundente. Ganó “la ola celeste”, que más que ola fueron gotas salpicadas del movimiento generado por un mar verde.
Y digo cuestionablemente contundente, por dos cosas: por un lado, 31 votos contra 38, 2 abstenciones, en un Gobierno posmodernamente posliberal y posdeshumanizado, retrógrado, conservador, de ultraderecha, con los demostrados niveles de desprecio que maneja por el Pueblo, presidido por el hijo de un empresario que se enriqueció durante la dictadura genocida, pasando de tener 7 empresas a 46 durante los años más oscuros de nuestro país.
Un Gobierno que en 2 años y medio de gestión generó miles y miles de despidos, cierre de empresas, y la movilidad social que hace algunos años era ascendente, hoy descendió velozmente a niveles “familias durmiendo en las calles”.
En pocos años el movimiento feminista aumentó en número, en visibilidad, en manifestaciones, en proyectos, creció y se instaló en la agenda nacional como nunca antes. Y llegó para quedarse.
Un Gobierno que arremetió contra toda intervención estatal, que nos volvió a meter al FMI, que se metió con las pensiones por discapacidad, que se metió con lxs jubiladxs –no me olvido del abuelo que se suicidó en el Anses en Mar del Plata-, con lxs docentes –no me olvido de Sandra y Rubén, tampoco de Fuentealba-, con lxs laburantes, con lxs pobres, con lxs pibes, con lxs estudiantes, con lxs periodistas, con las madres, con lxs niños, con lxs militantes, con los movimientos de derechos humanos.
Y ahora con nosotras, con el movimiento feminista. ¿Qué sector social les queda por atacar? Un Gobierno que se atrevió a enviar a genocidas a sus casas y a meternos militares en las calles. Que nos reprime y nos detiene después de cada manifestación. Ahora terminamos los actos con un “vayámonos rápido compañerxs, cuidémonos entre nosotrxs.” Y cuando llegás a tu casa te enterás que 8, 9, 15 detenidxs, golpeadxs, y así. Y cuántas cosas me estaré olvidando esta mañana de sentimientos encontrados. Pero no nos vayamos tan lejos, que todavía arden las cenizas de anoche.
Decía que el triunfo fue “polémicamente contundente” porque 38 a 31 en un Gobierno, para resumir todo lo anterior, tan de mierda, es casi un triunfo. Incluso funcionarios de ese partido militaron por el aborto legal, seguro y gratuito. Un proyecto de ley que se presentó 7 veces, pero que nunca había llegado a esa instancia, perdiendo por 7 votos, en un país y un continente teñido en su mayoría por gobiernos de derecha, es casi un triunfo.
En pocos años el movimiento feminista aumentó en número, en visibilidad, en manifestaciones, en proyectos, creció y se instaló en la agenda nacional como nunca antes. Y llegó para quedarse.
No podemos no sentir enojo por la falta de empatía, por el desprecio a la voluntad popular, pero ya sabemos convertir el enojo en alegría y la indignación en lucha, nuestras Madres nos marcaron un camino hace 40 años.
El otro motivo del polémico triunfo celeste es justamente la sensación de que el “movimiento pro vida”, surgido circunstancialmente como respuesta a una propuesta clara y concisa del movimiento feminista, no ganó nada. No ganaron las calles, no ganaron dos vidas, quizás ganaron una apuesta entre amigxs, pero a los fines sociales, a los fines de ampliación de derechos, no ganaron nada. Ganó el capricho de querer decidir sobre el cuerpo de alguien que no son ellxs, por supuesto.
Ganó la hipocresía de saber que el aborto seguirá sucediendo a lo largo y ancho del país, pero ellxs dormirán tranquilxs, intento entender el por qué. Ganó esconder la basura debajo de la alfombra, o los juguetes tirados bajo la cama cuando me pedían que ordene mi cuarto. Si, al rato me daba cuenta, esconder los juguetes no solucionaba el desorden de fondo. Y luego era el doble de trabajo. Trabajito, ponele.
Y si una niña pequeña puede entender con una metáfora tan simple algo básico que aplica a todo, me pregunto cómo 40 senadores que durante el debate alardeaban de su formación académica, no pueden entender que anoche metieron baja la cama las agujas que se seguirán usando, el perejil, la percha, la clínica clandestina, las socorristas, las toallas llenas de sangre, el misoprostol, y mandaron a la muerte a cuántas mujeres más, señores.
Una generación de pibxs comenzó a hacer historia en su adolescencia, y eso me recuerda a una generación que extrañamos y necesitamos tanto, la generación de los 30 mil.
¿Saben quiénes tienen que seguir salvando las cientos de vidas ahora? Lxs mismos de siempre, que no son ustedes, por supuesto. Porque ahora las mujeres volverán a ser las negras que se embarazan por un plan, y los pibitos de 3, 4 años, volverán a ser los potenciales delincuentes que irán por lo tuyo, a vos, que pagás tus impuestos, y que la baja de edad de imputabilidad, y que mis bienes, y la pena de muerte.
Habrán dormido tranquilxs, ya todo vuelve a la normalidad. Ya deben sacarse el velo celeste de amor y comprensión universal para volver a la rabia del perro que muerde sin que lo ataquen.
No podemos no sentir enojo por la falta de empatía, por el desprecio a la voluntad popular, pero ya sabemos convertir el enojo en alegría y la indignación en lucha, nuestras Madres nos marcaron un camino hace 40 años.
Si no es este año, será el otro, o el otro, repetimos. Es que así será, no tengamos dudas. El camino de la consulta popular pareciera hermoso pero también, como todo camino de lucha, lleno de espinas.
El diputado del PRO Daniel Lipovetzky propuso ayer en declaraciones a la prensa esta idea, “si no se aprueba la ley, estamos pensando en una consulta popular vinculante (…) Eso amerita, tal vez, un sistema de decisión a través de la democracia directa que prevé la Constitución a través de la consulta vinculante. Es posible que propondramos esto”, remarcó.
Más allá de la viabilidad de una consulta popular, que por supuesto sería muy saludable para este sistema que dice representarnos y quedó claro que ayer no representó ninguna mayoría, esta lucha del movimiento de mujeres recorre por estos días uno de los puntos más altos de su historia, ganando mucho más que una ley. Cuando decimos que ganamos la calle, es cierto. Y no hay mayor triunfo que la voluntad popular.
Así como escuchamos senadoras que votaron en contra sin haber leído la ley, y senadores diciendo que las violaciones intrafamiliares no son violentas, también escuchamos diputadxs y senadores contando cómo sus hijxs adolescentes los hicieron cambiar de opinión. Y ese es el mayor triunfo, la generación de pibxs comenzó a hacer historia en su adolescencia, y eso me recuerda a una generación que extrañamos y necesitamos tanto, la generación de los 30 mil.
Más que nunca con los pañuelos verdes por todos lados, continuemos compañeras, hasta el Aborto Legal, Seguro y Gratuito, ¡Siempre!
*Periodista. Integrante de la APDH-La Matanza
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Fotos de portada e interior: Emergentes, participante de la cobertura colaborativa.