Palestina como un aullido interminable
“Hacemos lo que hacen los prisioneros, lo que hacen los desempleados: alimentamos la esperanza.”
Mahmoud Darwish
Por Jorge Montero/El Furgón – Mientras Israel celebra sus 70 años de existencia, con Estados Unidos inaugurando su suntuosa embajada en Jerusalén; al menos 61 palestinos son asesinados por las fuerzas militares israelíes entre el 14 y el 15 de mayo en territorio de Gaza, incluidos 8 niños, mientras que otros 2.771 resultan heridos por impactos de bala e inhalación de gases lacrimógenos, muchos de ellos con secuelas irreversibles. Los centros sanitarios están colapsados. Los equipos médicos están desbordados, trabajando sin parar y operando incluso en los pasillos.
“El hospital huele a sangre, la sangre está por todas partes” /MaramHumaid, periodista de la red Al Jazeera, desde el Indonesian Hospital en la parte norte de la Franja de Gaza.

Los trece hospitales de la Franja que operan bajo el ministerio de Salud gazatí, languidecen. La falta de energía eléctrica, agua potable, medicamentos y equipos médicos, desde hace meses, dificultan la acción humanitaria en este territorio de 365 kilómetros cuadrados, donde sobreviven dos millones de personas. Israel impuso su bloqueo durante 2007 con la ayuda de Egipto, controlando la frontera terrestre, el acceso al Mar Mediterráneo y el espacio aéreo. La Franja de Gaza se ha hecho conocida como “la prisión a cielo abierto más grande del mundo”.
Richard Villar, cirujano de la Cruz Roja, que colabora en el European Gaza Hospital, destaca “la calma antes de la tormenta” vivida en las primeras horas del lunes al recordar la jornada. “A partir de las 11 nos llegó el primer herido, después ocho, luego 26, 64… Todo explotó”.
Lo que llama la atención no es que haya ocurrido. Lo que llama la atención es que casi nadie lo recuerde. El 15 de mayo de 1948 fue un día trágico. Pocas horas después que David Ben Gurión leyera la declaración de la independencia de Israel, el día que concluía el mandato británico sobre Palestina, se iniciaba también uno de los más brutales éxodos que se hayan conocido en la historia de la humanidad: el del pueblo palestino, despojado de su tierra, desplazado de su nación, violentado, encarcelado, silenciado. Un pueblo al que, desde entonces, los poderosos del planeta han tratado de aniquilar, volviendo invisible, condenándolo a la inexistencia. “Nakba”: catástrofe, desastre. Quizás también: persistencia de la memoria, retorno, dignidad, verdad, justicia.
“La visión más desgarradora fueron los gatos y los perros ladrando y haciendo jaleo, tratando de seguir a sus dueños. Yo escuché a un hombre gritarle a su perro: ¡Vuelve! ¡Tú al menos puedes quedarte!”/ Palestina, 1948 y los reclamos de la memoria.
Entre 250 mil y 350 mil palestinos fueron expulsados de sus hogares por los paramilitares sionistas entre 1947 y la declaración de independencia de Israel, el 15 de mayo de 1948. Más de 600 aldeas fueron destruidas, incluyendo los centros portuarios de Jaffa de 76.000 habitantes y Haifa con 70.000 pobladores. Un año después la cifra de desplazados ascendía entre los 750 mil y el millón de personas. Hoy el número de refugiados, incluyendo supervivientes de la Nakba y sus descendientes, asciende a 12 millones de palestinos.
Si durante casi dos mil años el pueblo de Israel vagó por todo el planeta, ahora, de manera deliberada y desde una posición de fuerza brutal, condena al exilio a buena parte del pueblo palestino, al cual niega el derecho al retorno.
“Él retornó, dijo, para plantar en ella el árbol del conocimiento/ y él era ese árbol. / Él nació en Jaffa y a Jaffa retornó, para permanecer/ allí por la eternidad, cerca del árbol del paraíso.” / MahmoudDarwish, poeta palestino.
Después de la “Nakba”, no todos sus pobladores abandonaron Palestina. Algunos quedaron bajo el control territorial del Estado de Israel. Palestina fue confiscada, dividida entre Cisjordania y la Franja de Gaza, Jerusalén Este como centro de un Estado ilusorio. Los palestinos, son “aquellos cuya presencia fue sustituida por la ausencia”, sostuvo Edward Said. En territorios controlados colonialmente, entre muros y segregación, infectados por puestos de vigilancia israelíes que bloquean o autorizan ocasionalmente el tránsito de los palestinos, transformados en parias de su propia tierra.
“Cincuenta años después/ estoy tratando de contar la historia/ de lo que se perdió/ antes de mi nacimiento/ la historia de lo que estaba allí/ antes de que la casa de piedra cayera/ el mortero explotó/ las rocas sueltas fueron llevadas lejos para nuevos propósitos, o aplastadas/ la tierra se declaró limpia, vacía”/ Lisa SuhairMajaj, poeta palestina.
Yigal Allon, comandante militar durante la campaña de 1948 y más tarde general de las Fuerzas de Defensa de Israel, había sentenciado el asesinato indiscriminado de todos los palestinos: “Necesitamos ser precisos sobre el tiempo, el lugar y aquellos a los que golpeamos. Si creemos en una familia, debemos hacerles daño sin piedad, incluidas las mujeres y los niños. De lo contrario, esta no es una reacción efectiva. Durante la operación no hay necesidad de distinguir entre culpable y no culpable”.
Setenta años después de que Allon dijera estas palabras, Israel continúa aplicando su estrategia. Mientras los videos mostraban a militares israelíes riendo y vitoreando mientras disparaban a palestinos desarmados en Gaza, el ministro de Defensa, Avigdor Lieberman, justificaba: “No hay gente inocente en Gaza”.
Sucesivos gobernantes israelíes no hacen más que profundizar el genocidio. Desde la ‘estadista’ Golda Meir, primera ministra que declaró en 1969 al Sunday Times “No existe el pueblo palestino. ¿Cómo vamos a devolver los territorios ocupados? No hay nadie a quién devolvérselos. No hay tal cosa llamada palestinos”. Al ‘mesiánico’ Benjamín Netanyahu, actual jefe de gobierno: “Estamos en Jerusalén para quedarnos, y la realidad es que Jerusalén fue y seguirá siendo la capital del Estado y el pueblo judíos”.
“Pero no moriré. / En tanto que en la noche del refugiado, / cruzando el cementerio de las fronteras, / quede fuego y aceite en el candil. / Donde las viejas tiendas. / Y es como si el viento, un letrero, indicara/ el sangrante camino, cercano, del retorno.” / poeta palestino Abdel-Wahhab Al-Bayati.
Es paradójico que el único Estado creado por las Naciones Unidas sea –amparado por el veto protector estadounidense, y complicidades varias- el más contumaz violador de su Carta de Principios y de sus múltiples resoluciones, el mayor obstáculo para la solución de tan prolongado conflicto y un latente peligro para la paz y la seguridad en la región. Con total impunidad, Israel extiende sus tentáculos en el Oriente Medio y participa en las guerras y agresiones a otros países de la región como Siria, Líbano, Libia, Irak, amenazando a la República Islámica de Irán, sin prever las consecuencias de una conflagración internacionalizada que extendería sus llamas al Estado sionista, a un costo imposible de asumir por sus incendiarios instigadores.
“A mí lo que me indigna, y no puedo callarme, es la cobardía de la comunidad internacional que se deja callar.Ni siquiera hablo de Estados Unidos, del lobby judío, de todo eso que es más que conocido. Hablo de la Unión Europea. Europa, la cuna del arte, de la gran literatura, todo eso. Y todos asistiendo a esto, a este desastre y nadie interviene… Los palestinos son víctimas de crímenes contra la humanidad cometidos por el gobierno de Israel con el aplauso de su pueblo.“/ José Saramago, escritor y premio Nobel.
Nos lanzan el horror a la cara, en el transcurso de las últimas siete semanas de la “Gran Marcha del Retorno”, Israel asesinó a 112 palestinos en Gaza mientras marchaban pacíficamente exigiendo su derecho al retorno. 12mil 271 personas han resultado heridos, de ellas 3.598 con munición de guerra, según contabiliza la UNRWA (Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo), en estas movilizaciones masivas.
Fadi Abu Saleh, de 29 años fue abatido por un francotirador del ejército israelí, sobre su silla de ruedas, sin sus dos piernas, perdidas en un bombardeo realizado por los mismos que lo derribaron de un disparo en la cabeza diez años después. En una habitación del Hospital Shifa, el joven Ibrahim Ruhmi permanece con ambas piernas vendadas, su hermana comienza a gritar en un estallido de frustración: “¡Su pierna se pudrirá! ¿Qué están esperando?”, su destino es la amputación, no hay posibilidad en Gaza de realizar cirugías muy complejas. En un último abrazo, Mariam al-Ghandour, aprieta contra ella el cuerpo de su hija Leila de 8 meses, asfixiada por los gases lacrimógenos,“los israelíes la han matado”, dice llorando… A un tiempo Ivanka Trump, la hija del presidente estadounidense, y su comitiva posan con sonrisas radiantes ante la embajada de Estados Unidos en Jerusalén, inaugurada en vísperas de la ‘Nakba’.

“…lo que vimos en Jerusalén no fue la apertura de una embajada, sino la de un asentamiento estadounidense”, afirmó un cuestionado presidente palestino Mahmoud Abbas. “Si antes teníamos en nuestra Patria colonias israelíes ilegales levantados con ayuda estadounidense, hoy tenemos una colonia estadounidense en Jerusalén Oriental erigida en contra de nuestra voluntad”, enfatizó.
Sólo un párrafo para la actitud del gobierno argentino. Ni una línea de la Cancillería, terrible silencio ominoso y cómplice con el genocidio israelí. Claro, de por medio hay identidades ideológicas entre los mandatarios Macri y Netanyahu: la “lucha contra el terrorismo” y el “rechazo al memorándum de entendimiento con Irán” firmado por el ejecutivo de Cristina Fernández, por ejemplo. Pero también han florecido pingües negocios principalmente en las áreas de provisión de armamentos, tecnología militar y seguridad.
La cuestionada ministra Patricia Bullrich, visitó tierras israelíes en noviembre de 2016 donde cerró la compra de equipamiento militar por un monto cercano a los 100 millones de dólares, bajo el argumento del combate al narcotráfico. También el ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Cristian Ritondo, firmó un acuerdo para que las fuerzas policiales bonaerenses reciban entrenamiento israelí. Ya en diciembre de 2016, el ministro cerró el primer “Curso Internacional Argentina-Israel” en la escuela de policía coronel Julio Dantas, dictado por Four Troop, un ejército privado integrado por ex agentes de las fuerzas de seguridad israelíes. Ritondo afirmó que “esto es algo que vino para quedarse”. Tenía razón, poco después se enviaron efectivos del grupo Halcón a capacitarse durante dos semanas en territorios ocupados de Palestina. Como frutilla del postre, la selección argentina de fútbol se apresta a disputar un partido amistoso con Israel, programado para el 9 de junio en el Teddy Stadium de Jerusalén, previo a su viaje a Rusia.
Mientras tanto el alto comisionado para los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, Zeid Raad Hussein exhorta a cesar la matanza de palestinos. “La impactante matanza de docenas de personas, los cientos de heridos por el fuego vivo israelí en Gaza debe terminar ahora mismo. El derecho a la vida debe ser respetado. Los responsables de las escandalosas violaciones de derechos humanos deben rendir cuentas. La comunidad internacional debe garantizar justicia para las víctimas”, escribió en la cuenta oficial del ente en Twitter.
“Somos las víctimas de las víctimas –lo cual es bastante inusual- estamos sujetos a un colonialismo único. Nos quieren muertos y exiliados. Las vidas de los israelíes y palestinos están desesperadamente entrelazadas. No hay modo de separarlas. Ustedes pueden tener una fantasía y negar o poner al pueblo en guetos. Pero en realidad hay una historia en común. Tenemos que encontrar el modo de vivir juntos” -sostenía el intelectual palestino Edward Said– “Nosotros nos mantenemos firmes en el tema de la identidad como algo mucho más significante y políticamente democrático que la mera residencia y servidumbre que Israel nos ofrece. Lo que nosotros pedimos como palestinos es el derecho a ser ciudadanos…Elegir esa identidad es hacer historia, no elegirla es desaparecer.”