martes, abril 29, 2025
Nacionales

Milei y su visión invertida de la Inversión Pública

El Presidente, durante su discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso Nacional, se refirió a la inversión pública. Empezó afirmando “que era uno de los curros más grandes de la política”, y con el ya conocido simplismo argumentativo, imagino que para él, es motivo suficiente no para corregir dicho “curro”, que sin duda ha existido en mayor o menor medida y con actores de ambos lados del mostrador, sino para eliminar la inversión pública del vocabulario del Gobierno.

Pero no lo dejó ahí. Siguió afirmando que se engaña a la gente “cuando dicen esa mentira de que la obra pública genera trabajo”. Una vez más, y van… Milei simplifica hasta el límite el argumento asegurando que el empleo demandado por la obra pública es empleo que se pierde en otras áreas del sector privado.

Lo primero y elemental que uno podría decir al respecto es que, si hubiera pleno empleo, es decir que todas las personas que quieren trabajar están trabajando, podría darse que se genere un traslado de algún sector hacia la inversión en Obra Pública. Este burdo y tambien simplista argumento sólo sirve si miramos únicamente el efecto directo de la inversión publica como demandante de empleo.

Pero, si realmente le interesara a Milei ponerle un poco de seriedad a sus dichos, debería considerar el para qué y el por qué de la inversión pública.  Mal que le pese, la inversión pública en Argentina y en cualquier país, es necesaria fundamentalmente, para dotar al país de una infraestructura en caminos, puentes, puertos, hospitales, escuelas, universidades, investigación y desarrollo, etc. etc., que, dadas las condiciones imperantes en la economía, al sector privado muy probablemente no le resulte rentable.

La respuesta del libertario podría ser: si no es rentable no hay ningún incentivo para que se haga. Esa respuesta encierra otra, que es: el que no tiene recursos, no tiene porque acceder a salud, educación, a trasladarse, entre otras. Y es esa, la mirada libertaria, no ya de la economía sino de la vida. Sálvese quien pueda, quien pueda pagar el precio que el mercado determina, de los bienes y servicios que el mismo mercado decida producir.

Sigue diciendo: “Es falso porque las obras públicas hay que financiarlas y se financian con impuestos, ya sea de impuestos explícitos o con emisión monetaria que deriva después en el impuesto inflacionario o con deuda, esa inmoralidad que castiga a las generaciones futuras”. La coherencia de Milei se puede ver en que no abandona su visión simplista de las cosas.

Asume que, de una u otra manera, financiar la inversión pública, es o inflacionario o endeuda a las generaciones futuras. Claro que mal hecha es probable que  la financiación de la inversión publica pueda derivar en esos dos problemas, es tan cierto como que, bien planificada y dirigida a dotar al país de mejoras que redunden en aumento de la eficiencia y productividad de la economía en su conjunto, no lo sería.