Y otra vez los mitos y prejuicios
Mientras me preparo para escribir estas líneas, se arremolinan diversas voces que se alzan para hablar de la violencia de género.
Desde las noticias, programas de TV, radio o redes sociales se funden, confunden y difunden conceptos, análisis e interpretaciones de analistas políticos, periodistas deportivos y comentaristas de espectáculos. Todos ellos tienen un punto en común, hablar de la violencia de género.
Sin más motivaciones por volcar impresiones personales, que las que su propio “sentido común” les brinda, aunque según dicen, es el menos común de los sentidos.
Todo este escenario me motiva y me provoca para poner otra voz diferente.
En principio me propongo poner voz en relación a las violencias de género en general y no caer en particularidades por mas obvias que resulten. Es un desafio, hablar sin caer en la violencia de la intromisión. Violencia que se ejerce desde la invasión a la intimidad personal de terceros.
Hace muchos años que comencé el camino de la formación profesional como psicóloga, abocándome a la problemática de violencia de género, he transitado la experiencia de la visibilización de este fenómeno en estos años, producto de movimientos socio-culturales que a nivel internacional comenzaron a impulsarse.
Impulso que encierra el más genuino interés por sensibilizar a la sociedad en general. Desde los ámbitos de poder ha ido ganando espacio en las agendas, la problemática de la violencia de género.
Cuando parecían muchos de los temas trillados, de tantas veces dicho y escuchado, me sorprendo al enfrentarme con mitos y prejuicios que parecían largamente superados. Encontrarme con este resurgimiento, virulento, que se impone en el presente, sorprende y asusta.
Pero no me paraliza, sino que me impulsa a volver sobre lo ya tantas veces dicho.
Mitos:
“La violencia solo existe en familias con pocos medios económicos”
La desesperación y la angustia no responden a clases socio-económicas. La violencia de género existe en todos los estratos sociales. Sin embargo, los prejuicios y temores que circulan en determinados niveles de la sociedad no permiten su detección. Suelen ser solamente las mujeres de sectores mas desfavorecidos, quienes acuden a buscar ayuda a los servicios públicos.
“Si no se van es porque les gusta”
Para esta reflexión tan liviana y prejuiciosa que suele circular ante la noticia de un hecho de violencia de género, es necesario contemplar varios factores.
Existen muchas razones que le impiden a la mujer que sufre violencia, establecer un corte definitivo a estos vínculos. El miedo, la ignorancia de sus derechos, la carencia de recursos materiales, la dependencia económica, la presión que ejerce el agresor son algunas de las muchas razones desde las cuales puede ser explicada la imposibilidad a irse de esos vínculos.
“Los hombres violentos son personas incultas y sin educación formal”
Diversos estudios a nivel internacional y local revelan que existen hombres violentos en todos los niveles socioeducativos.
La clase social, y el poder que ejerzan socioeconómicamente este tipo de hombres, suelen constituir un obstáculo de difícil enfrentamiento para abordar el problema de la violencia de género.
“Un hombre no maltrata porque sí, la mujer también habrá hecho algo para provocarle”
El padecimiento crónico a situaciones donde se producen diversas modalidades violentas, van debilitando psiquicamente a estas mujeres, quebrando su voluntad. Producto de estar inmersas en estas dinámicas violentas se altera su autoestima y su fortaleza interior.
Por lo tanto, no debe confundirse las causas con las consecuencias, del deterioro que producen estos tipos de sometimientos.
“La violencia es sólo el golpe”
Existen varias modalidades en el ejercicio de la violencia. La forma más socialmente distinguible es la que se ejerce físicamente, con golpes, marcas físicas, lesiones y que en casos extremos pueden llegar hasta la propia muerte.
Pero éste justamente es uno de los últimos peldaños en la escalada de violencia.
Cuando la agresión física se ha instalado, es que previamente se recorrieron otras escalas que pudieron estar invisibilizadas, por naturalización muchas veces y también por ignorancia.
En el espiralado camino de la violencia de género que atraviesan las mujeres en sus vínculos se van produciendo muchas otras muertes.
No sólo la física que es la más irremediable de todas. Existen otras muertes simbólicas, sutiles, silenciosas.
Finalmente, es oportuno destacar que NO EXISTE LA VICTIMA PERFECTA.
Parte de la sociedad, aún sostiene una especial expectativa sobre aquellas mujeres que se posicionen como víctimas de violencia. Se continúa registrando una exigencia de atributos que debieran presentar para ser legitimadas socialmente como víctimas.
Aflora una pretensión tácita respecto a su comportamiento, la transmisión de su padecer, como exhiben su sufrimiento. Deberán entonces, comportarse como una buena víctima, para ser considerada como tal.
Hoy mas que nunca considero necesario recordar las palabras de Elie Weisel, (Premio Nobel de la Paz 1986): “Ante las atrocidades tenemos que tomar partido. El silencio sólo estimula al verdugo”.
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Mariela Van Vliet. Lic. en Psicología (UBA) Especialista en Violencia Familiar (UMSA). Doctoranda en Psicología (UCES). Perito Psicóloga. Cuerpo Técnico Auxiliar del Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil del Dpto. Judicial Zárate-Campana, Pcia. de Buenos Aires. Posee estudios de Posgrado en Abuso Sexual Infantil (UBA). Cuenta con amplia experiencia en el abordaje interdisciplinario de mujeres y niños/as víctimas de violencia de género y abuso sexual. Disertante en Jornadas y Congresos de la temática. Email: vanvlietmarie@gmail.com
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