miércoles, diciembre 4, 2024
Cultura

Un Lugones auténtico

Discípulo de Darío, el cordobés natural de Villa de María del Río Seco -al norte de la provincia-, y proclamado por los regímenes conservadores como el “poeta nacional”,también sabía dar la nota. Así lo hizo con el maestro de la chacarera, don Andrés Chazarreta, mostrando respeto hacia las expresiones populares.

En el Totoral, hacia el año 1874 -región de la que Groussac supo decir “dormida, más bien sumida en el atraso y la bestialidad”-, nace Leopoldo Lugones y con él, como lo vio Rubén Darío, su fanatismo: un convencimiento de americanista hasta las tabas, y, sobre todo, de anti-burgués. Certeza que lo llevó a una deriva contradictoria frente al poder, la cual pagó quitándose la vida.

Quizás por ese americanismo a ultranza escribe El Payador, donde narra los inefables misterios del hombre de tierra adentro. Y lo hace convencido, señalando que, en nuestra Argentina, la “alta cultura” no solo viene de Europa, como lo refleja la siguiente anécdota extraída del libro Lugones, del profesor Gaspar Pío del Corro.

En el año 1911 le es negado el teatro oficial de Santiago del Estero a don Andrés Chazarreta, y también en el mismo año el de Tucumán, luego de una primera presentación exitosa. Adujo el empresario -dicho esto por el mismo Chazarreta- que consideraba indecoroso que las botas sucias de los paisanos pisaran las tablas donde asistía lo más aristocrático de la sociedad. Tres años más tarde, Lugones visita al músico en su propia casa, donde recibe una audición privada, y por ese motivo publica en París un ensayo titulado “Música popular argentina” en su revista Revue SudAméricaine rememorando lo que supo escribir en el prólogo de Lunario Sentimental, acerca del arte, y de manera irónica: “pedir perdón a la gente prácticas para escribir versos”.

Era un espaldarazo, como señalara Del Corro, que reiteraría en El Payador dos años después, al inscribirle doce partituras del músico al texto, empezando por la recopilada, de autor anónimo, “Zamba de Vargas”. Y dice:

Forman los riojanos
En Pozo ‘e Vargas
Los manda Varela
Firme en batallas

Contra los santiagueños
Con gran denuedo, van a pelear
Ya Don Manuel Taboada
Alta su espada, se ve brillar

Atacó Varela
Con gran pujanza
Tocando a degüello
A sable y lanza

Se oyen los alaridos
En el estruendo de la carga
Y ya pierden terreno
Los santiagueños de Taboada

“Bravos santiagueños, dijo Taboada
Vencer o la muerte
Vuelvan sus caras
Por la tierra querida
Demos la vida para triunfar”
Y ahí nomás a la banda
La vieja zamba mandó a tocar

En el entrevero
Se alzó esta zamba
Llevando en sus notas
Bríos al alba

Y el triunfo consiguieron
Los santiagueños y este cantar
Para eterna memoria
Zamba de Varga siempre será

Un agradecimiento especial al poeta y profesor Jorge Torres Roggero, por hacerme ver que no existe, como creía, un solo Lugones.