martes, enero 14, 2025
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Anticipo del libro “El caso Dorneles”, de Sergio Alvez

Los hechos narrados en El caso Dorneles (Agencia de comunicación Mercurio), nos convocan a conocer esta historia a la luz del presente, sabiendo que se trata de un hito dentro de la historia del sistema judicial de la República Argentina, ya que fue la primera vez que se enjuició y condenó a policías por los delitos enmarcados dentro del fenómeno criminal hoy conocido como violencia institucional, concepto que se desarrolla en el libro a partir de distintas definiciones y marcos teóricos.

Del prólogo escritor por Ricardo Biazzi, abogado constitucionalista, docente universitario y ex juez. Intervino en el caso Dorneles.

CAPÍTULO I

Los restos de Manuel Dorneles están enterrados en una tumba sin nombre en el cementerio municipal de 25 de Mayo, en Misiones, provincia en la que según Horacio Quiroga, nadie puede morirse de aburrimiento.

Sin embargo hay personas que relacionan el aparentemente parsimonioso tranco que se percibe en ciertos pueblos  de ese lugar  que llaman “el interior” de Misiones, pero que no es más que toda superficie de tierra fuera de Posadas.

–Es una muerte. No hay nada, suele oírse decir a ciertas voces citadinas, en alusión a algunos de los bellos poblados misioneros.

Allí donde la urbanidad muere, afloran hacia los ríos cientos de colonias, ciudades pequeñas, monte en diferentes dimensiones, pinares y veneno, casi mil arroyos y un enjambre humano y cultural sin parangón, conviviendo en tres millones de  hectáreas. En fin, como decía el poeta, mil caminos de mágico rubí.

La vida y el paisaje,  en cualquiera de los 77 municipios misioneros, no se parece ni tiene nada que ver con la vida y el paisaje de Posadas.

Dicen que el cajón de Dorneles tiene dos agujeros de bala, pero la gente, en los pueblos,  siempre dice cosas. Aunque también, hay asuntos que suelen caer  en la opaca rugosidad del silencio.

 

–Yo ví cuando le dispararon al cajón. Eran dos policías. Yo nunca entendí porque le dispararon a un cajón.

Para llegar al cementerio, hay que agarrar ruta provincial 9, un camino actualmente asfaltado, que serpentea entre el verdor de los montes, y hacia los costados colisiona con pinares y eucaliptales de notable altura. Cuando el viento sopla, las copas de estos árboles se mecen e inundan el lugar con sus susurros. Detrás de esas viejas plantaciones, se abren las picadas que conducen a las chacras y parajes característicos de la zona.

–Y mirá…bah que pasó hace mucho. No sé, capaz que un doce años yo ya tenía. Porque me acuerdo que ya trabajaba en un aserradero.

Al caminar por los pasillos del cementerio, se observan varios nichos modestos, con cruces de madera o hierro oxidado, materiales corroídos por el tiempo, sin fotografías ni rastros de visitas. Algunas cruces fueron perdiendo su forma original, quizá por efecto de las lluvias y el sol. Ahora lucen marchitas o tiene sus extremidades amputadas. Sobre esas tumbas,  ya nunca arden velas.

Otras, cuidadas y con bases de hormigón, ostentan el césped bien cortado alrededor, y dejan ver flores, cartas y ofrendas, evidenciando visitas regulares.

Es natural la presencia de bosta: mucha gente va a visitar a sus muertos a caballo.

También hay panteones similares a pequeñas viviendas, en cuyo interior descansan varios miembros de una misma familia.

–Acá frente al cementerio era un bajadón de tierra. Yo venía con mi bicicleta a tirarme. Iba hasta allaaá abajo en bajada, y después subía todito otra vez, caminando con la bici. Pura polvareda roja, parecía remolino. Y me tiraba otra vez, che. Podía estar todo el domingo así.

25 de mayo, provincia de Misiones. Foto: https://www.facebook.com/25DEMAYOMISIONES/

25 de Mayo se encuentra en el centro-este de la provincia de Misiones. La historia cuenta que en el año 1933,  un brasileño llamado Alfredo Schoninger, se instaló en una choza que construyó él mismo, ganándose así el mote del “primer habitante” de la localidad.

En realidad, por lo general la historiografía oficial sobre la inmigración europea e incluso sobre la provincia de Misiones, suele invisibilizar la preexistencia de personas del pueblo originario Mbya Guarani y de las personas afrodescendientes que –en distintas etapas– llegaron desde Brasil huyendo de la esclavitud, los conflictos bélicos y otras circunstancias, asentándose temporalmente en estos territorios.

Además de Schoninger, hay apellidos como Becker, Rockenback, Carvalho, Zerbin, Pfaffenzeller e incluso Dorneles recordados como pioneros en 25 de Mayo.

Durante las décadas del treinta y parte de la siguiente, aquellas familias se mantuvieron prácticamente aisladas, debido a la ausencia de caminos y la falta de medios de transporte. Recién en 1943, los propios vecinos construyeron la ruta que uniría a 25 de Mayo con la localidad aledaña de Campo Grande. Por aquel tiempo también se construyó la primera escuela, se abrió el primer almacén y ya en 1946, se instaló el primer aserradero. La guerra quedaba atrás y cada tanto, por cartas, los alemanes de 25 de Mayo se enteraban sucintamente de que estaba pasando en su convulsionado país natal. El nazismo había sido derrotado y comenzaba la Ocupación de los aliados. “Nunca nada será igual”, decían las cartas que decían los diarios.

–Del pueblo venían, un auto y una camioneta, pura polvareda y ruido de motor. Agarré mi bici y me escondí allá en el eucalipto. De ahí vi todo. El pozo ya estaba hecho, pero no entró el cajón cuando los dos policías tiraron ahí dentro. Yo conocía al hombre que hizo ese pozo para los policías. Era un brasileño, igual que el que estaba adentro del cajón.

Hoy 25 de Mayo es considerado un municipio de primera categoría, donde viven más de sesenta mil personas. Se trata de uno de los tantos poblados con cercanía al río Uruguay, donde además del castellano, se habla bastante portuñol, una mixtura lingüística entre el español y el portugués, que incluso –como todo dialecto– adquiere sus propias dinámicas según el tiempo y el espacio. “Con el espíritu de los pioneros y la potencialidad heredada” dice un nieto de alemanes, orgulloso del presente de su “25”.

Aquí, en 25 de Mayo,  bien entrado el siglo XXI, la idea de progreso se cristaliza a través de la existencia de varias cooperativas, comercios, escuelas, la expansión de unidades productivas dedicadas principalmente a la ganadería, al tabaco, el té y la yerba mate.

–Después se supo que a ese tal de Dorneles le habían reventado. Fue la policía. Allá en la comisaría de 25.

El hombre que habla usa sombrero, de paja, estilo paraguayo. Su camisa debió ser originalmente amarrilla o blanco. La tierra del mandiocal y los caminos la fueron tiñendo con un tono escarlata. Sabe cosas pero dice que más saben en el pueblo. Porque para los que viven en las chacras o monte adentro, el pueblo, es otro lugar.

Deja atrás el cementerio y se aleja, fumando un cigarrito, por el mismo bajadón, ahora asfaltado, en el cual cuando niño se deslizaba en bicicleta.

Puede reservar su ejemplar de El caso Dorneles en el siguiente enlace: https://www.facebook.com/sergio.alvez.96