miércoles, septiembre 11, 2024
Por el mundo

Haití y los Cascos Azules: sexo por comida

“MINUSTAH nos dio muchos niños sin padres”.

Mujer de Saint Marc.

Por Jorge Montero/El Furgón –

Más de dos mil mujeres haitianas, muchas de ellas menores de edad, han sufrido abusos sexuales por parte de los militares de la MINUSTAH (Misión Estabilizadora de las Naciones Unidas en Haití) desde 2004 hasta 2017, según reveló el estudio que acaba de publicar el medio británico “The Conversation”.

Cuadro publicado por “The Conversation”

La investigación a cargo de Sabine Lee, profesora de Historia Moderna de la Universidad de Birmingham y de Susan Bartels, clínico-científica de la Universidad de Queen, tuvo lugar en 2017 y se entrevistaron más de 2.500 haitianas que relataron cómo es ser una mujer o una niña conviviendo en una comunidad donde se asienta una ‘misión de paz’. De estas experiencias, las investigadoras destacan 265 casos en que el abuso tuvo como resultado un embarazo; y como los niños engendrados por los militares, son conocidos ahora en el país como los “Petit Minustah”. Los relatos más estremecedores corresponden a niñas de solo 11 años.

Aprovechándose de la extrema pobreza y miseria de la población -producto de años de ocupación imperialista, luchas civiles y catástrofes meteorológicas-, militares y otros funcionarios de las Naciones Unidas, abusaron de niñas y mujeres, a cambio de un poco de dinero o algún alimento; sin olvidar la coerción y el abuso de poder.

Agustín Rossi en Haití

“Te daban monedas y a cambio te metían un bebé”, dice el testimonio de una adolescente. Se cita a una mujer que describe “veo una serie de niñas de 12 y 13 años aquí. La MINUSTAH las embarazó y las dejó en la miseria con los bebés en sus manos. La muchacha ya ha tenido que manejar una vida estresante y miserable”. Otra persona simplemente dijo: “Ponían algunas monedas en tus manos para dejar caer un bebé en ti”. Una niña de 11 años, cuenta cómo los soldados la “impregnaron” y luego ella y su hija “quedaron en la miseria”. Los relatos coinciden en detallar cómo los militares involucrados son rápidamente devueltos a su país de origen, sin ningún otro tipo de condena.

Los cascos azules uruguayos, brasileños, chilenos y argentinos encabezan la siniestra lista de los involucrados en los abusos según los resultados de la investigación.

En el año 2004, una crisis política doméstica en Haití fue utilizada para justificar una operación inédita: el despliegue de una fuerza militar multilateral en un país que no afrontaba una guerra civil, no agredía a terceros países, ni estaba cometiendo un genocidio. Una pequeña nación insular, empobrecida y en crisis, cuyas fuerzas militares habían sido disueltas en el año 1995, fue invadida por más de 10 mil soldados y policías oriundos de 31 países. Bajo el paraguas de las Naciones Unidas y la presión del imperialismo estadounidense. Nacía la MINUSTAH.

M. Bachelet con cascos azules chilenos

El resultado: mujeres, jóvenes, niñas y niños han sufrido el abuso, violaciones y explotación sexual a mano de las tropas impunes que se dicen enviadas para cumplir una misión de apoyo y estabilización al país. Las más de 10.000 personas muertas y 800.000 infectadas a consecuencia del cólera, importada por un contingente de esta Misión. Agravada escandalosamente por la política de negación e impunidad mantenida por la propia ONU durante largos años, desde que sus tropas vertieran en el río Artibonito del que abreva la población de la zona, a unos 100 kilómetros al norte de Puerto Príncipe, aguas residuales infectadas. Las y los campesinos, estudiantes, trabajadores y trabajadoras que han sufrido la represión de las tropas para obstaculizar sus reclamos y eliminar derechos.

Las masacres se sucedieron sin pausa. El amanecer del 6 de julio de 2005, trescientos militares brasileños fuertemente armados, comandados por el general Augusto Heleno, llevaron a cabo una operación de “pacificación” en Cité Soleil, la barriada popular más grande de Puerto Príncipe. Los brasileños irrumpieron en el vecindario y asesinaron a 63 personas, dejando otras 30 heridas. Hoy, Heleno es el ministro de la Oficina de Seguridad Institucional (GSI), responsable de la inteligencia del actual gobierno de Brasil.

Los fantasmas del exterminio en Haití persiguen a la llamada “clase haitiana”, que ocupa posiciones estratégicas en Brasilia. Desde el general Flavio Peixoto, Secretario General de la Presidencia, hasta el ministro de Defensa general Fernando Azevedo da Silva, entre muchos otros funcionarios del fascista Jair Bolsonaro, formaron parte de los contingentes militares en la isla.

Cascos Azules brasileños

Los efectivos uruguayos cuentan con una historia negra en su paso por Haití. Alcanza con recordar los ecos de la denuncia por violación del joven Johny Jean a manos de cinco soldados en 2011, registrada en un video casero. O la denuncia por “mala conducta”, impulsada por la propia ONU, ante el hecho ocurrido en la localidad fronteriza dominicana de Dajabón, que recibía habitualmente a efectivos provenientes de Haití. Donde los militares uruguayos violaron numerosas mujeres, entre ellas menores de edad.

Por su parte sus congéneres chilenos, que utilizaron en Haití todo lo aprendido en su etapa pinochetista, aparecen hoy involucrados en la salvaje represión que protagoniza el gobierno de Sebastián Piñera contra el pueblo movilizado que exige su salida del gobierno. Y donde son sistemáticas las violaciones a los derechos humanos.

Recién en noviembre de 2017 finalizó la participación argentina en la ‘misión de paz’ en Haití. Por ella se desplegaron a lo largo de trece años, 12.800 efectivos; con activa participación en redes de trata de personas y todo tipo de abusos ¿Quién pide justicia? ¿Quién apoya la dignidad y los derechos de las personas afectadas por la explotación sexual y el abuso perpetrado por los militares argentinos? ¿Quién castigará a los culpables?

Cascos Azules en Haití

Cada uno de estos hechos, comprobados hasta el hartazgo, fue desestimado ya por los gobiernos “progresistas” de Lula da Silva en Brasil, Tabaré Vázquez y José Mujica en Uruguay, Michelle Bachelet en Chile y Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, que enviaron contingentes a Haití. Cómplices de la ocupación militar del que fue el primer país independiente de América Latina.

Niegan su futuro, como un hombre de Cap Haitian dijo: “Los soldados destruyen el porvenir de estas jóvenes al embarazarlas con un par de bebés y abandonarlas. Básicamente, estas acciones de los soldados pueden tener un impacto negativo en la sociedad y en el país en general porque estas jóvenes podrían haber sido abogadas, doctoras o cualquier cosa que hubiera ayudado a Haití mañana”.

Soldados uruguayos en Haití

Sin embargo, son muchas las mujeres que no se rinden y luchan por sus hijos. en medio de un paisaje de intolerable miseria. Martine, una de tantas, enfatiza: “Ahora algunas de ellas caminan por la calle, o en el mercado de pulgas y otros lugares con una canasta sobre sus cabezas vendiendo naranjas, pimientos y otros productos para criar a los niños que tienen con los soldados de la MINUSTAH”.

Los haitianos siguen defendiendo sus derechos, apoyándose solidariamente en la lucha cotidiana, hoy por derrocar al corrupto presidente Jovenel Moïse, agente del imperialismo, mañana por superar el empobrecimiento y la explotación. Y reconstruir un país independiente, que ponga fin al saqueo al que han sido sometidos por más de 100 años de ocupación.