Vivas nos queremos
En lo que va del año 2019 son más de 200 las mujeres muertas por violencia machista en la Argentina. Según el informe presentado por la Agrupación de Mujeres de la Matria Latinoamericana (Mumala) se cometieron en el país 203 femicidios desde el 1 de enero hasta el 30 de septiembre. Muere una mujer cada 32 horas víctima del accionar violento y machista que toma nuestros cuerpos como objeto y deposita su odio sobre ellos.
Según el Observatorio Mumalá, el 40 por ciento de las víctimas fueron asesinadas por sus parejas, mientras que un 28 por ciento por sus ex y un 26 por ciento por conocidos o familiares. El informe indica además que el 17 por ciento de las mujeres asesinadas habían denunciado a su agresor, y un 2 por ciento tenían un dispositivo electrónico para pedir ayuda. Otro dato importante: el 47 por ciento de las mujeres asesinadas tenían entre 19 y 40 años.
Como producto de estos crímenes cientos de niños, niñas y adolescentes se quedan sin madre y , en muchos casos, sin sostén, alojo y ni contención. En tal sentido, en el año 2018 se promulgó la Ley Brisa (n° 27.482), un régimen de reparación económica para niños, niñas y adolescentes para hijas e hijos víctimas de femicidios equivalente a una jubilación mínima. La pensión incluye una cobertura integral de salud hasta los 21 años de edad. El proyecto se inspiró en el caso de Brisa Barrionuevo, una niña de tres años, cuya madre fue asesinada a golpes y su cadáver arrojado al río dentro de una bolsa por su marido.
Porque vivas nos queremos es importante mencionar otra norma sancionada en diciembre de 2018 (Ley N° 27.499), la Ley Micaela, la cual establece la capacitación obligatoria en la temática de género y violencia contra las mujeres, para todas las personas que se desempeñen en la función pública en todos sus niveles y jerarquías en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de la Nación.
Es muy positiva la intención de la nueva gestión que gobernará nuestro país a partir del 10 de diciembre de crear un Ministerio de la Mujer, la igualdad de género y la diversidad con la intención de atender desde diferentes lugares y mediante distintas políticas la violencia de género que nos atraviesa como sociedad entendiendo a las políticas públicas claves para pensar en un cambio cultural.
Los contenidos deben apuntar a la prevención de la violencia de género en todas sus formas, como establece la Ley n° 26.485, de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales.
Esta Ley sancionada hace 10 años define a la violencia contra las mujeres y tiene como objeto promover y garantizar; la eliminación de la discriminación entre mujeres y varones en todos los órdenes de la vida; el derecho de las mujeres a vivir una vida sin violencia; las condiciones aptas para sensibilizar y prevenir, sancionar y erradicar la discriminación y la violencia contra las mujeres en cualquiera de sus manifestaciones y ámbitos; el desarrollo de políticas públicas de carácter interinstitucional sobre violencia contra las mujeres; la remoción de patrones socioculturales que promueven y sostienen la desigualdad de género y las relaciones de poder sobre las mujeres; el acceso a la justicia de las mujeres que padecen violencia y la asistencia integral a las mujeres que padecen violencia en las áreas estatales y privadas que realicen actividades programáticas destinadas a las mujeres y/o en los servicios especializados de violencia.
Si bien es cierto que durante estos últimos años y producto de los movimientos y manifestaciones de organizaciones y colectivos de mujeres empoderadas que nos pronunciamos, marchamos, decimos, denunciamos y comunicamos se han aprobado leyes que nos protegen no son suficientes. El poder continúa siendo del macho y al parecer el dominio sobre nuestros cuerpos también.
Las feministas buscamos la equidad de derechos, de posiciones, de lugares y espacios luego de años de sumisión vividos. No odiamos al hombre. Nos unimos, denunciamos y marchamos para defender a nuestros cuerpos oprimidos que se están muriendo en manos del macho patriarcal.
El camino es arduo, largo y debe continuar tanto como colectivo y como sociedad comprendiendo que es esencial la mayor presencia e intervención del Estado que tiene la obligación de prevenir, sancionar e investigar; por lo tanto es fundamental que existan programas que nos alojen donde podamos ser escuchadas, creídas y mediante los cuales logremos denunciar sin sentir que quedamos expuestas sin resguardo o siendo victimizadas por nuestro accionar o cuestionadas por el mismo.
En tal sentido creo que es muy positiva la intención de la nueva gestión que gobernará nuestro país a partir del 10 de diciembre de crear un Ministerio de la Mujer, la igualdad de género y la diversidad con la intención de atender desde diferentes lugares y mediante distintas políticas la violencia de género que nos atraviesa como sociedad entendiendo a las políticas públicas claves para pensar en un cambio cultural.
Fundamental es entender que las feministas buscamos la equidad de derechos, de posiciones, de lugares y espacios luego de años de sumisión vividos. No odiamos al hombre. Nos unimos, denunciamos y marchamos para defender a nuestros cuerpos oprimidos que se están muriendo en manos del macho patriarcal que opera como brazo armado de una cultura que debemos deconstruir mediante la educación.
Porque vivas nos queremos y debemos es importante recordar que cada 25 de noviembre se celebra en todo el mundo el “Día de la no violencia contra la mujer”. Esa fecha conmemora el asesinato de las tres hermanas Mirabal, en 1960, militantes opositoras a la dictadura que ejerció, por más de 30 años, Leónidas Trujillo en la República Dominicana.
Me gustaría concluir esta columna con unas líneas de Adriana Guzmán, militante y feminista boliviana sobre el feminismo comunitario: “No es una teoría, es una acción política que se nombra pero, por supuesto, hemos aprendido que además de luchar por el territorio, además de luchar en las calles, hay que luchar en el territorio de las palabras, hay que disputar la hegemonía de los sentidos y significados del pensamiento eurocéntrico. Consecuentes con esa lucha, nos llamamos feministas y construimos nuestros propios conceptos como un acto de autonomía epistemológica. El feminismo comunitario hoy es un movimiento en Abya Yala que articula a hermanas de Argentina, Chile, Bolivia y México; es entonces una herramienta de articulación y lucha”.
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Carla Elena. Psicóloga Social, Diplomada en Violencia Familiar y Género. Graduada en “Educación Sexual Integral: Desafíos de la implementación en el ámbito educativo y comunitario”. Miembro de Forum Infancias. Docente.
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Portada: Ella Mujeres Acto por el Día internacional de la no violencia contra las mujeres. UniValle Sintraunicol. 24/11/2017, Cali, Colombia.