“Amor libre”, el libro que reivindicó el deseo de las mujeres hace más de cien años
Por Marcelo Massarino/El Furgón –
Roberto de las Carreras fue un intelectual uruguayo que a comienzos del siglo XX escandalizó a la sociedad montevideana con un texto titulado Amor libre. La inspiración fue cuando encontró a su esposa Berta Bandinelli –también su prima, dueña de una considerable fortuna- con un amante que, casualidad, se llamaba Roberto. Su primera reacción fue ofenderse y se mudó al Hotel Pyrámides. Ante las burlas al donjuán que perseguía mujeres -solteras o casadas- transformó la situación con su pluma en una arenga a favor del deseo de la mujer y el amor libre.
Todo comenzó cuando Roberto conoció a la niña Berta que tenía doce años y a quien doblaba en edad. En 1901, con Berta embarazada y siendo menor su familia estaba dispuesta a encerrarla en el instituto de monjas el Buen Pastor, donde iban las “mujeres descarriadas”. Ante la disyuntiva, Roberto optó por suscribir el matrimonio. “El juez, o el Buen Pastor; una firma a la que no doy valor alguno, o un tutor cesarino que invada mis prerrogativas de dueño de la Princesa. He optado, como anarquista, por redimir a mi amante de las garras zahareñas de la tiranía burguesa”, escribió en un texto titulado Carta a Julio Herrera y Hobbes (ex Reissig) que publicó el diario El Trabajo.
Quien describió con maestría las vidas de Roberto de las Carreras y de su madre Clara García de Zuñiga, fue el escritor Carlos María Domínguez en el libro El bastardo (Alfaguara). Fruto de una investigación en archivos personales, judiciales y literarios, la obra recorre las biografías de un hijo natural y de una mujer independiente y transgresora para su época.
A mediados de 1902 Roberto de las Carreras viajó a Buenos Aires. Regresó antes de lo previsto y sorprendió a Berta en la cama con su amante. El chisme corrió con velocidad por los pasillos de la burguesía montevideana y condenó al dandy a probar de su propia medicina: ahora, el engañado era quien hacía alarde de sus conquistas amorosas, aun casado.
En plena ebullición de la noticia que lo hacía el hazmerreír de su clase, de las Carreras escribió un texto que tituló Amor libre. Interviews voluptuosos con Roberto de las Carreras. La primera parte la publicó en la revista anarquista La Rebelión y con las dos restantes hizo un libro que salió con junto a la publicación libertaria.
Natalia Mardero, autora del prólogo de la edición que hizo Criatura en Uruguay, se refiere al escrito: “El texto que detalla el engaño de su ‘discípula’ tuvo tanto éxito (todo Montevideo hablaba de él) que el autor decidió ampliar el ensayo y publicar un libro. En los siguientes interviews le tira dardos a la moral burguesa y describe, sin escatimar detalles, la reconciliación con Berta. Partiendo de su experiencia e esposo engañado, hace una defensa tan apasionada, lúcida e hilarante de la libertad de las mujeres que hoy, en una sociedad donde la violencia de género es un tema que espanta y preocupa, parece tan oportuna como en 1902”.
Las repercusiones de la prosa explosiva y explícita de Roberto de las Carreras también escandalizó al movimiento libertario. Carlos María Domínguez lo señaló en El bastardo: “Los anarquistas habían recibido el texto de Roberto con un pasmo similar al del resto de los montevideanos. Estaban orgullosos de contar en sus filas con un aristócrata que contribuía a la causa con generosas donaciones, pero muchos comenzaban a desconfiar de que su defensa el amor libre coincidiera con el programa del anarquismo y, sobre todo, que justificara exponer a una mujer semejante bochorno. Los más letrados creían que el hombre se había vuelto loco y ponía en peligro no sólo el ideario anarquista, sino también la virtud de sus esposas.”
La vida de Roberto de las Carreras continuó vertiginosa y polémica, con el glamour de quien se sabía rico y famoso; después, sólo con el recuerdo y sin un centavo en el bolsillo. Como cuando despertó admiración al pasear con el chaleco y el sombrero agujereados por las balas de quien quiso defender el honor de su hermana, ante el coqueteo del dandy. Años después, ya en bancarrota y con la demencia pisándole los talones, su paso con las prendas raídas con las marcas del pasado lo transformaron en una caricatura.
Más allá de todo, su Amor libre es una obra que trascendió su tiempo y se instala, un siglo después, con energía y actualidad. Reivindica el rol de la mujer y la relevancia que tiene el deseo, transformado en un hecho maldito por la burguesía y la religión que, sin embargo, vuelve y se reproduce como la espuma del mar.
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Entrevista a Natalia Mardero
“La vigencia de ‘Amor libre’ es la constatación de que en muchas cosas hemos avanzado poco y nada”
-“Amor libre” ¿es un manifiesto feminista escrito por un dandy anarquista o el recurso que encontró para transformar a su favor, como un adelantado en la sociedad, las críticas de la burguesía montevideana?
-Hoy en día se puede leer como las dos cosas, pero en su momento no creo que la intención de Roberto haya sido escribir un manifiesto feminista. Él quería provocar, aportar a ese personaje que se construyó a fuerza de contrarrestar su bastardía, que fue el método que encontró para hacerse un lugar propio en la sociedad. Sin duda las ideas anarquistas estaban en pleno apogeo y era inevitable que este personaje alborotador se acoplara a ellas.
-¿Qué lectura tiene “Amor libre” en el siglo XXI donde crece el papel de la mujer y, sin embargo, está a flor de piel la violencia machista?
-Lo interesante de este libro es la vigencia que mantiene; o mejor dicho, la constatación de que en muchas cosas hemos avanzado poco y nada. En lo personal me da nostalgia esa época, pero solo por un motivo: el gran poder de las ideas, la intelectualidad en plena ebullición. Cómo el pensamiento era capaz de socavar lo más reaccionario de la sociedad, movilizarla. En algún punto esa discusión en cuanto al orden burgués establecido se cortó, o nunca se hizo del todo. El libro de Roberto fue un escándalo, pero pronto todos se olvidaron de él. Tuvieron que pasar más de cien años para que volvamos a hablar sobre un texto que mantiene una pasmosa vigencia. Eso, de todas formas, no deja de ser una buena señal.
-Se habla de Roberto de las Carreras y cómo lo trató su entorno social. Pero sobre Berta ¿cuál fue la repercusión sobre ella?, ¿cómo se habrá sentido cuando el libro la dejó expuesta en su intimidad?
-Es difícil imaginar el rol, el lugar de la mujer en 1902. Por más libres que fueran las ideas de Roberto, Berta era una mujer. Como lo fue su madre Clara. Las mujeres no tenían ningún tipo de voz, eran criaturas de segunda categoría. Por más avanzadas que fueran las ideas y las intenciones del escritor, la realidad era esa. La discusión, las ideas, los duelos intelectuales eran cosa de hombres. Exponerla, hablar de ella, fue sin duda un acto cruel; la puso en la boca del lobo.
-¿Cuál es el valor y el aporte literario y poético que tiene Roberto de las Carreras en la cultura uruguaya?
-En una ciudad pequeña como Montevideo, y con todo lo que eso conlleva, un escritor como Roberto era -y es- aire fresco. Es saludable tener personajes que rompan los moldes, que sacudan la modorra. Creo que su valor literario es importante, más de lo que hemos asumido, pero eso se está revertiendo. Durante décadas la intelectualidad uruguaya lo miró con desdén, pero es un buen momento para revisar su legado.
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Fragmentos de “Amor libre”
En nada se rebela el hombre tan irreconciliablemente primitivo como en los celos… El enemigo de la mujer es el Antropoide. ¡Nosotros, los feministas, debemos apuñalar al monstruo interior, al Mâle Originel!
-¡De acuerdo! –contestamos con arranque-. Estrechémonos para la gran batalla de la libertad femenina. Si algunos de los nuestros en los que el Antropoide no se ha extinguido todavía se detienen cobardemente, ¡los precipitará la avalancha!
Roberto, con su vehemencia incendiaria:
-¡La Anarquía sin amor libre no es Anarquía! ¡Hay que pensar en el Amor con más fuerza que en la cuestión económica! Tiempo tenemos de ocuparnos de la raquítica tierra. ¡Acudamos a lo que más urge…!
(…)
La lucha del Marido y del Amante no ha cesado jamás. Enemigos infatigables, dejan en la historia de la mujer un rastro de sangre y de odio que se prolongará a través de los siglos…
¡Si el Marido fue ayudado por la Religión, el Amante ha tenido de su parte el genio oculto del Paganismo que no pudo morir y que convirtió la concupiscencia grosera e la Escritura en el divino pecado de los poetas! ¡El porvenir es del Amante, que triunfará con la Anarquía!
Roberto terminó su página. Nos quedaba una duda:
-¿No cree usted que la tendencia del macho a acaparar a la hembra encierra una ley próvida de la Naturaleza, una necesidad vital, pues, como se sabe, la mujer que se entrega a muchos hombres no reproduce?
-La reproducción, para la mujer, representa el sacrificio del individuo en el altar e la Especie. En otros tiempos se la forzó a sacrificarse. La Adúltera fue ametrallada a edradas por la cólera rufianesca de la moral colectiva. En los pueblos salvajes, cuando el marido sucumbía, su mujer era enterrada viva junto con su cadáver. Semejante ceremonia es el símbolo potente de la imposición instintiva hecha por el hombre a la mujer del sacrificio e la reproducción. Debía seguir hasta en la muerte al macho único y fecundo.
Hoy que algo hemos progresado, que se habla de que es tiempo ya e separar las cosas del amor, de la violencia, de la injusticia del crimen cenagoso, ¿impondremos a la mujer, por la fuerza, por la sugestión del sofisma, por las persecuciones del desprecio, la inmolación de su individualidad, de su fantasía de sus crispaciones, de sus espasmos?
Si quiere ser la Amorosa, ¿estamos autorizados a negárselo? ¿En nombre de qué principio de moral libre confiscaremos la autonomía de su persona, la propiedad de su carne, la expansión gozosa de su vitalidad? ¿En nombre de qué redención la cubriremos de ultrajes, la asesinaremos, en fin, si se rehúsa a dar su fidelidad en tributo a las sociedades, si niega el concurso de su pasivismo abnegado a la obra de la reproducción que pesa sobre ella como una injusticia innata?
(…)
¡El Amor Libre es un canto a la Especie!
Roberto, de pie, con un gesto de proclama:
-Esclava del hombre, libértate. La hora ha llegado. Los eslabones de tus cadenas han sido entreabiertos por la Idea, nuestra sublime aliada. Un esfuerzo y eres libre.
No creas a la Virtud, no creas al Deber, no creas al Honor.
El Tirano te engaña para oprimirte. ¡Rebélate!
Te pertenecen como al hombre la Tierra y el Cielo. Son tuyas todas sus embriagueces. Corónate de rosas. Ama. ¡Recoge a manos llenas la vida en tu regazo! La Tierra, nuestra mare, se estremece de júbilo al acercarse tu redención. No temas, hija de Venus. Los dioses han renacido. Están presentes y te amparan.
Si tú eres, como afirma la lúgubre Escritura que te pisoteo por haber amado, la inventora del beso, la curiosa instigadora del placer, ¡nosotros te bendecimos! ¡Si nos arrebataste un Paraíso, fue porque tenías para ofrecernos, en cambio, el de tus brazos! Acércate, Voluptuosa.