La “Mano Justa” del macrismo
El macrismo respalda su doctrina de seguridad en la supuesta aplicación de una Mano Justa, teoría criminológica que tiene sus raíces en el neoliberalismo y más que justa, huele a dura.
Diciembre del 2004, Eugenio Burzaco, Germán Garavano y Diego Gorgal publican Mano Justa. El libro se vende como un análisis sobre la “inseguridad pública” en búsqueda de propuestas para “superar la crisis” y se muestra como una nueva y supuesta posición entre la Mano Dura y el Garantismo. Según la gacetilla, su presentación contó con la participación de los escritores, a los que se sumaron Mauricio Macri, Marcelo Longobardi y Juan José Álvarez.
Catorce años después, dos de los autores son funcionarios del macrismo y no pierden oportunidad de volver a remarcar que su política se basa en aplicar Mano Justa, es decir, un acompañamiento teórico a “las nuevas reglas del juego” a las que hace referencia Patricia Bullrich. La premisa del libro, no difiere de aquella que une a la derecha criminológica y el neoliberalismo bajo una particular forma de analizar el delito.

Una doctrina made in Think Tank
Diego Gorgal es el único de los mencionados que –por el momento– no ejerce como funcionario del gobierno. En 2015 Sergio Massa lo presentó como su ministro de Seguridad en caso de ganar las elecciones. Está vinculado a la DEA y fue miembro histórico del Grupo Sophia, dirigida por Horacio Rodríguez Larreta. En 2003, este think tank se volvió orgánico a Compromiso para el Cambio, luego devenido en PRO. Se desempeñó como asesor y mano derecha de Juan José Álvarez (aquel de la SIDE, el de Kosteki y Santillán) y lo reemplazó en el cargo de secretario de Seguridad, en 2005, cuando volvió a su cargo de legislador en la gestión Aníbal Ibarra. En 2007 se presentó mediante Unión PRO.
A diferencia de Gorgal, Eugenio Burzaco decidió no aceptar el llamado de Álvarez para ser funcionario del duhaldismo. Su hermano, Alejandro, está involucrado en el Fifa Gate. Actualmente se desempeña como secretario de Seguridad y se transformó en el número dos de Patricia Bullrich. Su prontuario es largo: trabajó con Jorge Sobich, en Neuquén, y se desempeñó como titular del Departamento de Seguridad de River Plate. Su Think tank mater fue la Fundación PensAr en la que escaló hasta vicepresidente. Una de las pautas redactadas en Mano Justa rechazaba la posibilidad que un civil se haga cargo de de una Fuerza. Sin embargo, en 2009, se transformó en el jefe de la Policía Metropolitana de Buenos Aires.
Germán Garavano, por su parte, es ministro de Justicia y Derechos Humanos y tuvo varios vínculos con Think Tanks como Unidos por La Justicia (director) y los anteriormente nombrados. Participó del FORES [1], foro que editó “Definitivamente Nunca Más“, por eso no fue sorpresiva su respuesta “la verdad desconozco el número” tras ser consultado por la cantidad de desaparecidos.

La Mano Justa es neoliberal
Los últimos cuarenta años han sido de cambios en materia de debate sobre seguridad. El welfarismo no existe más y el modelo penal se adaptó a la realidad global: la neoliberal [2]. Existe un desplazamiento del objetivo final de la Justicia hacia la víctima –y la posible víctima–, apuntando a bajar los niveles de temor y parchear las “situaciones de peligrosidad”. La política penal mutó a una “guerra constante” contra la delincuencia como “flagelo principal” de la sociedad [3].
La víctima siempre fue la más olvidada en el proceso penal, por eso es necesario generar un equilibrio donde no se trate de mano dura, sino poder poner a la víctima en el lugar que corresponde. Se busca que las víctimas puedan participar en el proceso.
— Germán Garavano (@german_garavano) March 4, 2018
El discurso del macrismo sobre la seguridad/inseguridad está formado por un lenguaje excluyente, existe un ‘nosotros’ que se forma por víctimas y posibles víctimas, y un ‘otro’, el delincuente, una figura abstracta y movible que debe ser castigada por el Estado, esgrimida como contraria al orden social ‘natural’. La problemática más importante a resolver en la Sociedad es aquella del ‘flagelo de la delincuencia común’ que, según los autores “se ha convertido en la primera demanda de la Sociedad, aún por encima de la pobreza y el desempleo” [4].
En esta lógica, Luis Chocobar es considerado por Patricia Bullrich como un héroe por “hacer lo que debía hacer”. Y Garavano dijo que “se trata de equilibrar”. En 2001, Burzaco, Gorgal y María Eugenia Vidal, publicaron “Rehenes de la violencia”, trabajo donde presentaban como solucion a la ‘crisis de seguridad’ el aumento de la capacidad y alcance de acción de las Fuerzas de Seguridad.
La definición de Mano Justa presentada en 2004, sin embargo, comienza a disolverse apenas se avanza en la investigación misma. Asumen la necesidad “inedudible” de aplicar una política de shock como fase inicial [5], siendo uno de los ejemplos principales a imitar el de Rudolph Giuliani. El ex alcalde de Nueva York es célebre por llevar a la práctica la consigna “tolerancia cero” que se repite discursivamente en todo el mundo. Los escritores, a su vez, mantienen un vínculo en la actualidad con él o sus colaboradores. [6]
El macrismo no improvisa en estas temáticas, los autores de Mano Justa sentaron, junto a otros, las bases teóricas de políticas prácticas que hoy podemos vislumbrar en discursos, intenciones y en la “doctrina de seguridad” del oficialismo. Sus vínculos con el neoliberalismo y la escuela de derecha criminológica son indudables.
Notas
1. Foro de Estudios para la Administración de Justicia, Garavano no sólo fue parte sino que también director académico entre el 1998 y 2000. Su fundador fue Jaime Lamont Smart, fuertemente vinculado con la última dictadura.
2. Welfare, también conocido como Estado de Bienestar. Los cambios económicos, políticos y sociales impulsados por el neoliberalismo a partir de Reagan y Tatcher calaron hondo en todos los paradigmas. La doctrina actual es definida por David Garland en ‘La cultura del Control’ como aquella que busca “condenar más y comprender menos”. En Argentina, la piedra inicial de este proceso se concretó durante la última dictadura genocida, casi en paralelo a todo el mundo.
3. Juan Pegoraro lo explica bien en su texto “Derecha criminológica, neoliberalismo y política penal”: “Existe una afinidad electiva entre neoliberalismo y derecha criminológica y se expresa en la política penal (…) convocando a una guerra contra la delincuencia y otorgando mayores facultades a la policía, aumentando las penas por los delitos leves, culpando a la droga de los males sociales, activando la sospecha policial sobre los pobres que deambulan por la ciudad, apelando a la ‘tolerancia cero’ o a la ‘mano dura’ siempre sobre la población empobrecida, endureciendo los regímenes de prisión (…)”
4. Burzaco, Garavano y Gorgal (2004) “Mano Justa”, Editorial El Ateneo.
5. “Al reducir la inseguridad, las políticas de shock favorecen la construcción de apoyo para avanzar en el proceso de reforma” indican los autores en el tercer capítulo de Mano Justa.
6. Sobre todo a través de la Fundación Libertad se encuentra en Rosario y tiene vínculos con el Manhattan Institute del que participa directamente Rudolph Giuliani. Burzaco, incluso, presentó un seminario allí sobre seguridad ciudadana junto a funcionarios de la gestión Giuliani donde se encontraba George Kelling, autor del célebre libro de la criminología de derecha ‘Ventanas Rotas’. A su vez, Burzaco y Patricia Bullrich tuvieron una reunión con ex-funcionarios/as de la gestión Giuliani.
Gorgal, por su parte, durante su campaña presidencial para Massa en 2015 presentó a Giuliani como asesor para su plataforma en doctrina de seguridad.