Despidos ► El cine según Télam
Una historia de vida sirve para dar una idea del funcionamiento de la agencia de noticias estatal: lo cuenta uno de los despedidos esta semana, el cronista cinematográfico y cineasta Paulo Pécora.
Por Fernando Chiappussi/El Furgón
En mayo pasado, Paulo Pécora tenía razones para estar feliz: la sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín organizó una retrospectiva de sus películas que incluyó 14 cortos y los largometrajes El sueño del perro (2008) y Marea baja (2013). “Para mí era lo mejor que podía pasarme, porque yo me formé como espectador en la Lugones” cuenta café de por medio, en un bar del centro porteño. “Pero no lo pude disfrutar; incluso desistí de presentar las funciones”. La razón: el clima de época que se cernía sobre su otra actividad, la de periodista cinematográfico en la agencia de noticias Télam. Una presunción que se confirmó hace una semana: Pécora es uno de los 357 despedidos por la gestión de Rodolfo Pousá.
Hace tiempo que el ajuste viene tocando a otras agencias gubernamentales (SENASA, INTI, CONICET y siguen las firmas); la propia Télam había sufrido el cercenamiento de algunas áreas de producción, como losservicios en otros idiomas y el Reporte Nacional, un diario realizado a partir del material producido en otras áreas y que era enviado a los abonados del interior. Era una nueva variante de la labor de la agencia, la de suministrar un amplio flujo de información en todas las áreas, modos y horarios a los medios que la utilizan como fuente; una a tono con la necesidad de aportar data en otros formatos, como lo exigen las nuevas tecnologías y a tono con la “modernidad” tan mentada por el gobierno actual. Una línea que llevó a Télam a producir contenidos radiales y televisivos, así como a proveerlos vía internet y a incluir una versión condensada de los mismos en un sitio web a disposición del público general.
Muy diferente era el panorama cuando un Pécora de 22 años ingresó a Télam como aspirante, en enero de 1993. Venía de estudiar en TEA, donde el jefe de redacción de la agencia, Hugo Muleiro, se fijó en él: “había escrito una nota sobre el vaciamiento del club de Gas del Estado, donde había transcurrido toda mi adolescencia, y se ve que le gustó porque me llamaron para trabajar”. Le tocó cubrir el turno de madrugada, entonces una novedad: “nos tocaban noticias de cualquier tipo, sobre todo policiales, que producíamos llamando uno por uno a todos los hospitales y comisarías” recuerda. De allí ascendió un año después a cronista en Policiales, donde estuvo varios años hasta pasar a Espectáculos. “En esa época también hacía policiales en la revista Esto del grupo Crónica; como mi viejo tenía un videoclub y yo estaba muy vinculado con eso, propuse a mi editor hacer una sección de cine; la única condición que me pusieron era que escribiera sobre cine policial. Buscando formarme mejor en eso, me anoté en un curso de crítica de cine en la FUC, pero se canceló antes de empezar porque el único que se había anotado era yo… Ahí me sugirieron anotarme un año en dirección de cine, para aprovechar la matrícula, y pensé que entender desde otro lado la actividad me iba a ayudar a ser un mejor crítico. Terminé enganchado en una nueva vocación, la de hacer películas, y dejando de a poco la crítica en favor del periodismo informativo de cine. Me fui dando cuenta de lo difícil que era hacer una película”.
A partir de 1997, y ya como redactor, Pécora pasó a Espectáculos, donde fue cambiando el perfil de la cobertura con el aliento del periodista (ya fallecido) Alberto Ojam. “Hasta entonces la sección se manejaba con la agenda de estrenos, era algo muy rutinario. Nuestra idea fue extender la cobertura a los rodajes y futuros proyectos, así como a los festivales que se hacían en el interior del país: en esa época había un foco de nuevos cineastas en Rosario, con gente como Gustavo Postiglione, o un festival pequeño en Jujuy, cosas así. La idea era difundir el nuevo cine independiente y darle voz a los que no la tenían. De alguna manera complementaba el trabajo que ellos ya hacían, porque llevaba nuevos temas todos los días”. La iniciativa lo fue llevando a visitar diversas provincias y hacer un trabajo más abarcativo y federal. Esto coincidía con la eclosión del llamado Nuevo Cine Argentino, el de Lucrecia Martel (salteña), Adrián Caetano (un uruguayo que vivía en Córdoba), Raúl Perrone (ese “provinciano” de Castelar), etcétera. “En esa época había una situación en el INCAA similar a la actual, en el sentido de que había una política de concentrar las ayudas en los productores con más experiencia y recursos, y los nuevos directores tenían problemas para acceder a esos fondos. Había una necesidad de encarar la producción de otra manera para poder tener un cine independiente, y hoy creo que está empezando a pasar lo mismo”. A fines de los ’90 cada uno de los cronistas de la sección podía llegar a producir cinco cables diarios: una ‘cartelera’ con las informaciones más importantes del día, más extensa, con desarrollo y recuadros; y otros textos con informaciones más pequeñas y puntuales.
Los cables forman parte del flujo informativo que reciben los abonados de la agencia, que pagan una tarifa mensual para acceder a esos contenidos y reproducirlos íntegramente o bien reformularlos en contenidos propios. Los clientes de Télam incluyen a todos los principales diarios, radios y señales informativas, y la cobertura nacional permite que pequeños medios del interior tengan acceso a buenos materiales producidos por profesionales y con información de primera mano; a su vez, un sistema de corresponsalías -de las cuales el ajuste pretende cerrar seis, reduciendo a la mitad el total de empleados en el interior- produce noticias regionales para la agencia desde cada lugar. “Esto incluye textos, fotografías, infografías, material audiovisual y radial. El Reporte Nacional, por ejemplo, era una gran ayuda para los medios del interior que no tienen corresponsal en Buenos Aires y que por su escala sólo podían cubrir las noticias locales”.
En lo que hace a cine, los medios “levantan” todo tipo de noticias del servicio, pero en especial entrevistas a personajes extranjeros que visitan Buenos Aires o que son reporteados durante la cobertura de eventos en el exterior como los festivales de cine. “Nuestra principal cobertura era San Sebastián por ser el festival iberoamericano más importante, pero también cubrimos Cannes, Berlín, Karlovy Vary, Venecia, Toulouse, Gramado… Incluso después, cuando empecé a ser invitado con mis películas, aproveché mis viajes para cubrir festivales más pequeños para la agencia”. Así, Pécora vio su firma reproducida en Clarín cuando cubrió para Télam el rodaje de Aniceto, la última película de Leonardo Favio.
“Ahora nos echaron a tres de la sección. Los siete u ocho que quedan tienen capacidad para llevarla adelante, pero obviamente les va a costar más trabajo y quizá se resienta la calidad, así como la capacidad de abarcar todo lo que sucede. Hoy, un poco por la difusión de internet y las nuevas tecnologías, pasan muchas más cosas simultáneamente y hay que tener un buen olfato para discernir qué es noticia y qué no”. El año pasado, el servicio de la madrugada fue víctima de la inexperiencia al reportar como cierto un tuit que afirmaba que había 7 muertos en el recital del Indio Solari en Olavarría, una información replicada por muchos medios porque venía de Télam (el omnipresente ajuste llevó a que la agencia no enviara a nadie a cubrir el recital). “Los responsables fueron los editores, que eran de la nueva gestión, y no los tocaron; como fue responsable el editor de Economía en el incidente del cable de las Lebacs, hace dos meses, que llevó al despido de dos compañeros, y a él tampoco lo tocaron. Es muy selectivo todo; se nota que no pasa por la idoneidad periodística y el profesionalismo sino que hay otros motivos” reflexiona Pécora, recordando los primeros despidos de una ola que ahora lo incluye a él mismo.
La nota es interrumpida por un señor que -¡ironía!- se presenta como cineasta de la Patagonia y está vendiendo dos películas suyas en DVD, mesa por mesa. Después de atenderlo, Paulo comenta: “el otro día estuve en Santiago del Estero presentando una película nueva (Lo que tenemos) y en los bares era un desfile de gente, venían y venían… Compré unas medias, después ya empecé a repartir de a veinte pesos lo que me iba quedando”. Postales de la crisis que se repiten en las calles porteñas.
Mientras esta nota termina de escribirse, comienza en el hall del edificio de Télam (Av. Belgrano 347) un ciclo gratuito de cine argentino que tendrá lugar, mientras dure el conflicto, los jueves a las 19.30. La primera proyección fue la de El candidato, comedia de Daniel Hendler sobre la aventura política de un joven empresario que hace pensar, inevitablemente, en Mauricio Macri. Para el próximo jueves anuncian La luz incidente, de Ariel Rotter.
Fotos: Fernando Chiappussi