Ruptura de UNASUR ¿El fin de una Gran Latinoamérica?
Por Franco Vanni/El Furgón – La serie de gobiernos de derecha, neoliberales y reaccionarios que se han colado por vías democráticas, y otras no tanto, en la vida política de la región, intentan destruir formalmente el bloque regional que se oponía a una intervención directa del gran poder económico sobre la zona. La situación intrínseca que mantenía en el tiempo este tipo de proyectos, era saber que para generar economías sólidas, luego de décadas de dictaduras y neoliberalismos financieros, debían unirse, que jamás podrían combatir las imposiciones del FMI (Fondo Monetario Internacional) o el Banco Mundial si intentaban comercializar por diferentes rumbos. Algo que quizá suena obvio para tantos, resulta inentendible para las elites dominantes financieras, históricamente aliadas al capital extranjero, sobre todo en el caso de Argentina.
Brasil, Argentina, Perú, Chile, Colombia y Paraguay el pasado 20 de abril dejaron constancia a través de sus diplomáticos de su decisión de alejarse del bloque. Según un diplomático peruano que pidió a Reuters no ser identificado, debido a que la “Unasur trabaja por consenso, pero las diferencias entre los puntos de vista político y económico son tan grandes que ya no puede operar”.
Seis países se retiran del bloque UNASUR
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Según la típica lectura histórica de la derecha sudamericana, los proyectos de integración regional son elementos caducos, imposibles a efectos prácticos, sin una raigambre profunda en la vida de nuestros pueblos, puramente ficticios. Como si no fuera nativo el deseo de una gran nación Latinoamericana; en palabras de Norberto Galasso: “los viejos diplomáticos están un poco absortos frente a UNASUR, les parece una cosa en todo caso oportunista, no les parece que es algo que surge desde el 1809, cuando comenzó la revolución en América Latina. Es natural la ‘Patria Grande’, como es natural que Estados Unidos sea una nación”.
Andres Barreto, secretario general del Colegio Colombiano de Juristas y miembro de la Academia Colombiana de Derecho Internacional, le ha dicho a Portafolio.co que debido a las últimas medidas tomadas por las naciones nombradas “es una situación grave, porque las organizaciones internacionales nacen por consenso, los estados voluntariamente deciden crearlas y también voluntariamente pueden llegar a terminarlas”.

Por otro lado, países como Venezuela, Ecuador y Uruguay han expresado su convicción acerca de la necesidad de un bloque regional pujante para poder afrontar los vaivenes de la economía globalizada. A pesar de un cierto retroceso a posiciones de centro-derecha para los ecuatorianos, su gobierno ha expresado a través de la Cancillería: “Para el Ecuador es indispensable la existencia plena de la Unasur porque constituye un esquema de integración que atiende a las necesidades de la gente”.
Es obvio que quienes deciden alejarse del bloque esgrimen como argumento la falta de democracia en uno de sus estados miembros, en el caso de Venezuela, además de la crisis administrativa que atraviesa la organización, debido a que a partir de 2017, cuando acabo el mandato de Ernesto Samper, las naciones que la integran no se han puesto de acuerdo en elegir un nuevo referente, mientras que el actual es meramente interino. Sin embargo, uno pecaría de inocente si sólo se quedara con este relato. Es cierto que Venezuela atraviesa una crisis institucional, como lo es que la derecha a abusado del “law fare” para encarcelar o censurar tanto políticos como periodistas opositores. La crisis, en verdad, es regional, se trata de dos proyectos de Latinoamérica en discrepancia, uno que mira hacia un horizonte de unidad en la zona, de trabajo conjunto, y otro, apoyado por la ola neoliberal tardía, que mira hacia el norte con ganas de integrar la Alianza del Pacifico y quizás pedir disculpas por aquella famosa sentencia chavista que ha resumido la ideología de toda una época: “ALCA, al carajo”.
Hugo Chávez: “¡ALCA, al carajo!”
A pesar de los reveses, no está todo dicho. A las dos grandes potencias regionales, Brasil y Argentina, les queda una estrecha franja de tiempo antes de las próximas elecciones. En la primera, asoma Lula da Silva como el gran candidato ganador, a pesar de haber sido víctima de una persecución política sin precedentes. En el segundo caso, el nacional, existe un panorama mucho más peleado de cara a los sufragios, pero aún nadie puede darse como ganador. El viraje de estas dos potencias hacia un nuevo apoyo del bloque regional integrador, podría significar una vuelta a la real-politik que se oponía no solo ideológicamente, sino en la práctica, al dominio del capital financiero internacional.
Como alguna vez dijo Juan Domingo Perón, con absoluta lucidez: “es menester tener buena memoria porque si no, se llega a perder hasta el derecho a lamentarse. Es preciso que nosotros comencemos a llamar las cosas por su nombre… Latinoamérica comienza recién a despertar de la macabra pesadilla del entreguismo que viene azotándola desde, hace más de un siglo. Sin embargo, en los cinco Continentes, la lucha es tanto interna como internacional: los pueblos que intuyen ya su liberación se enfrentan con las fuerzas de ocupación y sus gobiernos entregados; los países comienzan a hacerlo contra los imperialismos dominantes. Esta es la verdadera guerra de nuestros tiempos”.
Foto sede UNASUR: https://ast.wikipedia.org