viernes, enero 24, 2025
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Cipolletti: a 20 años de los femicidios que no se olvidan

Agustina Lanza/El Furgón – A María Emilia González le gustaba caminar por las calles cercanas a su casa de Cipolletti, en Río Negro. A esa rutina a veces se sumaban su hermana Paula, de 17, seis años menor que ella, y Verónica Villar, una amiga que había conocido en la secundaria. Ellas se llevaban bien; en los días libres andaban en bici o veían películas juntas. El domingo 9 de noviembre de 1997 las tres salieron a dar un paseo. Pasaron las horas, pero no volvieron a sus casas y la hija de María Emilia, que tenía 3 años en ese momento, empezó a preguntar por su mamá. Los familiares las buscaron durante tres días hasta que un hombre que paseaba con su perro encontró sus cuerpos: estaban tapados con hojas y tierra a mil metros de donde las habían visto por última vez, en una zona de chakras al costado de la vía del tren. A 20 años del asesinato, la causa todavía sigue abierta y la gente Cipolletti no las olvidó: aún exigen justicia.

Esa noche del domingo, después de la desaparición, los familiares descartaron toda posibilidad antes de hacer la denuncia. Preguntaron por ellas en su círculo íntimo con una sola certeza: no habían decidido irse por sus propios medios. En la comisaría no mostraron interés, los oficiales dejaron en claro que no iban a buscarlas hasta que pasaran 48 horas; creían que se habían quedado hablando hasta perder la noción del tiempo o que tal vez se habían fugado por problemas de convivencia en sus casas. “La policía no nos daba respuesta. Por eso la comunidad salió de manera espontánea a las calles para pedir por la aparición de las chicas”, recordó a El Furgón Ofelia Villar, la mamá de Verónica.

En esos dos días los teléfonos sonaron. Varias personas declararon haberlas visto arriba de un colectivo o en un camión que viajaba por las rutas de provincias lejanas. Y el martes 11 de noviembre de 1997 las encontraron. María Emilia y Paula habían sido asesinadas a balazos con un revólver calibre 22 y Verónica, herida con un arma blanca, había muerto por asfixia mecánica; las tres tenían signos claros de violencia en sus cuerpos. Por el secuestro y el asesinato, la Cámara Segunda de General Roca condenó a Claudio Kielmasz a prisión perpetua en 2001. Sin embargo, los familiares nunca estuvieron conformes y denunciaron irregularidades desde el comienzo. Hoy todavía sostienen que la policía local sigue encubriendo a los verdaderos responsables.

Al menos diez personas estuvieron involucradas en el crimen durante la investigación a cargo del juez de Instrucción Pablo Iribarren que duró tres años. Los dos primeros fueron los llamados “marginales”: Hilario Sepúlveda y Horacio Huenchumir. Pero meses después fueron liberados por falta de mérito. Los padres de las jóvenes nunca creyeron la versión oficial de la policía local; fue por eso que, a un mes del hallazgo de las jóvenes, formaron una comisión investigadora junto con sus abogados y representantes del gobierno provincial y municipal para denunciar el encubrimiento de la fuerza. Incluso el mismo Sepúlveda denunció a la policía por violación de domicilio, allanamiento sin causa, privación de la libertad y detención ilegítima.

En esos tres años de investigación hubo intervención de la Federal, pérdida de pruebas, hipótesis ligadas al narcotráfico y a una supuesta “fiesta privada”, plantación de material genético falso durante la autopsia, muertes violentas y dudosas de testigos clave, causas paralelas por enriquecimiento ilícito y abuso de autoridad, renuncias, pases a disponibilidad y una gran purga, a cargo del gobierno de la provincia, de jefes, comisarios y agentes en 1998. Ese fue el destino de uno de los subcomisarios, Luis Seguel, que fue señalado por sus propios compañeros, detenido y procesado por presunto encubrimiento y destrucción de pruebas. “Trataron de hacernos sentir culpables a nosotros. Más tarde nos dimos cuenta que hay gente de poder que está siendo protegida”, dijo Ofelia.

Entre femicidas

En 2004, siete años después del asesinato de Maria Emilia, Paula y Verónica hubo otro crimen múltiple. Un hombre ingresó en un laboratorio de análisis clínicos y acuchilló y quemó con ácido a cuatro mujeres. Tres de ellas, Alejandra Carabajal, Mónica García y Carmen Marcovecchio, murieron al poco tiempo de ser asistidas. Los nombres se sumaron a los de otras mujeres que también fueron asesinadas en el último tiempo en Cipolletti. “En nuestra ciudad hubo 15 femicidios en 20 años. Podría decirse que no son tantos. Pero lo que los caracteriza es que en todos reina la impunidad, en ninguno se identificó a los responsables. Quienes cometieron esos crímenes están libres. Matan mujeres y ninguno va preso. El pueblo no es tan grande y nos conocemos. Hace poco pintaron un mural con un gran ojo que todo lo ve y eso nos recuerda que caminamos entre asesinos”, dijo a El Furgón Angelina Rifo, integrante de la organización Multisectorial de Mujeres.

Angelina tenía 36 años y trabajaba en una escuela rural en 1997. Todavía se acuerda del miedo que tenían los padres de dejar salir solas a sus hijas después de la muerte de las primeras tres jóvenes. “Pensaban que la única forma de cuidarlas era encerrándolas”, dice. Reconoce que la noticia despertó conciencia en la sociedad. Sin embargo, en ese momento, era impensada la visibilización que se le da ahora a la violencia de género. “Este año tenemos una nueva consigna ‘El primer triple crimen fue un femicidio’”, cuenta Angelina y Ofelia defiende esa idea en torno a la cuestión de género: “En esos crímenes prevalece el dominio del hombre. A ellas las mataron por su condición de mujeres. Si hubiesen sido varones no les hubiera pasado”.

La memoria

Maria del Carmen Mella nunca se va a olvidar cuando desaparecieron sus sobrinas María Emilia y Paula junto con su amiga Verónica. Era el día de su cumpleaños. Como a Angelina le sorprende el cambio generacional. “Los y las jóvenes tienen un gran compromiso social con aquello que sucedió incluso cuando no habían nacido. Celebro el feminismo porque puso al frente aquellas cosas de las que no se hablaba por miedo”, dice a El Furgón.

Todos los años distintos espacios organizan actividades y marchas en la ciudad para recordar a las víctimas: pintan paredones, hacen pegatinas, gigantografías y festivales de arte y música. Estas semanas, en consonancia con el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la Unión de Trabajadores de la Educación (Unter) de Cipolletti junto con la Multisectorial de Mujeres presentará, una cartilla informativa que servirá para trabajar los conceptos de femicidio, feminicidio e impunidad en todos los niveles educativos.

Hace tiempo que los padres de las hermanas González ya no marchan, ni ven televisión. Por eso se mudaron a El Bolsón, a la ladera de una montaña. La única que pelea porque la causa del triple femicidio no se cierre después de 20 años es Ofelia. Rechaza los resarcimientos económicos que le quiere ofrecer el gobierno de Río Negro y lucha para que se siga investigando para hallar a los verdaderos culpables.

“Yo creo que las mujeres crecimos mucho. A veces sólo basta con que una salga y denuncie para que las demás despierten. No podemos tolerar más esta violencia hacia nosotras”, dice Ofelia y reconoce que lo más preciado que tiene su ciudad es la memoria. En Cipolletti hay un mural que muestra a María Emilia, Paula y Verónica arriba de sus bicicletas. Vivas, con sus cabellos volándose en el viento.

Foto de portada: Laura Contreras