El pueblo sabe siempre por qué canta
“No, no están locos, yo también cantaría
Ellos saben por qué cantan”
César Rengifo
Marco Teruggi, desde Venezuela/El Furgón* – Es el final del invierno en Venezuela. Llueve casi todos los días, generalmente hacia las cuatro de la tarde. Cae lo que se llama un palo de agua, las chapas ensordecen, es un chorro poderoso de agua con un poquito de aire, como describió la lluvia Vladimir Maiakovski en su paso por Cuba. Cada vez que sucede y estoy en casa la perra enloquece, las habitaciones, la cocina y el comedor gotean, repartimos los baldes estratégicamente, y hasta parece hacer frío. Aprovecho esas tardes para escribir un poco más, y me pregunto qué decir que ya no dije, cómo aproximarme desde un nuevo ángulo a esta realidad tan compleja que es el proceso venezolano. Es indomable, nadie sabe la verdad de la revolución. Por eso se escribe tanto.
Hoy es una de esas tardes, estoy en Caracas, todavía corre una sensación de Golpe de Estado desarmado. Ya no quedan coletazos políticos -los pocos que todavía ladran están más cerca de lo patético que de otra cosa- y la batalla volvió a la esfera de la economía. El exacto lugar donde estamos débiles, estructuralmente débiles, y se ven las costuras del chavismo; casi se perciben los huesos. Ahí hay menos épica, negociaciones cerradas, cláusulas en letra chica. Es necesario sacarle tal finura al lápiz que la economía se aleja de las casas comunes para volver a ser monopolio de especialistas, un retroceso en esta revolución. Hay que sentarse a leer, buscar las páginas con menos retórica política y más datos económicos, entender qué pasa en el mundo de la producción, importación, finanzas, sobreprecios, casas de cambio, etc. El Che pidió ser Ministro de Economía y de Industria en Cuba, me recordó una tarde Vicente Zito Lema, hablando sobre Venezuela y la importancia de la economía en todo proceso de transformación. La relación entre la estructura y superestructura no es lineal, pero los destiempos pueden costar caro.
Es una evidencia a esta altura del despliegue de la contrarrevolución que lo más acertado y criminal en su plan resultó ser el ataque económico. También que desde la dirección no se supo dar respuesta, más allá de parches tácticos -importantes como todo parche, pero insuficientes. Desde esa esfera permearon las demás: la psicológica, moral, política, ideológica, esparcieron un veneno para corroer el acumulado chavista en la base. Se trató de un ataque para desarticular el vínculo entre la dirección y el chavismo de a pie, generar un desgaste prolongado para abrir el destiempo entre la realidad de lo material y la consciencia popular. Lo lograron en parte, y esa parte que desarmaron es sin embargo insuficiente: existe un 35% de chavismo duro en el país, que por más coñazo recibido no se rompe. Lo político es fuerte, aguantó derrumbes materiales.
No es mayoría, como lo fue en otro momento. Recuperarla es uno de los principales desafíos, una operación que pasa por lo comunicacional y centralmente la economía. No habrá palabra que levante vuelo si no tiene cercanía con el mundo material. El cotidiano debe dejar de ser incertidumbre, impotencia ante unos números de precios y dólares que hacen de todo cálculo a futuro un ejercicio de videncia. La derecha ha desarrollado una gran destreza en lograrlo, nos pone en su cancha, y en esa perdemos. Lo demostró pasado el Golpe desinflado: si hay diálogo para apagar la confrontación en puertas, entonces que vuelva el baile de la especulación. El mismo día en que inició la mesa de diálogo entre las partes, el dólar paralelo subió de 1.417 a 1.501 bolívares, y era domingo, día sin actividad cambiaria. En mes y medio subió de 1.000 a 2.000. Después de tres años de guerra siguen manejando la pelota económica.
***
-¿Por qué no nacionalizan algunas importaciones?, preguntan compañeros que pasan por Venezuela. No sería una medida socialista sino una decisión que se desprende del análisis del circuito descrito en cantidad de artículos: los grandes empresarios consiguen los dólares preferenciales brindados por el Estado -10 bolívares por 1 dólar en cerca del 80% de los casos- sobrefacturan lo que importan, acaparan, y arman redes de distribución paralelas para abastecer el mercado paralelo con precio de venta atado al dólar negro. En otras palabras, captan los dólares que genera el Estado a través del petróleo, importan, no producen, y manejan los hilos del desabastecimiento. Presionan sobre la población, los medianos empresarios, la vida cotidiana. ¿Por qué ante el parasitismo estructural de esa burguesía el Estado no toma el control de algunas importaciones estratégicas? Sería una manera de controlar el principal frente de ataque en este, el período más complejo de la revolución, a pocos meses de comenzar una nueva carrera electoral.
Los análisis políticos son muchas veces una mezcla de información de varias fuentes, enfoques teóricos, comparaciones históricas, deseo, conversaciones, análisis, intuición -y algunas cosas más, seguro. Con eso, en mi caso, aproximo hipótesis. En este caso creo que la irresolución de este nudo pasa por la complejidad de la misma dirección del chavismo. Porque no es en las bases donde hay que buscar la respuesta en este preciso punto, sino en quienes han venido manejando los hilos de la política económica, que no es tampoco toda la dirección. Arriba hay disputas: algunos quieren salir del laberinto con medidas neoliberales sosteniendo políticas sociales -ya lo han escrito algunos dirigentes. Otros son parte del negocio de las importaciones, de manera directa con empresas importadoras o a través de porcentajes. También se encuentran compañeros que visualizan una salida por izquierda -es decir chavista- sin correlación suficiente para empujar ese rumbo.
Se podría decir que tal medida de nacionalización en realidad no es necesaria. De lo que se trata es de regular lo que ya existe: el problema no sería la arquitectura de importaciones sino la falta de control sobre la misma. El problema ahí tiene otra complejidad: el ejercicio de la autoridad atraviesa un momento de incertidumbre. ¿Quién fiscaliza/supervisa a quién? ¿Quién tiene la capacidad de hacerlo? Un asunto que se toca inexorablemente con la corrupción, esa agua que oxida la imprescindible fuerza moral. Los pies de barro. La corrupción se une con la política: las revoluciones tienen traidores, oportunistas, infiltrados, que ante la amenaza de perder -como se vivió este año- llenan los botes salvavidas para huir. ¿Cómo se combate eso?
Podría poner otros ejemplos, como el de la deuda externa o el manejo ante el dólar paralelo. Decisiones macroeconómicas en manos de la dirección. De poco sirven los artículos: hay que construir razón y fuerza. Por arriba y por abajo. Y mirarse al espejo para preguntarse ¿qué estoy haciendo para que el futuro se parezca a lo que deseo?
***
En el destiempo entre economía y la consciencia popular juegan factores subjetivos, culturales, posibilidades reales. Por ejemplo, ¿qué hay por fuera del chavismo? Un abismo. ¿Se puede llevar a una mayoría a votar el abismo? Eso intenta la derecha, conquistar por la desesperación el voto de los humilde. Para comprender hasta dónde se resiste es necesario meterse aguas abajo, donde está el termómetro popular. El que explica por qué los llamados a saqueo no tuvieron respuesta, por qué las calles siguen llenas de chavismo cuando se eleva el llamado al Golpe como una inundación a punto de reventar. Algunos podrán decir que quienes van están obligados, un argumento diseminado en Venezuela y Argentina para tapar el desprecio histórico hacia el pueblo. Eso, como decir que la revolución fue posible sólo por el precio elevado del petróleo, es una mirada que no es exclusiva de la derecha.
El agua abajo es compleja. Existe el entramado de los movimientos sociales, partidos por fuera del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), y un extenso universo de organización popular diseminado por todo el territorio, con mayor fuerza en algunas zonas -los llanos, por ejemplo. Representa una fuerza organizada que pocos procesos políticos en el continente tienen. El límite es que la mayor parte de estas expresiones son locales y sectoriales, nacieron así, y no se proyectan -salvo algunas excepciones- más allá. Y la renovación al interior de la revolución debería venir de esas aguas, ahí se construyen liderazgos genuinos, procesos productivos autogestionados, etc. El chavismo necesita que ese actor se transforme en un sujeto protagónico, dispute poder, se despliegue más allá de sus bordes.
Se trata de elementos para comprender lo complejo del proceso, su laberinto, leer lo que hay entre la lluvia, lo que deja cada nueva tormenta, como una suerte de balance sobre balance. Por eso me gustan estas tardes de palos de agua bajo las chapas cuando tengo tiempo. Puedo leer, escribir, mirar fotos, recordar que desde que estoy en este país el pueblo siempre cantó. Y no está loco. Siempre sabe por qué canta.
*Fotos de Vicent Chanza. Los artículos del autor se pueden leer en hastaelnocau.wordpress.com