jueves, febrero 13, 2025
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Hay tela para cortar…

Sebastián Carapezza/El Furgón – El trabajo textil tiene cara de mujer y, casi siempre, manos de madre. Y no sólo es un emprendimiento laboral sino que tiene una doble función para aquellas que llevan adelante este trabajo: lo social y lo productivo. Y así, entre puntos y bordados, solas o en grupos, ellas entraman historias que ilustran el tejido social de nuestra gente.

Indagando acerca de esta temática con casi media docena de referentes de diversas instituciones nacionales, asociaciones civiles y emprendedoras varias, hilvanamos diferentes puntas de un mismo ovillo que componen una trama que nos lleva a la realidad de muchas mujeres con hijos e hijas de los barrios populares de Bariloche, en donde conviven la falta de trabajo, el hacinamiento y la organización familiar.

Hay grupos textiles y de costura que se juntan a coser o confeccionar prendas, y hay mujeres que hacen estas tareas por su cuenta. A las primeras les sirve para salir del “encierro” del hogar, fortalecer los lazos comunitarios y afianzar vínculos con las vecinas. Trabajar en grupos las obliga a estar más organizadas, suelen encontrar más recursos y herramientas para su empleo, y tienen mayor llegada a diferentes mercados. Agrupadas, también mejoran la calidad porque al ser varias aprenden de las otras e intercambian conocimientos y saberes.

textil-3Las segundas realizan estos trabajos a pedido de algún comercio o cliente, labor que les permite hacerlo desde sus casas, criando muchas veces solas a sus niños y niñas, y tejiendo la posibilidad de obtener algún ingreso para las economías de sus hogares. Una característica de estas trabajadoras es que están generalmente aisladas porque tienen que producir todo el día y no tienen tiempo para generar otros contactos de venta.

Cristina González es emprendedora textil desde hace más de 30 años y reflexiona sobre este punto: “Me parece que es muy diferente trabajar en grupo que en forma individual. Si bien es difícil mantener unido al grupo, es muy útil para muchísimas cosas y diferentes actividades. Es fundamental para cualquier trabajo, sean para las compras o para compartir el conocimiento y los saberes. Porque compartir hace mucho más rico cualquier trabajo. Por eso siempre quiero formar grupos y en ellos todas las situaciones se hacen más fáciles. La diferencia es que facilita y se comparte, y al compartir, aunque sea un problema, este se hace más liviano y el conocimiento se agranda y enriquece”.

Ahí, justo en ese dobladillo, aparecen los límites y diferencias que hay en el rubro respecto a costureras, confeccionistas o textiles. Mientras que la confeccionista es la que puede hacer una prenda completa y ya tiene los materiales, insumos y toda la materia prima, las costureras son las que arreglan cierres, cosen botones, remiendan y hace arreglos en general. Igualmente en “épocas de vacas flacas” la mayoría de las confeccionistas también son costureras, ya que para que sobreviva su emprendimiento tienen que tomar todo tipo de trabajos. Hay algunas mujeres que sólo cosen, otras cortan y cosen, y otras hacen también serigrafía.

Un cuello de botella evidente del sector son los puntos de venta y la comercialización, debilidades que no sólo pasan en el rubro textil sino en casi todos los emprendimientos productivos de pequeña escala. Si bien en Bariloche se potencia la comercialización con la confección de bolsas de compras para los supermercados, o las camperas para los y las trabajadoras del estacionamiento medido y solidario. También el hospital zonal está comprando camisolinas y otras ropas descartables a las siete u ocho emprendedoras que componen Alto Costura, en estrategias que suman pero no alcanzan.

¿Cómo se genera valor a la prenda? ¿Cuánto pagan y cuánto cuesta en vidriera esa misma remera? ¿Hay registros en AFIP de estos emprendimientos y transacciones comerciales? Interrogantes y secretos que se esconden detrás de la etiqueta de cada pilcha.

La mesa y el paño

La Mesa de Trabajo Interinstitucional está orientada al sector textil y la conforman el Instituto Nacional de Tecnología Industrial, el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, Desarrollo Social de Río Negro, la municipalidad de San Carlos de Bariloche y la UNRN. Este espacio tiene como objetivos el análisis, caracterización y creación de políticas públicas para los emprendimientos productivos del sector textil barilochense.

textil-2“La Mesa se junta con frecuencia porque en estos momentos está desarrollando el mapeo y relevamiento del rubro para dejar de suponer y empezar a tener el relevamiento del sector. Sabemos que cada día hay más y la idea central es poder tener datos certeros. En muchos casos son mujeres que el trabajo le sirve porque aunque esté muy mal pago pueden hacer las tareas domésticas, llevar a los chicos al colegio y poder trabajar desde sus casas. En los últimos años hubo relevamientos para las emprendedoras y el financiamiento para los banquitos que muchos de sus créditos son destinados a la compra de esta maquinaria, la realización del monotributo social y el asesoramiento técnico. Creo que la mayor parte de estas emprendedoras están en Nahuel Hue, Malvinas y 2 de Abril”, opina Santiago Conti de la UNRN.

El proyecto PROEVO que hizo la UNRN en 2012 a partir de las encuestas sobre el impacto del volcán en economías de pequeña escala en Bariloche, contabilizó una muestra de 3.000 emprendimientos de muy pequeña escala, llevados adelante en el 71% de las veces por una persona y en el 19% por dos. El 25% relevado corresponde a prestaciones de servicios, el 24% corresponde a artesanías de todo tipo; 18% a pequeños comerciantes, 15,5% construcción; 14% elaboración de alimentos, 8,5% elaboración textil, algo así como 290 emprendedoras, cantidad que crece como la incertidumbre del sector ante el aumento desmesurado de su materia prima.

Con esa caracterización geográfica de estas emprendedoras coinciden las trabajadoras del Ministerio de Desarrollo Social de Nación, que hasta hace unos años trabajaban solamente a través de grupos textiles que solicitaban maquinaria para desarrollar esta tarea y a su vez atendían demandas espontáneas de vecinas que se acercaban a sus oficinas. Al menos hasta el año pasado hubo una política muy fuerte del Estado para entregar máquinas de coser. Si sirvió o no y de qué manera, son preguntas que no entrarán en el tejido de este artículo.

Este Ministerio, a través de su Centro de Referencia local, confeccionó durante el año 2014 y 2015 una única base de datos de todas las instituciones que trabajan en el sector, donde en la actualidad existen unos 350 registros, de los cuales sólo cinco son varones. Claramente no es un rubro asignado a los hombres y está atravesado por problemáticas que golpean la puerta, jefas de familia con hijos e hijas. A su vez, la mayoría de las confeccionistas y diseñadoras son mujeres y hacen ropa para mujer.

En la actualidad barilochense funcionan varios grupos como “Alto Costura” (donde están los grupos Mamás del Nahuel o Maihue), “Latidos” del barrio Omega (que ganó un capital semilla para fortalecer un microemprendimiento), los grupos de Caritas (a través de su grupo ECOSOL, que recientemente presentó un proyecto para el armado de un Banco Solidario de Telas), la cooperativa “2 de Febrero”,  el grupo de “Los Kilómetros”, “Las pelegrinas”, o las que están participando en Ecosureños y se juntan para comercializar y no para producir.

Ana Paula Iparraguirre trabaja en la gerencia de empleo y capacitación laboral que depende del Ministerio de Trabajo, institución que integra esta mesa de trabajo. Ella nos cuenta que “la idea del relevamiento es conocer más tanto el sector empresarial como las trabajadoras independientes y una vez realizadas las encuestas poder hacer un documento. No tenemos un diagnóstico, en realidad lo vamos a buscar, pero sabemos que es un sector precario, de mujeres con hijos que intentan tener este emprendimiento como segundo ingreso para la economía del hogar”.

Desde este espacio han entregado el PEI (Programa de Empleo Independiente) a grupos asociativos, pero principalmente a personas individuales que requieren este apoyo fundamentalmente para la compra de máquina u otros insumos para su emprendimiento. Estos proyectos no pueden superar los 30.000 pesos y para acceder la persona interesada debe tomar un curso de gestión empresarial, cuyo proceso es supervisado por la asociación civil Patagonia Sustentable, tutora de este proyecto.

Jorge Calvo, de la misma gerencia y al tanto de estos emprendimientos, nos detalla que “la persona solicitante debe seguir sus cursos y capacitaciones requeridas, ya que desde esta oficina de empleo se hace un seguimiento constante y se articula con sectores del Ministerio que trabajen violencia de género, por ejemplo”. Según algunas emprendedoras, las capacitaciones son útiles aunque a veces no terminan siendo superadoras y no “dan en el clavo” de las necesidades del sector, ya que no siempre tienen las mismas necesidades las que recién comienzan, con las que llevan años sentadas detrás de su mesa de corte.

Dentro de la misma órbita del Ministerio de Trabajo, desde el 2012 en Bariloche se aprobaron 168 proyectos para emprendimientos, de los cuales casi el 20 % fue solamente para el rubro textil. Las solicitudes van claramente en aumento ya que sólo el año pasado se entregaron 78 ayudas de este tipo.

maquina-coser

En la actualidad, las máquinas más solicitadas son la collareta, bordadoras, y overlok. Sus precios rondan entre los 9.000 y 11.000 pesos. Por lo general, estas máquinas se compran en la ciudad al único proveedor que las tiene (principalmente por un tema de garantía) o a otras emprendedoras que no usan las suyas.

Paloma trabaja en el INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial), es parte de la mesa interinstitucional que trabaja con este sector y nos profundiza sobre el relevamiento que están por lanzar en conjunto: “El relevamiento lo dividimos en tres secciones: emprendedoras, pequeñas pymes, y organizaciones que laburan lo textil y grupos que tienen trabajos asociativos. Una última pregunta que agregamos al cuestionario es la situación actual porque la coyuntura cambió mucho en los últimos meses. Queremos saber qué ubicación tiene cada uno en la cadena de valor y quiénes son los otros actores, para quién trabajan, si son parte de la tercerización de un proceso de otro, si están asociados o no”.

Rememorando el acompañamiento que vienen sosteniendo desde su institución, resume que “desde el INTI venimos apoyando a este sector realizando capacitaciones de técnicas de diseño en la que vino gente de Buenos Aires, realizando un mantenimiento preventivo de maquinarias textiles de acuerdo a las necesidades. También se hizo el relevamiento textil/artesanal en el 2013 y 2014”.

Entramando experiencias

NorteSur trabaja con el rubro textil desde hace 13 años e inicialmente otorgaba créditos para que las vecinas puedan comprar insumos, materia prima, herramientas o máquinas. Sólo en 2011 el 70 % de sus créditos se destinaban para el rubro textil, confeccionistas y costureras. Valeria Didko, su presidenta, nos cuenta que “ahí empezamos a entregar créditos solamente para aquellas que  cuenten una experiencia recorrida, tenían sus producciones destinadas a ‘potenciales’ clientes. De todos los rubros que trabajamos en la actualidad este es el sector que más créditos se entregan hasta la actualidad”, asegura. Y completa: “Nosotros pensamos que este tipo de emprendimiento tiene cuatro etapas: adquisición de materia prima, producción, comercialización y administración. Entonces creemos que una persona sola en las cuatro etapas es algo muy pesado, cuando trabajando en grupo puede ser diferente la metodología de trabajo”.

Por eso, si conforman grupos se puede potenciar cada una de estas áreas. “Tiempo atrás hicimos la experiencia de haber juntado confeccionistas para hacer compras solidarias y grupales mediante un grupo de mujeres muy heterogéneo en edades y trabajos que no se conocían hasta el momento. Les contamos que el objetivo final era comprar materia prima en Buenos Aires porque se consigue a menor costo y de mejor calidad. Entonces planteamos que cada una cumpliera por mes un rol diferente. Justo en ese tiempo, surgió un trabajo de hacer sábanas para INVAP, así que pudimos implementar esta experiencia en el mercado local. Parte de este grupo continúa trabajando por su cuenta hasta hoy. Esa experiencia no se pudo replicar porque el recurso humano que hay en nuestra asociación civil no alcanza si no hay financiamiento para ponerlo en marcha”, dice la titular de NorteSur.

Del otro lado de la mesa (de confección) están los clientes. Son muchos los que llevan 500 remeras para coser y después las imprimen y venden en los locales del centro. O colegios que quieren hacer buzos a los egresados de cada año y les llevan las telas, o encargan prendas para empleados de comercio céntricos que por suerte apuestan a realizar estos trabajos en la ciudad. Al respecto le preguntamos a Valeria Didko sobre estas cuestiones que muchas veces marcan el techo de estos proyectos productivos.

-¿Qué grado de inserción tienen estos emprendimientos textiles en los grandes comercios de la ciudad?

-Lo que veo es que a los emprendedores les falta entrar a determinados rubros que resultan claves, como el hotelero. Ahí podrían hacer desde sábanas, toallas, cortinas, manteles, servilletas, entre otros. Y, de acuerdo a nuestra experiencia, comprar a los emprendedores locales resulta más económico que traerlo de Buenos Aires, pero entran en juego otras variables. Cuando le preguntamos a los dueños de esos hoteles por qué no compraban en Bariloche, sus respuestas fueron que “el emprendedor muchas veces no se compromete”, “la calidad con la que se presenta no es la adecuada” o “resulta más sencillo levantar el teléfono y hacer el pedido a una empresa de Buenos Aires”, hasta “que puedo pagar con cheque a 60 días y al emprendedor no”. Ahí es donde entramos nosotros de nexo y nos hacemos responsables del pedido y la entrega en general. Así hemos comercializado bolsas de supermercado, canastas navideñas, uniformes, bolsines para la difusión, camperas para las cooperativas del Argentina Trabaja, etc.

-¿Cuáles son los desafíos que entrelazan a corto y mediano plazo?

-Me parece muy importante que las empresas, las instituciones y los particulares tratemos de comprar local, que el dinero quede circulando en la ciudad porque, contrariamente a lo que muchos piensan, no vivimos solo del turismo. El hecho de que el dinero que se gaste para este tipo de trabajos quede en su gente, me parece sumamente importante porque después esa confeccionista lo gasta en esta misma ciudad, retroalimentando nuestra economía y es fundamental. Hay gente que trabaja de manera muy responsable y profesional, que solamente necesita la oportunidad de tener trabajo. Por otro lado, si bien las redes sociales son las que hoy están dominando la comunicación, hay emprendedores que no tienen ese acceso por cuestiones económicas o culturales, entonces me parece rescatable sentarse cara a cara al menos una vez, para verse y conocer las realidades de cada uno a través del contacto personal, entendiendo la parte humana y no sólo los meros números de cada transacción.