Daniel Ruíz, preso por la protesta contra la reforma previsional: “No me van a doblegar”
Luis Brunetto/El Furgón –
Obrero y dirigente del gremio petrolero en la Comodoro Rivadavia que lo vio crecer, militante del Partido Socialista de los Trabajadores Unificado (PSTU), y candidato a diputado nacional por el Frente de Izquierda y de los Trabajadores-Unidad, Daniel Ruíz está preso desde el 12 de septiembre de 2018, por su participación en las movilizaciones contra la reforma previsional. Fuimos a visitarlo al penal de Marcos Paz, y de esa visita salió este reportaje a un revolucionario dispuesto a luchar por su libertad sin someterse ni arrastrarse ante el poder estatal de la burguesía. Un reportaje militante, comprometido con el reclamo creciente de “¡Libertad a Daniel Ruiz!”.
El Furgón: – ¿Por qué estás preso?
Daniel Ruíz: – Me acusan de “Intimidación pública, atentado y resistencia a la autoridad”, por haber participado, como miles de trabajadores, en las movilizaciones de diciembre de 2017, contra la reforma previsional, en defensa de nuestros jubilados. Esos son los cargos formales, pero mi detención es una directa apretada a Sebastián Romero, para que el compañero se entregue. Por eso me niegan la excarcelación, incluso la prisión domiciliaria. No hay ninguna razón legal para que no pueda esperar el juicio en libertad.
E.F: – ¿Que argumentan para negarte la excarcelación? Clarín dice que estuviste prófugo…
D.R: – Clarín miente, siempre, y acá también! A mí me detuvieron en septiembre del 2018, por orden del juez federal Sergio Torres, nueve meses después de esos hechos. En el medio viajé dos veces a Brasil a encuentros sindicales. En junio, tres meses antes de que me metan preso, hicimos un acto en Comodoro Py para reclamar por el cese de la persecución a Sebastián, y yo subí al 4° piso al despacho del propio Torres para entregar un petitorio y lo recibió él mismo en persona. Tengo la copia con el sello.
E.F: – ¿Y entonces?
D.R: – Bueno, argumentan qué soy miembro del PSTU, que soy compañero de Sebastián, que hay peligro de fuga. “Quedo comprobado que hay una relación”, dice una de las resoluciones. Pero no hay elementos de ningún tipo para negarme la libertad. Hicieron treinta y nueve juegos de fichas dactilares y los mandaron a todo el país y afuera, a ver si me pescaban en alguna, y no encontraron nada, porque no hay nada, toda la vida fui un trabajador, no pasé ni una noche en una comisaría. En la cárcel tengo diez en conducta. Me podrían dar la domiciliaria con la tobillera, pero no quieren porque me necesitan preso. Pero vamos a seguir pidiendo la excarcelación. En diciembre presentamos un recurso en queja a la Corte Suprema, que todavía no respondieron si lo van a tratar.
E.F: – ¿Cómo lleva el proceso el fiscal Juan García Elorrio?
D.R: – García Elorrio es el representante directo de (Patricia) Bullrich. Yo le digo “pluma veloz”, porque te niega la excarcelación a la velocidad de la luz, ni siquiera estoy seguro de que lea los escritos que presentan los compañeros abogados. Eso sí, a la hora de atender las necesidades de los presos de los que es responsable, ahí se toma su tiempo y no resuelve nada.
E.F: – ¿Con qué situación te encontraste en la cárcel?
D.R: – Lo que se ve es que cada día hay más presos, pero el mismo presupuesto. Sacaron un gimnasio y una cancha para hacer un pabellón. Mantienen la misma cantidad de personal, tanto de guardiacárceles como de los profesionales, los psicólogos, el personal de salud. Eso crea problemas tremendos, porque los guardiacárceles controlan por el miedo, amenazando, castigando, porque están superados y a su vez “apretados” desde arriba. A los guardias los castigan sacándoles los francos, es la manera con la que cubren el faltante de personal, pero imaginate lo que significa eso para una persona que trabaja en una cárcel. Entonces, se crea una tensión permanente entre el preso y el guardia, que no se sabe cómo puede terminar. Después hay cosas como la comida, que es incomible, nosotros cocinamos con lo que nos trae la familia o lo que se puede comprar en la proveeduría. Pero hay cosas raras: Por ejemplo, no te dejan pasar mostacholes, porque supuestamente adentro se puede meter droga, pero sí te venden mostacholes en la proveeduría…
E.F: – ¿Cómo es tu relación con los presos comunes?
D.R: – Yo estuve primero en un módulo más de “chiquitaje”, donde había población más “plebeya”, gente que estaba por delitos menores, a lo mejor unos meses. Muchos tenían parientes que militaban, por ejemplo en el Polo Obrero, o en otras organizaciones piqueteras, incluso había obreros. Me acuerdo de un muchacho que trabajaba en una fábrica y ganaba 10 o 12 mil pesos, y salió a robar para alimentar a sus hijos. Ahí de entrada, cuando te preguntaban porque estás adentro, que es lo primero que te preguntan, tuve la oportunidad de explicar mi lucha y me sentí comprendido. Incluso a muchos pude contarles sobre el trabajo del obrero petrolero, del mito de que ganamos bien, y sobre cómo saquean las multinacionales.
E.F: – O sea que hiciste un trabajo político con tus compañeros de prisión.
D.R: – Algo así. Después me pasaron a este sector, más pesado, con presos por homicidio, piratas del asfalto, drogas. Ahí la cosa fue más fría, me llamaban “el sindicalista”, y no me daban mucha bola. Hasta que en noviembre quisieron agregar una cama a cada celda, que son individuales, para meter dos presos por celda. Y ahí se empezaron a acercar, a ver cómo podían reclamar. Y empezaron a salir otras cosas, como el reclamo por los elementos de limpieza, que te los dan cada 45 días y debería ser una vez por mes; la falta de talleres de oficio, que no hay ninguno; la afectación al trabajo, que se la tienen que dar a los que tienen condena pero no se la dan; la falta de camiones para trasladar a los presos, que hace que muchos cumplan su condena y tengan que esperar varios días para salir porque no hay vehículos para trasladarlos. Así que hicimos un par de asambleas en el salón de las visitas. El estado no hace nada por la reinserción social de los presos. Nada, todas mentiras.
E.F: – ¿En la cárcel no se aprende nada?
D.R: – ¡Nada bueno! Aquello de que se perfeccionan en el crimen es cierto. Pero sí se aprenden cosas de las relaciones humanas. Yo me he dado cuenta, por ejemplo, lo que vale la palabra acá, porque no hay otra cosa, no tenés otra cosa que la palabra. Y cómo aflora la solidaridad. Cuando mi hija iba a venir a visitarme por primera vez, con la excusa de que era menor y no podía entrar sola al Penal, me negaban la visita. Ella tenía 17 años y estaba por cumplir 18. Soy separado y mi ex, por trabajo, no podía viajar a acompañarla. Todo el pabellón se solidarizó conmigo. Finalmente pudo entrar y el día que llegó, yo había cocinado unos pancitos para recibirla, porque en la cárcel está la costumbre de recibir a las visitas con algo, con lo poco que se pueda. Y mis compañeros me hicieron una pizza, que puede parecer poco, pero ¡no sabés lo que vale acá!
E.F: – Estás preso por la movilizaciones de diciembre del ’17. ¿Cómo evaluás políticamente esos hechos?
D.R: – Para mi tuvieron una importancia enorme porque iniciaron la crisis del macrismo. Pero después ese camino abierto no se continuó. El 21F, después, que por ahí fue la movilización más grande contra Macri, fue un producto de las marchas de diciembre, pero sirvió para canalizar esa expectativa hacia la salida electoral, al “Hay 2019” y el “votá bien”. La expectativa de lucha que abrieron las movilizaciones de diciembre se disolvió detrás de la salida electoral.
E.F: – Sos candidato a diputado nacional por el Frente de Izquierda, y pasaste la prueba “dactiloscópica”, que hay que ver cuantos candidatos la pasarían. Sos un candidato con ficha limpia se puede decir…
D.R: – ¡Si es verdad! ¡Con ficha limpia, como dicen en Brasil! La candidatura es parte de la campaña por mi libertad, pero además es una manera de advertir a los trabajadores de que va a haber muchos más presos por luchar. Porque lo que se viene es la reforma laboral, la jubilatoria, el ajuste más feroz que nos podamos imaginar. En eso los trabajadores petroleros estamos curtidos, porque somos particularmente víctimas de la represión, porque enfrentamos a empresas muy poderosas. Fijate el caso de los compañeros de Las Heras, condenados a perpetua bajo el kirchnerismo, o de Martín Oñate, Néstor Vivares y Jorge Armoa que los metieron presos y los juzgaron por una huelga, y finalmente los sobreseyeron. Las empresas te arman causas por cualquier cosa.
E.F: – Y los jueces. Le hice una reportaje a Claudia, la esposa de Armoa, cuando fue el juicio y me habló de un juez de Santa Cruz, Eduardo Quelín. Un tipo terrible…
D.R: – Si, el juez de Las Heras, Quelín, es un perseguidor. Qué además tiene causas por accidentes que atropelló y dejó a las víctimas abandonadas. Un perseguidor de los petroleros de Santa Cruz, y que además es dueño de hoteles que las empresas alquilan para los trabajadores petroleros.
E.F: – La represión en la Patagonia es tremenda, ¡pero la Patagonia también es rebelde!
D.R: – Si, es así, es un orgullo. Toda la Patagonia es un lugar de represión constante pero también de lucha desde siempre. En eso yo soy un privilegiado, porque ¿cuantos han dejado la vida? Los pueblos originarios fueron masacrados y siguen luchando, los obreros de las huelgas de los años ’20, Santiago Maldonado, Rafael Nahuel.
E.F: – ¿Cómo está Chubut, tu provincia?
D.R: – Gobernada por un agente de la Pan American Energy y de Aluar, como es Mariano Arcioni. Pan American que encima está asociada con la British Petroleum, a las que el estado subsidia, con el sentimiento que tenemos los patagónicos hacia Malvinas, es una burla, da mucha bronca. Pan American ganó 4 mil millones de dólares el año pasado, y en Comodoro Rivadavia, mi ciudad, ¡no hay hospital de alta complejidad! Y cómo no hay hospital de alta complejidad, hay un montón de análisis que no te los podés hacer porque no hay laboratorios que los hagan ¡Hay que ir a Bahía Blanca! En Comodoro no falta agua potable para hacer el lodo de perforación de los pozos petroleros, pero no hay ni un acueducto que lleve agua potable a la ciudad. Pasamos días enteros sin agua. Comodoro más que una ciudad es como un gran campamento, sin la infraestructura mínima, las empresas no dejan nada.
E.F: – Son empresas saqueadoras…
D.R: – Totalmente. Absolutamente inhumanas. Cuando fue la inundación de 2017, que tapó toda la ciudad, nosotros estábamos en los pozos, capaz que a 60 kilómetros, y nuestras familias nos avisaban de lo que estaba pasando. ¡Y las empresas no querían que dejemos los pozos! Tuvimos que tomar la decisión de bajar con los camiones y la maquinaria. Fue impresionante ver bajar a los compañeros. Y después, en una asamblea, votamos dejar las maquinas en Comodoro hasta terminar de arreglar la ciudad. Claro, los gerentes viven en Puerto Madero, o están durante la semana en la Patagonia y se vuelven el fin de semana para Buenos Aires.
E.F: – ¿Y lo de los sueldos altos? ¿Es un mito?
D.R: – Los petroleros ganamos bien comparados con los demás trabajadores, pero vos no sabés lo que es ese trabajo, alejados semanas de las familias. Y además, en Comodoro, los precios son altísimos…
E.F: – De eso doy fe, en el 2015 el Interescuelas[1] se hizo ahí, y los precios eran carísimos.
D.R: – Pero además esos precios no sólo los pagan los petroleros, sino toda la población trabajadora, los docentes, los municipales, que tienen sueldos mucho más bajos. Y encima hay actividades que han desaparecido. Por ejemplo, la pesca, desde que Felipe Solá cuando era secretario de Pesca de Carlos Menem sacó un decreto que habilitó los barcos factoría, ahí desaparecieron todos los barquitos de pesca de Comodoro.
E.F: – ¿Y la famosa “Adenda” al convenio colectivo petrolero? La difunden como la gran solución…
D.R: – Con la adenda perdimos un montón de derechos. Te pongo ejemplos. Te dejan de pagar las horas de espera, y las horas de viaje. Pensá que los pozos están a 50 o 60 kilómetros. Supongamos que tenés una fractura a la mañana y otra a la tarde: ¿A dónde vas a ir? A tu casa no podés ir, esas son las horas de espera, que con la adenda te las dejan de pagar. Además, las cuadrillas pueden trabajar hasta 4 horas con un operario menos, antes eso estaba prohibido, tenía que estar la dotación completa. Pero lo más grave es todo lo que tiene que ver con la seguridad, en una industria en la que está en riesgo la vida. Cuando llegaba un camión a descargar equipos se paraba el trabajo, porque las torres están sostenidas por vientos de metal, y ocurre que a veces en la descarga los camiones o el equipo los rompen, y las torres se te pueden venir encima. Ahora no se para más el trabajo cuando se descargan equipos. Antes, vos podías parar el trabajo ante un riesgo, el propio supervisor de la tercerizada (porque las compañías trabajan con tercerizadas) tenía que pararlo; ahora tiene que ser el “company man”, el supervisor de la compañía. ¡Andá a encontrar al supervisor de la compañía! Redujeron la cantidad de supervisores, gracias a que ahora se puede trabajar sin el supervisor presente, se pueden dar las órdenes por radio. Dos de los 8 compañeros que murieron en Vaca Muerta en estos últimos meses estaban justamente trabajando sin supervisor. Gracias a eso es que crece y crece la producción en Vaca Muerta, no dan abasto, y sacan más petróleo del que declaran. Y encima Rocca se queja porque no le quisieron pagar los subsidios.
E.F: – ¿Y la contaminación?
D.R: – Todo el petróleo contamina, de eso no hay dudas. Pero se puede minimizar muchísimo el impacto, el problema es que hay que destinar millones. No solamente en los pozos de fracking se usa agua potable, en los convencionales también, para el barro de los pozos. En Comodoro escasea el agua potable ¿No se puede invertir en una planta que potabilice el agua del mar?
E.F: – ¿Pero eso lo van a hacer las empresas privadas?
D.R: – ¿No! Imposible. Las empresas te dicen que si gastan en el cuidado del medio ambiente no les dan los costos, “tenemos que bajar equipos, y eso es menos trabajo”. Por eso hay que estatizar la producción petrolera y ponerla bajo nuestro control, y hay que dejar de pagar la deuda externa, de ahí tenés miles de millones para invertir en la producción estatal, cuidando el medio ambiente. Y hay que destinar millones también a las energías alternativas, para ir reemplazando el petróleo. Por supuesto que hablamos de una estatización en serio, no de entregarle el petróleo a Chevron.
E.F: – ¿Qué opinás de esa estatización?
D.R: – Y, se hizo al borde del desabastecimiento, sin planificación, en una situación de desinversión total por parte de Repsol y de los Eskenazi. Acordate que pagaban la empresa con los dividendos que cobraban. No invertían nada, no funcionaban los pozos, quedaban por la mitad, los compañeros tenían que ir a buscar materiales a otros pozos para terminar. Me acuerdo de la movilización de los petroleros en el límite de Chubut y Santa Cruz, en marzo de 2012, éramos como 20 mil. (Martín) Buzzi y (Daniel) Peralta tuvieron que sacarle varias concesiones a Repsol, y eso hizo mucha presión para la estatización. Por eso en seguida se la dieron a (Daniel) Galuccio, para conseguir inversores extranjeros.
E.F: – ¿Cómo ves la campaña por tu libertad? ¿Creés hay apoyo popular?
D.R: – Si, creo que sí, y así lo siento, en cada compañero que me visita, en cada acto y cada cosa que me entero que hacen los compañeros afuera. Lo más importante es por supuesto el apoyo de mi familia y de los compañeros de mi partido. Pero también la candidatura por el FIT te hace sentir un apoyo. Aprovecho para mandarle un saludo a Sofía, mi hija, que viene cada vez que puede, pero las distancias son muy grandes. Y en Comodoro sé que hay un gran apoyo y solidaridad. Se han hecho actos, y también sé que, por ejemplo, en los pubs de la ciudad, varios cantantes cantan una canción pidiendo mi libertad. En la Plaza principal siempre sacan todos los carteles, pero hay un cartel reclamando mi libertad que los compañeros municipales se negaron a sacar, y ahí está desde que los compañeros lo pusieron. También han pedido por mi libertad la CGT y la CTA, y varios miembros de la Comisión Directiva de los petroleros. Hasta el ministro de Trabajo de Chubut firmó. Y cuando vi el cartel en la tribuna de River no lo podía creer…
E.F: – Imagino que, siendo víctima de una injusticia como esta, ese apoyo te fortalece.
D.R: – Si eso es lo que necesitás, eso refuerza tus convicciones. Vamos a insistir, seguiremos luchando, es el único camino. Si esto se prolonga habrá que tomar decisiones más drásticas, como empezar una huelga de hambre. Yo sé porque estoy acá y estoy convencido. No me van a doblegar.
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[1] Las Jornadas Interescuelas son jornadas académicas organizadas por los Departamentos de Historia de todas las universidades del país. En 2015 se realizaron en la sede Comodoro Rivadavia de la Universidad de la Patagonia.