Teléfono para el Papa Francisco: Los archivos secretos de Camps anidan en el Vaticano
“Entre 1973 y 1979 hubo 2.050 enemigos muertos en enfrentamientos. De ellos, un millar y medio no fueron identificados. Entre 1972 y 1976 se registraron 548 muertos anónimos. Entre 1976 y 1979 aparecieron 729 cadáveres, de los cuales 371 quedaron sin identificar. Y entre 1973 y 1979 recibieron sepultura 1.858 cuerpos como NN en distintos cementerios”. Datos tan precisos fueron proporcionados por el general Ramón Camps al periodista español Vicente Romero en los primeros días de enero de 1983.
Camps fue jefe de la policía bonaerense entre 1976 y 1977 para pasar desde entonces a conducir la Policía Federal Argentina, hasta su retiro en 1979. Fue el responsable de algunos trágicos y macabros episodios de la represión ilegal como el secuestro y desaparición de los estudiantes secundarios de la Noche de los Lápices, el secuestro y tortura del periodista Jacobo Timerman y el saqueo del patrimonio de la familia Graiver para quitarles la empresa Papel Prensa, que terminó en manos de los diarios La Nación y Clarín. Fue el primer militar condenado en 1985 a prisión perpetua por 73 casos de secuestro seguidos de muerte durante la dictadura militar.
El 27 de enero de 1983 el diario “Pueblo”, de España, publicó en su portada la entrevista firmada por el periodista Vicente Romero. Se desarrolló días antes en el estudio de la casa particular del militar junto a una caja fuerte de la que extrajo una voluminosa carpeta. “Una copia de estos documentos están en manos del Papa (Juan Pablo II)”, le dijo Camps a Romero. Se refería a papeles donde figuraban víctimas secuestradas, asesinadas y desaparecidas entre 1972 y 1979 en territorio de la provincia de Buenos Aires. En total suman 5.185 casos y esa documentación debió ser entregada al Vaticano entre 1979 y 1980.
Si bien Romero admite que no llegó a tener la carpeta en sus manos, Camps leyó pausadamente las cifras de muertos para que el cronista pudiera tomar nota. “Pese a que la noticia hizo mucho ruido en España y en Argentina, nadie se preocupó por verificar y pedir al Vaticano que desclasifique esos documentos”, señala a El Furgón, Vicente Romero de visita en Buenos Aires donde se publicó su libro Cafés con el diablo. Descenso a los abismos del mal (Editorial Akal, Buenos Aires/Madrid, 2021). El texto de 409 páginas recoge testimonios de dictadores y torturadores de todo el mundo durante el siglo veinte: el Chile de Pinochet, los Jemeres Rojos de Camboya, la Nicaragüa de Anastasio Somoza, las torturas en Vietnam y en Guantánamo y la Argentina en tiempos de la dictadura de 1976. El capítulo argentino se lleva la mitad del libro y la entrevista con Camps está reproducida entre las páginas 253 y 262,
El Furgón habló con dos jueces federales quienes tramitan causas por delitos de lesa humanidad, seis fiscales ligados al tema, funcionarios nacionales y organismos de Derechos Humanos, pero nadie sabe nada de los archivos mencionados por Camps.

“Camps menciona que en sus carpetas solo se registran casos de desaparecidos y asesinados en la provincia de Buenos Aires”, señala Romero. Teniendo en cuenta este dato los archivos podrían contener información sobre ciudadanos detenidos desaparecidos de países limítrofes. Desde octubre de 2020 el Tribunal Oral 1 de La Plata está analizando los casos de los centro de detención Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes y el Infierno de Lanús, por donde pasaron por lo menos 22 ciudadanos uruguayos que hoy están desaparecidos.
En 2015 -32 años después de publicada la entrevista- el diario El Mundo, de España, volvió sobre el tema con esta nota: https://www.elmundo.es/internacional/2015/04/30/55427fe722601dfc088b456c.html
Sin embargo el silencio sobre la existencia o no de los archivos de Camps sigue sembrando sospechas. “Cualquiera que haya prestado el servicio militar sabe de la puntillosidad obsesiva de los militares de anotarlo todo, desde las camas y sillas que hay un cuartel hasta la hora exacta en que se toma una guardia. Los datos que me leyó Camps demuestran que se hizo un registro de la masacre perpetrada por la dictadura. ¿No hay archivos de todo eso?”, se pregunta Romero que vió con sus propios ojos parte de ese archivo. “No entiendo cómo ni los organismos de Derechos Humanos ni la Justicia argentina pidieran al Vaticano ese material. Más aún cuando ahora hay un Papa argentino”, razona el veterano periodista.
Otro capítulo sobre los documentos de la dictadura que exige actuar a los poderes del Estado de una vez por todas para evitar sospechas de posibles negociaciones turbias y silencios cómplices. Después de todo, la democracia está por cumplir cuarenta años y ya debiera llevar puestos los pantalones largos.