Fernando Birri, un señor muy viejo con unas alas enormes
“Porque así como, confieso, ya no se más dónde empieza la palabra cine y dónde termina la palabra vida,
tampoco se más dónde termina la palabra poesía y dónde empieza la palabra revolución.”
Fernando Birri
Birri nació en la ciudad de Santa Fe el 13 de marzo de 1925. Procedente de una familia de artistas santafesinos, Birri destacó primero como pintor, poeta y titiritero antes de decidirse por el cine. En 1950 viajó a Italia para ingresar en el Centro Sperimentale de Cinematografía de Roma, y el neorrealismo con Vittorio De Sica y Luigi Chiarini como sus grandes influencias.
Imbuido de cine social, Birri regresó a Argentina en 1956 y creó el Instituto de Cinematografía de la Universidad Nacional del Litoral en su ciudad natal, donde dio sus primeros pasos como director. Primero, fue el documental Tire Dié estrenado en 1960. La dirección de la película fue muy sui generis, afirmó el cineasta, porque la dirección del documental se hizo con ciento veinte muchachos y muchachas que no habían hecho nunca cine y fue el resultado de un trabajo de equipo. En referencia a la relación con los protagonistas, los niños que corren temerariamente a la par del tren para pedir monedas en una barriada pobre de Santa Fe, afirmó: “Nadie puede conseguir una presencia creíble, o si prefieren verdadera, del personaje si no crea primero una relación profundamente humana, de profundo respeto y, aunque la palabra esté bastante fuera de moda, de profundo amor… Es fundamental trabajar con esa dimensión, sin esa dimensión a mí, personalmente, no me interesa el cine; creo que nadie, nadie puede conseguir un film honesto si no hay esa base de confianza, de compromiso, de amor”.
Un año más tarde realizó la ficción Los Inundados, ganadora del Festival de Venecia como mejor opera prima. “Y ahora… quién sabe cuándo vendrá la inundación”, se lamentaba el protagonista de la película, Gorosito Gaitán, en la escena final. Lo que iba a llegar era un cambio de rumbo del cine latinoamericano, al que con los años se sumaron directores de la talla del brasileño Glauber Rocha, el cubano Tomás Gutiérrez Alea o el chileno Raúl Ruiz, entre otros.
Como formador de cineastas, intensificó el trabajo iniciado en Santa Fe con la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de Los Baños de Cuba, proyectada por la Revolución Cubana, que fundó junto a Gabriel García Márquez en 1986. Dos años después, adaptó un cuento del Nobel colombiano ‘Un señor muy viejo con unas alas enormes’ y fue director de la Escuela de los Tres Mundos hasta los años noventa.
La filmografía de Birri está cruzada por el compromiso social a través de una gran variedad estética y estilística que incluye documentales biográficos -como Rafael Alberti, un retrato del poeta (1983); Mi hijo el Che – Un retrato de familia de don Ernesto Guevara (1985) y Che: ¿muerte de la utopía?– ficciones y películas experimentales como Org (1976). Además de filmar, mantuvo su afición a la escritura y a la pintura. “Es un artista del Renacimiento en el siglo XXI”, lo definió el boliviano Humberto Ríos tras rescatar su figura en 2013 en el documental ‘El utópico andante’.
Ata tu arado a una estrella, es el documental-ofrenda de la cineasta y antropóloga Carmen Guarini. La película captura el brillo infantil que persiste que persiste irreverente en los ojos gastados por el tiempo, la sonrisa constante y sobretodo el pensamiento lúcido y la creatividad inagotable de Birri. A su vez, Birri, como personaje del documental, es generoso, comunicativo, solidario, agradecido. Solo hay un instante en que esboza una queja: cree que la pregunta de Carmen sobre su vida fuera de la Argentina, sobre sus exilios, podría ser injusta porque él “nunca estuvo desde afuera, sino siempre desde adentro…”.
En el diálogo con Carmen Guarini, en las charlas con discípulos de la Escuela Documental de Santa Fe, en las entrevistas que Birri les hizo a escritores como Osvaldo Bayer o Eduardo Galeano, en la Escuela de los Tres Mundos ovacionado por los alumnos y acompañado por Fidel Castro y García Márquez, en todo momento Birri es un profeta consciente del peso de sus palabras, ni aun cuando bromea y ríe con ganas pierde el eje de su pensamiento: sabe que sus palabras trascenderán el momento y las calibra para enfocarse en los temas que guiaron su vida, entre los que se destaca uno: la utopía. “Si yo no pudiera soñar con un futuro mejor para todos… yo personalmente no encontraría una razón para seguir viviendo”, dijo.
A lo largo de su vida no paró de viajar y durante años alternó su residencia entre Cuba e Italia. “La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar”, respondió Birri cuando al término de una charla, en Cartagena de Indias, un estudiante le preguntó para qué servía la utopía. “Se ha ido Birri, se fue de paseo a encontrarse con la Utopía. En la Tierra dejó el ojo y la oreja, las ganas de soñar y vivir”, lo despidió el Festival de La Habana.
El argentino Fernando Birri, el utópico andante, padre del nuevo cine latinoamericano, murió a los 92 años en Roma, el 28 de diciembre de 2017.
“Para muchos él más grande referente artístico y ético del cine de nuestro continente. No puedo evitar la tristeza, se sube al tren y parte con sus inundados para siempre”, escribió en las redes sociales el realizador Juan Chiesa. “Abrió los caminos de un nuevo cine latinoamericano que asumiendo su identidad, reflejó y marcó las luces y sombras de la región a través de los inconfundibles cineastas y sus películas surgidas de la influencia de quien se convirtió en el gran maestro”, señaló la asociación Directores Argentinos Cinematográficos en un comunicado.
En Ata tu arado a una estrella, quizás no casualmente, la escena más risueña y ligera del documental es la “planificación” de su funeral, hecha por el propio Birri mientras comparte un asado con discípulos de la Escuela Documental y amigos en Santa Fe. Entusiasmado Birri exclama que en su funeral las cenizas serán acompañadas por un cortejo que bailará al son de la murga negra de Santa Fe, con sus amigos llevando imágenes de Glauber Rocha, Dos Santos, Solana… Animado por las risas de sus discípulos agrega más detalles y ríe feliz como un niño planeando un cumpleaños… La vida y la muerte para Birri van de la mano; son compañeras.
Un viaje de tantos posibles que transcurren en el tiempo, atraviesa un diálogo entre el ilusionista y cineasta George Mélies quien plantea a principios del siglo XX que “El cine tiene la capacidad de atrapar los sueños”, y el poeta y cineasta Fernando Birri que a principios del siglo XXI completa preguntando “¿Y cuáles son los sueños que aún no hemos soñado?”.