Capitalismo y cianuro
“Habré llegado a la cima de la montaña para rodar por la vereda opuesta”.
Macbeth.
Por Luis Brunetto/El Furgón –
Crímenes
Si me hubiera tocado en suerte el oficio de detective, celebraría las manos manchadas de sangre, a lo Lady Macbeth, de los planificadores del crimen que ahora pretenden negar, con invocaciones de última hora a la escucha y a la reparación de los errores, que ya habían puesto la maquinaria en funcionamiento. Las manos manchadas de sangre, o de cianuro, son inocultables. Ya fuera que me tocara la suerte de un Marlowe, el preferido de algunos que conocen el género mejor que yo o, más apropiadamente al caso y a mi gusto personal, el Agente de La Continental de Cosecha Roja investigando los venenosos crímenes de Poisonville, celebraría un trabajo tan sencillo…
Las manos de Lady Macbeth, al menos, estaban manchadas por el remordimiento de haber instigado al crimen a su marido. Metáfora de un régimen social, el feudalismo, en su plenitud, y de sus reglas de ascenso al poder, el crimen de Macbeth, desde el punto de vista histórico, no puede equipararse al de los burgueses envenenadores de ríos y cursos de agua, y de sus administradores políticos, que ahora corren a esconderse tras pretextos de última hora. El feudalismo pleno destilaba sangre humana, pero al menos no incurría en la práctica del envenenamiento masivo. Más aún: aquella práctica, en los hechos, estaba reservada a las luchas dentro de la propia nobleza. Y el veneno, a la espera de besar el sol, permanecía guardado en los anillos de los reyes, de los duques o de los obispos.
El propio capitalismo, que nació, al decir de Marx, chorreando sangre y lodo, tampoco necesitó en su impulso naciente hacia la tasación universal del planeta, envenenarlo. Aunque ya en los efectos de las revoluciones industriales de los S XVIII y XIX podemos encontrar los primeros síntomas de la incompatibilidad entre la protección de la naturaleza y la producción capitalista, todavía el riesgo no abarcaba al mundo entero. Es verdad, eso sí, que el problema estaba implícito en el devenir de un sistema cuyo funcionamiento económico se apoya en el motivo propulsor de la ganancia. Ya se sabe que la clave de la anatomía del mono está en la anatomía del hombre.
Ya el mismo Marx, testigo del ascenso del capitalismo y no de su declive social, lo había señalado con la casi profética perfección que es cualidad de cada uno de los párrafos que dejó a esta humanidad sufriente: “El capital suprime las dos fuentes de la riqueza social: El trabajo y la tierra”. En su “supervivencia mortal”, parafraseando a Trotsky, el capitalismo parece haber sacado el cianuro de los anillos de los reyes, para verterlo sobre las ya penosas condiciones que su vigencia senil impone a las relaciones sociales. Someter al mundo a las bárbaras reglas de su agonía parece ser su destino. Y, se sabe, la agonía precede a la muerte…
Pactos
Consultada por El Furgón, sobre un pacto entre la UCR-Cambiemos y el FDT, Teresa “Guni” Cañas, una de las principales dirigentes del movimiento ambientalista mendocino, dijo: “Si, existió un pacto Suárez-Sagasti. De hecho, gran parte de este descontento arranca cuando la cúpula del PJ salió a respaldar las modificaciones a la 7722. Además, antes del proyecto de modificación hubo dos proyectos que venían uno de la bancada del PJ y otro de una bancada K, y otro de un bloque unipersonal del PI, que es una escisión de un partido mendocino. Al ver la represión, Fernández Sagasti y Carmona pretendieron despegarse como diciendo ‘no esperábamos que hubiera represión’. Al final el FDT terminó saliendo a pedir que se vuelva a cero. Creo que se han dado cuenta que han quedado expuestos no sólo ante la sociedad, sino también ante sus propias bases.”
Cómo se ve, el impulso megaminero cruza a todas las corrientes de la burguesía. Tanto el capitalismo “salvaje” como el capitalismo “solidario”. De hecho, el prototipo del éxito de la política megaminera es el San Juan de Gioja y Uñac, cuyo ministro de Minería, Alberto Hensel, ha sido ungido secretario de Minería de la Nación. Hensel estaba a cargo de la minería sanjuanina cuando la mina Veladero derramó unas “gotitas” de cianuro sobre la cuenca del río Jachal. El apaleador y deudor de los docentes y estatales de Chubut, el massista y albertista Mariano Arcioni, pretendía aprovechar la reacción en cadena de la modificación de 7722 en Mendoza para liquidar la 5001 en su provincia. Tuvo que meter violín en bolsa.
Del pacto Suárez-Sagasti, cuentan ciertas lenguas cercanas, fue garante Cristina. Anabel es incondicional de la presidenta del Senado. Tales lenguas ofrecen una versión extraña: Las declaraciones originales de Cabandié señalando el carácter provincial del problema, estaban más destinadas a despegarse del pacto que a bendecirlo. Acostumbrados al cabildeo parlamentario y ministerial, los hombres de La Cámpora no habrían sido capaces de medir los efectos potenciales de la movilización mendocina, y mucho menos que los pies de las masas trabajadoras cuyanas movilizadas terminaran pisoteando los sueños minerales de Suárez y Sagasti. Cómo con el discurso de Máximo Kirchner en el Congreso, en el que se habría privado por pedidos moderadores de incluir una mención a la fraudulencia de la deuda macrista, aquí también se quedaron a mitad de camino.
Deberían recordar que a los tibios los vomita Dios.
Costos políticos
El presidente Alberto Fernández bendijo toda la opereta con su discurso pro minero, ampliamente difundido por los ambientalistas en las redes sociales para desgraciarle su luna de miel de 90 días. Sin dudas ese discurso funcionaba como garantía y manto protector del impulso del proyecto. Y, aunque ahora se llame a silencio, es uno de los principales golpeados por la derrota de Suárez-Sagasti.
Hay un aspecto del asunto que reviste máxima importancia. Alberto está pergeñando, después del enésimo Roca Runciman, el enésimo Pacto Social. Todos fracasaron: es una cuestión de clase. Pero, lo cierto es que la movilización popular mendocina y su victoria, ponen límites claros a un proyecto que solo puede funcionar sobre la base de su opuesto: la inmovilidad social.
Si alguien cree que la victoria movilizada mendocina repercutirá exclusivamente en el plano de las luchas ambientalistas, como las que están en curso en la Córdoba del proyecto megabasurero de Cormecor, apoyado por Schiaretti y Llaryora, está muy equivocado. Ya lo señalamos cuando ganó Alberto: la victoria electoral contra el macrismo, en la que el grueso del pueblo trabajador cifró sus principales esperanzas, abrió el camino dialécticamente al ciclo movilizador en curso, que se inició apenas pasadas las PASO con la movilización del Polo Obrero y el Frente de Organizaciones Libres (FOL) a Plaza de Mayo. El triunfo mendocino no hará más que catalizar la convicción popular de que la garantía está en ganar la calle, y además ayudará a articular la lucha por la defensa de la naturaleza con el conjunto de las reivindicaciones populares.
Pero también el golpe se descarga directamente sobre Cristina, de quien Fernández Sagasti es una incondicional. El pacto pro megaminero no hubiese sido posible sin la bendición de la ex presidenta. Además. Y de ser ciertas las versiones que difunden los halcones del Patria, habría un crujir interno en el kirchnerismo. Cristina habría accedido a conformar a las aves de presa con su discurso de “unción” de Alberto en Plaza de Mayo, en que le advirtió sobre las tapas de Clarín y su estrecha relación con Magnetto.
Mediante la pluma del amigo presidencial Eduardo Van der Kooy, Magnetto devolvió el golpe: “Alberto es nuestro, nuestro, nuestro”, parecía trasuntar conceptualmente aquella nota del descendiente de holandeses del 11 de diciembre, y mucho más la reciente entrevista televisiva que enoja a varios miembros del panteón periodístico progre (“Por qué a TN y no a mí”). Lo cierto es que aquellas lenguas hablan de un paso de Cristina a las palomas, posterior a aquel baño de pueblo, en sintonía con el camporista albertista Wado de Pedro, y que podría provocar disonancias de orden, incluso, familiar…
Costos menores
Aunque de menor importancia a la hora de analizar las cuentas a pagar, hay que incluir entre los deudores a toda la prosapia progre, de Itaí a Hugo Yasky. Por lo pronto, tendrán que guardar silencio prudencial, al menos por un tiempito, excepto que estén dispuestos a explicar cómo se compatibiliza su progresismo con la promoción del uso del cianuro y de su difusión por los cursos de agua de la Argentina. No será fácil la tarea de bancar a un gobierno megaminero y extractivista, sobre todo para gente como Itaí, que ha hecho del despotrique contra el extractivismo y la megaminería uno de los leit motiv de su finalmente exitosa carrera parlamentaria. Salvo que se hayan tomado en serio el papel de militantes del ajuste: quién sabe, una banca puede hacer milagros…
El triunfo mendocino, sin embargo, ayuda a acomodar algunas cosas. Cuesta afirmar que “la izquierda le hace el juego a la derecha”, remanido concepto que circuló por los canales comunicativos del progresismo para anatemizar a la bancada del FIT por su rechazo al nuevo Roca-Runciman que aprobó el Congreso. Cuesta, ahora mucho más, cuando el FIT fue la única fuerza política nacional que participó activamente de la lucha contra la megaminería. No muchos dirigentes pejotistas o kirchneristas podrían pasearse por las calles movilizadas de Mendoza como lo hizo Nicolás del Caño.
Castigo social para todos los que aparecen de color azul…!#LaLey7722NoSeToca #mendozadesperto #mendoza #mendozaEnPeligro pic.twitter.com/JwrAptTkO5
— SEBA NIEVAS (@SEBASSSSNIEVAS) December 24, 2019
Y no solo esto es así en el plano específico de las organizaciones políticas. El gremio docente mendocino, el SUTE, ha sido uno de los principales aglutinadores de la protesta. En sus instalaciones se desarrollaron muchas de las actividades y asambleas que jalonaron el proceso de movilización. Su secretario general, Sebastián Henríquez, es militante de Poder Popular, un conglomerado de organizaciones políticas -integrante del FIT a nivel nacional-, y parte de la constelación Multicolor que se opone en CTERA a la dirección albertista de Yasky, Baradel y Sonia Alesso.
Evidentemente, a la izquierda de la izquierda no hay nada.
https://twitter.com/sutemendoza/status/1206969211140087808
Costos de fondo
Al pueblo trabajador argentino, la burguesía no tiene nada que ofrecer más que el éxito de Vaca Muerta o de la megaminería. Evidentemente, ese proyecto puede ser exitoso, pero deja afuera a la mitad de la población proletaria, y descarga furiosos efectos destructivos sobre el medio ambiente. El devenir de Vaca Muerta, todavía reciente, demuestra su incompatibilidad no sólo con las posibilidades de una vida digna para el pueblo trabajador, sino con la preservación de la naturaleza sobre la que se desenvuelve la vida de nuestra especie.
El rechazo social a estas actividades representa un cuestionamiento de fondo a estos planes. De ellos, mucho más que de las señales dadas con la Ley neo Roca Runciman, depende la producción de las divisas que garantizan el repago de la deuda. Por eso, habrán de insistir, y habrá que oponerse. La ferocidad de la represión contra el pueblo mendocino demuestra que están dispuestos a todo.
Habrá que oponer la voluntad movilizada del pueblo trabajador, pero sobre todo habrá que oponer una alternativa. La clase obrera debe encontrar su “Vaca Muerta”. ¿Será la puesta en marcha de un complejo industrial estatal ferroviario, que reorganice los vínculos del país, reduzca fenomenalmente los costos infraestructurales de funcionamiento de la economía y ayude a estrechar las relaciones sociales y económicas con una Latinoamérica cuyo horizonte rebelde comienza a alumbrar los perfiles todavía ensombrecidos de victorias futuras?
“Socialismo es Sóviets más electrificación”, sostenía Lenin. “Sóviets, o lo que sea que surja de esta tierra, más ferrocarriles”, podríamos decir nosotros. Y con su acostumbrada incapacidad para el autoengaño y el engaño, que hicieron de él el prototipo humano del hombre nuevo según el Che, Lenin sostenía que siempre la burguesía puede encontrar una salida, a menos que la clase trabajadora cierre mediante la conquista del poder, toda escapatoria posible. A la agonía le sucede la muerte: Depende de las masas trabajadoras el entierro del régimen nacido entre sangre y lodo, y al que no le queda otra cosa que ofrecer a la humanidad más que palazos y cianuro.