Pablo Bonavena: “No hay ni hubo una reivindicación seria sobre la soberanía en Malvinas”
Pablo Bonavena es sociólogo, profesor de la materia “Sociología de la Guerra” en la UNLP y en la UBA, además de investigador del Instituto Gino Germani. Nos habla sobre aspectos ligados a la Guerra de Malvinas que están fuera de agenda, tanto en los medios como en la discusión política.
Por Luis Brunetto/El Furgón –
El Furgón: – ¿Por qué la dictadura militar se lanzó a la Guerra de Malvinas?
Pablo Bonavena: – La recuperación de Malvinas era un proyecto que tenía la Marina, y que las otras fuerzas habían avalado teóricamente, como hipótesis. Eso que era una hipótesis, un anhelo de la Marina para ganar prestigio social, se debió poner en práctica en el contexto de la crisis de la dictadura, para mantener la cohesión de la Junta Militar. Esa crisis se expresaba ya en su desmembramiento, en la crisis económica y la lucha de masas. Frente al resquebrajamiento político, se decide la recuperar Malvinas como una especie de plan de fuga hacia adelante que le diera una oportunidad de continuidad a la dictadura.
E.F: – ¿Cuál era la hipótesis que manejaba la dictadura respecto a la respuesta británica?
P.B: – Creía que no iba a haber guerra, así que en ese sentido fue una guerra inesperada. Se esperaba algún tipo de negociación y la neutralidad de Estados Unidos, incluso con algún guiño favorable. Pero también fue inesperada del lado británico, en el que la decisión de lanzar el ataque sobre Malvinas tuvo que ver especialmente con la Marina. Hay documentos desclasificados que apoyan la hipótesis de que el ejército británico se negaba a ir a la guerra. Por ejemplo, planteaban las dificultades logísticas de la campaña, y el propio gobierno de Margaret Thatcher dudaba. Es en el marco de estas controversias en el mando político y militar que los marinos salen, porque estaban amenazados por un proceso de desguace en favor de una flota basada en submarinos nucleares. El gobierno británico se ve sorprendido por un golpe de mano de la Marina. De alguna manera, el choque fue una sorpresa para los dos gobiernos.

E.F: – Desde el punto de vista militar, ¿hubiera sido posible una victoria argentina?
PB: – Especular con otro desenlace de la guerra sólo es posible si uno especula con otra forma de hacer la guerra. Por supuesto que había otras alternativas, pero el gobierno argentino, si bien las buscó, era una dictadura y no tenía ese margen de maniobra. Otra forma de hacer la guerra hubiese implicado el involucramiento del continente y de otros actores sociales, que indudablemente la dictadura no tenía interés en poner en juego. La dictadura desplegó una importante fuerza militar en la isla, pensando que en base a eso podría negociar. Supuso que era una fuerza suficiente para disuadir cualquier intento británico. Tendría que haber hecho cosas diferentes, pero el margen de un gobierno también depende de su configuración. También es verdad que, por las presiones norteamericanas, el gobierno británico limitó la guerra. Recordemos que manejó más de una hipótesis de ataque al continente, y en eso lo contuvo la presión del gobierno norteamericano. Desde un primer momento, los británicos impusieron una zona de exclusión dentro de la que, fuera del hundimiento del ARA General Belgrano, se mantuvieron. Por esas limitaciones, tanto del gobierno británico como del argentino, es que fue una guerra convencional. Algunos afirman que fue la última guerra convencional.
EF: – ¿Qué consecuencias provocó la derrota respecto al reclamo argentino contra la usurpación?
PB: – Voy a señalar dos cosas que normalmente no se dicen. Una es que hay una premisa en política internacional que establece que “lo que perdiste en la guerra lo perdiste en la guerra”, no hay otra forma de reclamarlo, ya está sentenciada la situación, salvo que vuelvas a abrir la opción de combatir. Es una idea fuerte a nivel internacional, y en los hechos, lo que hay es un apoyo al reclamo argentino, pero de tipo formal, que está en tensión con esta premisa mundialmente aceptada. Es decir: hay un pataleo formal, pero nadie va a tomar ninguna medida seria para revertir la situación. Lo segundo tiene que ver con la participación en la invasión de Irak, durante el gobierno peronista de (Carlos) Menem: Argentina fue fuerza beligerante en una brutal intervención imperialista de una fuerza multinacional, participando en operaciones navales de guerra, en la que secundó y protegió a la propia flota británica. Por lo menos un buque argentino fue reacondicionado en puertos británicos. También, participó como fuerza extra OTAN en la intervención en la ex Yugoslavia. Esto, en el mundo, ha desacreditado muchísimo la reivindicación de la soberanía sobre Malvinas. Se acompaña el reclamo y se lo considera formalmente legítimo, pero, por abajo, estos dos elementos pesan. Y la verdad es que esto nunca se dice, son dos factores que no aparecen nunca en la discusión pública sobre la cuestión.
Pablo Bonavena durante la Jornada sobre la Cuestión Malvinas (UNLP), 2017
EF: – ¿Cómo caracteriza la política de los sucesivos gobiernos, desde 1983, respecto a la “causa Malvinas”?
PB: – La evolución de esa política, lo único que demuestra es que, para la burguesía, no hay tal “causa Malvinas”, que el reclamo no sale del plano puramente discursivo. Los gobiernos están más predispuestos a recibir al capital británico que a enfrentarse con el imperialismo y romper las coordenadas de las alianzas internacionales. Insisto en que hubo un gobierno peronista que alineó a la Argentina dentro de la OTAN, y su exclusión de ese organismo fue resultado de una controversia que no tuvo nada que ver con Malvinas. No hay ni ha habido una reivindicación seria sobre la soberanía en Malvinas, porque el proceso de alianzas con el gran capital y las empresas, la injerencia de los países imperialistas en la política argentina, pesa más que la voluntad de llevar adelante cualquier reclamo soberano. El reclamo no deja de ser parte de cierta “decoración política” de los gobiernos, para mostrar ciertos gestos nacionalistas que disimulan los favores que se le hacen al imperialismo y al gran capital.
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