Neuquén y los desconocidos de siempre
Arrancó el año electoral en Argentina. El Movimiento Popular Neuquino (MPN), que gobierna Neuquén de manera ininterrumpida desde hace 56 años, se impuso con el 39,9 % de los votos y logró la reelección del gobernador Omar Gutiérrez. Una provincia que suma algo menos de 500 mil electores, pero de una importancia económica clave por poseer el yacimiento de hidrocarburos no convencionales más importante de Argentina: Vaca Muerta.
Si se presenta en la cuadrera,/ siempre hace roncha con su caballo./
Gane o no gane ya pela el sable/ y todos gritan:/
“ganó el caballo del comisario”.
Chamamé “El caballo del comisario” de Nicolás Oroño.
Por Jorge Montero/El Furgón –
Los medios de prensa nacionales, que forman parte del blindaje presidencial, resaltaron la derrota del candidato “kirchnerista”, Ramón Rioseco, con el 26 % de los votos; poniendo en segundo plano la dura derrota de Cambiemos, que llevaba como candidato a gobernador al intendente de la capital provincial Horacio Quiroga, que apenas alcanzó el 15 % de los sufragios.
Los continuos intentos del aspirante peronista por garantizar el statu quo de Vaca Muerta y seducir a las multinacionales, resultaron insuficientes. “Las petroleras con nosotros van a ganar más plata que nunca. Macri y Gutiérrez no les dan garantías”, había señalado en una entrevista con Ambito.com. Mientras en su acto de cierre de campaña afirmaba: “Yo les digo que este proyecto político es la garantía de la seguridad jurídica en la República Argentina. Tenemos como ejemplo el yacimiento El Mangrullo que hace 10 años creció 1000% en la producción y es el yacimiento estrella en la República Argentina. Ese es el modelo de Vaca Muerta que vamos a ofrecerle a la Argentina”. Valga una digresión, este yacimiento es operado por Pampa Energía, la empresa que es propiedad de Marcelo Mindlin, socio en múltiples negocios de Mauricio Macri.
Igualmente infructuoso le hubiera resultado remontarse al acuerdo secreto entre YPF S.A. y Chevron, impulsado por el ejecutivo nacional a cargo de Cristina Fernández, que requirió la aprobación de la legislatura neuquina el 28 de agosto de 2013, en medio de una brutal represión que duró horas. Primer capítulo de una saga de entrega a las multinacionales del petróleo y gas no-convencionales, que continuó un año después con la ley de Hidrocarburos 27.007, achatando las regalías en un 12% (para poder reducirlas hasta un 5%), garantizando exenciones impositivas, facilidades para importar y exportar, disponibilidad de sus ganancias y subsidios varios, mientras las concesiones para los yacimientos se extendían a 35 años (ampliables a 45 años).
En los tres años que lleva de gobierno, Mauricio Macri mencionó innumerables veces a Vaca Muerta como la meca de las inversiones de las multinacionales y como ejemplo de la confianza que su gobierno estaría generando en las grandes compañías petroleras, y sus excelentes relaciones con el oficialismo provincial y el sindicato petrolero que regentea Guillermo Pereyra. En el mismo período transfirió al sector hidrocarburífero la friolera de 9.330 millones de dólares en concepto de subsidios. En síntesis, para las multinacionales no hay mejor negocio en Argentina: por un lado te subsidian y por otro te bajan los costos laborales.
Sin embargo, la caída de popularidad del presidente argentino y la muy grave situación económica -que incluyó el recorte de beneficios para petroleras como Tecpetrol del grupo Techint-, modificó la estrategia del MPN, históricamente pragmático en su alineamiento con Buenos Aires. En el discurso a poco de conocerse su triunfo, Gutiérrez despegó del resultado al gobierno nacional: “Hoy elegimos gobernador de la provincia de Neuquén. Hoy no se eligió presidente”, mientras daba “libertad de acción” a sus votantes de cara a las elecciones de octubre.
Una de las sorpresas de la jornada fue la votación del ex gobernador Jorge Sobisch, responsable político del asesinato del docente Carlos Fuentealba, que presentándose con el sello de la Democracia Cristiana y bajo la consigna: “se acabó la joda”, con planteos antiobreros y de rechazo a la lucha del movimiento de mujeres que harían empalidecer al mismísimo Bolsonaro, obtuvo el 10 % de los sufragios emitidos, consagrando 3 diputados provinciales.
Por su parte la izquierda, representada por el FIT (Frente de Izquierda y los Trabajadores), que llevaba como candidato al trabajador ceramista de Fasinpat (‘Fábrica Sin Patrones’, ex Zanón), Raúl Godoy, obtuvo sólo 3,55 % de votos. Estamos hablando de una provincia de importante concentración trabajadora, en relación a la cantidad de habitantes, y con historia de luchas ejemplares. Desde docentes, ceramistas, estatales, madereros, textiles, trabajadores de la fruta, hasta obreros de la construcción y petroleros que convergen en los yacimientos hidrocarburíferos, entre otros. Sin embargo, la dirigencia del FIT parece haber quedado satisfecha con los resultados, que le permiten mantener las dos bancas de las que disponían en la legislatura provincial. “Se ha mantenido y consolidado nuestro espacio”, según su visión optimista. Mientras se solazan con la caída sin red del ‘progresismo’ de Libres del Sur, que alcanzó apenas el 2,82 % de los votos, perdiendo su representación legislativa.
El Movimiento Popular Neuquino, va por el décimo tercer mandato provincial consecutivo. Conserva el poder desde 1963, casi diez años después de que Neuquén se convierta en provincia, en 1954. Desde allí, Felipe Sapag (fundador del partido), transitó cuatro mandatos, tres electo y una como interventor de la dictadura militar de Onganía.
El síndrome de Vaca Muerta fue determinante en el amplio triunfo de la dupla Gutiérrez-Koopmann, y con él la figura omnipresente del sindicalista petrolero-empresario-senador nacional Guillermo Pereyra. Personaje indispensable para las roscas políticas del MPN. Socio estratégico de Macri durante todo su mandato, firmó la “adenda” al Convenio Colectivo Petrolero, que flexibilizó las tareas de los trabajadores del sector; y en octubre pasado el “blindaje”, que les impide efectuar cualquier tipo de medidas de fuerza en los yacimientos.
La ‘asamblea’ que convocó quince mil trabajadores petroleros en Añelo, el 5 de febrero pasado, fue ‘informativa’ según dejó en claro el sindicato, pero a la vez una verdadera demostración de fuerza. Pereyra aseguró que “no le va a temblar el pulso si hay que romper todos los acuerdos que se hicieron en Vaca Muerta”, firmados para garantizar la rentabilidad empresarial; que los trabajadores están pagando con sus vidas ante el incremento de los accidentes fatales en los yacimientos y la población con su salud a partir de los desastres ambientales que se multiplican.
Más allá de que los dos sindicatos del sector -Petroleros Privados y Jerárquicos- calculan que se cayeron más de 1.700 puestos de trabajo; la movida sindical fue la parte visible de un conflicto larvado que atraviesa transversalmente la vida política y social de la provincia. A tal punto que el gobernador Gutiérrez, ahora reelecto, debió recuperar las viejas banderas del federalismo del MPN y criticó los recortes de subsidios impuestos por el gobierno de Macri y su secretario Lopetegui. Sin duda, tanto los reclamos de Pereyra como las expresiones de disgusto de Gutiérrez siguen los planteos de las compañías petroleras, que presionan sin exposición -es el caso de Paolo Rocca y Tecpetrol-.
En síntesis, las fuerzas que garantizan la entrega de los hidrocarburos a las multinacionales y la superexplotación de los trabajadores se alzaron con más del 90 % de los votos emitidos en Neuquén. Es en estos números donde se refleja la situación del país. El capital y las facciones partidarias que lo representan, sean de Cambiemos, radicales, peronistas, o partidos provinciales, continúan con la iniciativa política en sus manos. De allí la catarata de comicios que dominará el panorama en los próximos nueve meses.
Cuando la crisis general asoma otra vez en el horizonte del país, aun con sus insalvables diferencias, las clases dominantes sostienen principalmente dos proyectos políticos: la plutocracia de Cambiemos y el aquelarre peronista; perfilando sus respectivos candidatos, en apariencia opuestos, pero en sustancia idénticos como gotas de agua. Quienquiera que sea el próximo presidente electo, la marcha de la política de obligado saneamiento/ajuste continuará sin pausa.
Enfrente los trabajadores, las juventudes y las grandes mayorías, no tenemos proyecto ni estructura propios; mucho menos un programa de acción para afrontar la crisis capitalista y un candidato para presidir la nación…y eso no se reemplaza vociferando “que la crisis no la paguen los trabajadores”, con la pretensión de que el alud que se desliza contra la población será frenado por un parlamentario bienintencionado que haya podido capturar algunos votos pávidos y confundidos.
No hace falta repetir que allí reside la principal fuerza de las clases dominantes.