Fútbol, pasión de multitudes
Por Zulema Chester */Coordinadora de Derechos Humanos del Fútbol Argentino/El Furgón –
¿Cuánta gente entra en una cancha de futbol? ¿Cuántos partidos se juegan en un fin de semana? ¿Cuánta gente los mira desde su casa? ¿Cuántos socios tiene un club de Primera? ¿Y uno de la B Nacional? ¿Y el club más chico de cualquier liga barrial? ¡No tengo ni idea pero sí sé que son muchísimos! Por eso digo lo que digo: el futbol es una pasión de multitudes.
Confieso que no es la mía pero no puedo dejar de reconocer que en mi forma de presentación siempre está el “soy de Racing” como un código genético que trae al presente la historia, los valores, las alegrías y las tristezas, los amores y los colores.
¡Y qué fuerza tienen los colores! Toda una síntesis de identificación: los colores de tu club, los colores de tu camiseta. Los colores de la camiseta, ponerse la camiseta, todos con la misma camiseta, somos un equipo, hacer un gol de media cancha, sacar la pelota de la cancha, salir a la cancha, hoy te convertís en héroe. Estas frases pertenecen, son parte de una pasión que nos convoca porque está por encima de lo particular y porque nos iguala en lo social y en lo colectivo.
Siento que el futbol tiene la fuerza y la potencia de todas las emociones juntas. Cuando quisieron implementar la arbitraria y oprobiosa libertad de los genocidas aplicando el 2×1, el futbol se puso la camiseta y, durante ese fin de semana, salieron a la cancha muchos equipos con banderas que decían “No al 2×1”. Así consiguieron que muchos chicos y chicas que no sabían qué era el 2×1 se enteraran del tema y, por la misma identificación que tienen con sus colores, con sus canchas, con sus equipos y con sus ídolos, se adueñaran del sentido de esas banderas. La emoción de estar viendo un partido y ver que tus jugadores traen una bandera con el mensaje que vos querés gritarle al mundo es tremendamente potente. Creo que los colores de un club transmiten una identificación que ayudó a nutrir la marcha contra el 2×1 con tanta fuerza que hasta los jueces tuvieron que recular.
El futbol ya no es sólo un deporte. Es parte de nuestra cotidianeidad y atraviesa todo lo que hacemos con su simbología que podemos y debemos utilizar para construir un mundo más justo. Si pensamos así, no nos puede resultar raro pasar por una esquina de Floresta y ver una pintada con las caras de cuatro hinchas de All Boys desaparecidos que dice: “Acá fueron felices”.
En el mismo sentido, como soy hija de un desaparecido de Racing, quiero hacer una mención especial al libro Los desaparecidos de Racing. Traer a los desaparecidos a la cancha de sus amores, a seguir gritando y disfrutando de sus goles, para describirlos como eran: sujetos comunes con una pasión en común. Un profundo trabajo de investigación que los reinstala en sus espacios más queridos, la cancha o la esquina de barrio, y los presenta ante quienes no los conocieron pero comparten la misma pasión por una camiseta.
Por eso no tengo dudas de que el fútbol, enorme pasión de multitudes, puede y debe jugar en el equipo de la memoria.
*Trabajadora en el sitio de memoria del Hospital Alejandro Posadas. Hija de Jacobo Chester, detenido-desaparecido desde el 26 de noviembre de 1976.
Este texto forma parte de la serie Fútbol y memoria: un partido del presente, publicada por la Coordinadora DDHH del Fútbol Argentino. En caso de reproducirlo, se agradece citar la fuente.