Marco Teruggi. El “chavismo de a pie” en la Venezuela profunda
Por Marcelo Massarino/El Furgón –
Marco Teruggi es un cronista con el oído atento a las voces de la calle. Nacido en París, llegó a la Argentina en 2003 y diez años después, con el título de Sociólogo de la Universidad Nacional de La Plata partió rumbo a Venezuela. Allí recorre el país profundo desde la Caracas hasta la llanura. Producto de esos viajes escribió Mañana será historia. Diario urgente de Venezuela (Editorial Sudestada), un libro que le toma el pulso a la vida cotidiana de la revolución bolivariana.
Por estos días tiene una agenda de presentaciones por la ciudad de Buenos Aires, La Plata, el conurbano, algunas provincias y también países limítrofes como Bolivia y Chile, siempre con auditorios interesados por la situación venezolana y que desconfían de las noticias que difunden los medios de comunicación tradicionales.
El libro de Teruggi es una crónica de los días que vive el pueblo venezolano y su compromiso con el proceso de transformación social y política del chavismo, de las discusiones y críticas que generan una economía en crisis -producto de factores internos- y, en gran medida, de las presiones externas que significan las arremetidas de los Estados Unidos y sus gobiernos aliados como el argentino.
Video presentación de “Mañana será historia”
https://www.facebook.com/marco.a.teruggi/videos/10155640302735936/
El Furgón: -Cómo apareció la necesidad de reunir sus apuntes de viaje en Mañana será historia?
Marco Teruggi: -En gran parte surgió por una necesidad de escribir, con la escritura como un mecanismo de ordenamiento y la posibilidad de hacerlo en un contexto tan complejo. Contar desde la certeza profunda que lo que estábamos viviendo, desde lo mas pequeño y cotidiano hasta lo más grande en lo geopolítico, es una época histórica e irreproducible sobre la cual las próximas generaciones pondrán los ojos.
La idea es contar no desde una reflexión teórica, sociológica o periodística sino desde la narrativa. Como decía Haroldo Conti: “pararse en el medio del camino y contar”. Y fue lo que intenté sin más guía que estar rodeado, inmerso en una realidad desbordante que me obligaba a recurrir a todos los géneros posibles. Hice un formato muy abierto como el diario.
Empecé con el día uno y ahí tuve espacios de libertad para hacer ejercicios de crónica, literatura de viaje, reflexión del cotidiano y diálogos. También de descripción de paisajes, análisis geopolítico y económico con reflexiones propias con el objetivo de recrear el espíritu de época de un momento histórico para que quien lea advierta lo vertiginoso que es el tiempo en Venezuela.
Son dos años y medio donde si uno hace el raconto se va a encontrar con una cantidad de episodios desde lo más diplomático e internacional hasta la cuestión económica, la violencia callejera, lo electoral y el día a día. Ese es mi retrato del país, que no es neutral porque está posicionado políticamente.
El lector va a encontrar a la Venezuela actual que en gran parte se desconoce, porque lo conocido es -en gran parte- la superestructura: el gobierno y la oposición; o la versión que dan los medios de comunicación de lo que es la situación económica donde acusan al chavismo de todas las dificultades. La idea fue entrar por otro lado y hacerlo con una certeza, la certeza venezolana donde la admiración está puesta en los hombres y mujeres de a pie: el comunero, la comunera, el campesino, la campesina, el vecino, la vecina donde se gesta el chavismo más invisible. El chavismo es el gran sujeto histórico que se conformó al calor de Hugo Chávez que lo creo y a su vez lo creó a él.
E.F: -¿De qué manera se dio espacio para mirar con ojos críticos la situación?
M.T: -Hay una doble tensión o incomodidad. Lo primero es defender a un proceso demonizado y golpeado que, a su vez, cometió errores en el marco de un asedio internacional que quiere borrar al chavismo. A su vez, adentro de ese proceso que uno defiende, hay que ocupar un espacio que contemple un debate crítico, preguntas sobre la orientación, relevamiento de situaciones que no están en los grandes medios como, por ejemplo, los campesinos y comunales.
Entonces, la pregunta es ¿cómo se defiende una revolución?, ¿con una postura sin crítica? ¿o con una crítica que se permita avanzar en los momentos de mayor tranquilidad y retroceder en los momentos de asedio? Cuanto más ataques contra el proceso revolucionario, más se debe cerrar filas. Y cuando hay más posibilidades es necesario abrir el debate. Hay que hacerlo. Es un equilibrio permanente para el que no hay fórmulas ni una respuesta. En mi caso el termómetro me lo dio el proceso desde abajo, no sólo en los barrios de Caracas sino en las zonas llaneras y de frontera. También estar en permanente diálogo con el chavismo de a pie que es el que, de alguna manera, plantea los debates críticos y tiene una claridad muy fuerte: todo se tiene que resolver adentro de la revolución y no por afuera.
Y eso, desde el ejercicio que significa la escritura, me dio cierta defensa en el sentido que lo que planteo lo hago desde un trabajo que se hace en los territorios, no es una reflexión hecha en el aislamiento de una oficina. Y uno se entera que hubo un desalojo campesino, que falta financiamiento en las comunas, que las empresas del estado no están en una buena situación. Todo eso desde estar ahí, con un periodismo medio de investigación y en el terreno que nos permite dotarnos de escudos ante la crítica a las críticas, porque también todo proceso cuando está bajo la lógica del asedio, empieza a tener tendencias cerradas al debate, a señalar a todo aquel que dice algo que no gusta y le dicen “es un traidor” o “se pasó de bando”.
E.F: -¿Cuáles son los tres puntos centrales para reflexionar sobre la Venezuela actual?
M.T: -Si hay que señalar tres puntos centrales que permitieron que no caigamos en la violencia es que este gran sujeto histórico que es el chavismo de a pie, es la identidad chavista, las fuerzas armadas y las decisiones acertadas de la dirección en momentos claves del conflicto. Por ejemplo, haber llamado a la Asamblea Nacional Constituyente. Esos son los tres factores que permiten que no suceda el estallido, ni la ruptura o el golpe que son las tres posibilidades que la oposición trabaja. Dentro de lo que permanece unido hay tensiones porque la realidad económica tuvo un retroceso muy fuerte, producto de un plan para bloquearla y sabotearla y también por incapacidades propias.
Con el objetivo de estabilizar la economía gran parte de las dificultades recaen sobre los sectores populares, que son, a su vez, la base principal del chavismo. Ellos tiene una expectativa, que la dirección haga política como lo hacía Hugo Chávez, una política en el idioma de la gente, con la gente, por ejemplo, poniendo el cuerpo cuando hay una inundación. El pueblo tiene la experiencia de haber visto cómo se hace la política, que es la ruptura con la vieja política del traje, corbata y auto polarizado. Está esa expectativa y esa dirección tuvo dificultades, en gran parte, para regenerar un vínculo con la base social. Se lo puede ver, por ejemplo, en el lenguaje, en qué idioma se habla en un barrio y en qué idioma se habla en los canales comunicacionales del estado.
Ahí hay una tensión, una distancia compleja de resolver porque a medida que la realidad económica se vuelve más tensa empiezan a cambiar las expectativas y otros elementos en las bases. Hay una necesidad de ver cómo se reconstruye ese vínculo entendiendo que hay un sector de la población que es chavista, un treinta por ciento aproximadamente, que está muy convencida del proyecto y sabe el por qué de las dificultades; y otro que hay que volver a convencer, a acercarlo y que hay que tener un discurso para eso. No es sencillo por el escenario pero creo que ahí hay un nudo de tensión social que es central.
Por otro lado, tampoco idealizaría a la experiencia de organización popular. O sea, como decía un compañero, los vicios y problemas que tiene la dirigencia en las comunas no son los mismos que tienen los dirigentes del partido que están en cargos de gobierno. El proceso revolucionario hizo que la dirección provenga de los sectores populares, en su mayoría de procesos organizativos. Hay cuestiones muy ricas para debatir a veces más urgentes que las situaciones que vivimos. Si me preguntas cuál es la principal necesidad la respuesta es estabilizar la economía. De lograrlo, se va a volver a acoplar el idioma político, la dirigencia con la expectativa popular y estaremos en una situación diferente.
Marco Teruggi en “Resúmen latinoamericano”
E.F: -¿Cuál sería la crónica del próximo Diario urgente de Venezuela?
M.T: -Desearía que abordada cuales son las soluciones a la guerra económica integral que se transformó en una crisis muy compleja. Cómo se resuelve desde el gobierno y la organización popular. Pero también hay una posibilidad que trate de cómo el gran bloque antichavista contrarevolucionario lanza un nuevo ataque para asaltar al poder, como lo hizo en 2017 pero con más violencia.
Es muy difícil saber qué puede pasar en Venezuela. En agosto intentaron matar al presidente (Nicolás) Maduro, a la dirigencia de las Fuerzas Armadas y a los ministros. Todo en un mismo acto y con una acción terrorista de dos drones. Si hubiera funcionado hoy estaríamos en otro país. Entonces, hay un vértigo permanente y lo tiene porque contra quienes peleamos, que son enemigos nacionales e internacionales. Sus lógicas de conflictos tienen metodologías violentas, económicas, electorales o las que necesiten para sus objetivos. Eso hace que en Venezuela no haya tregua hasta que caiga el gobierno y venga una revancha histórica que intente borrar al chavismo.
Por ejemplo, el 20 de mayo -cuando ganamos las elecciones- pensamos que algo se podía estabilizar pero el conflicto está en otro tiempo y en otras variables. Lo que hizo la derecha es decir que no va a reconocer al presidente, porque no reconoce la elección y a partir del diez de enero –cuando asuma un nuevo mandato Nicolás Maduro-una cantidad de países no lo van a reconocer. Ahí vamos a entrar en otra escalada de violencia.
Hay una serie de actores internacionales y nacionales que trabajan en un escenario para acelerar la caída del gobierno que implica, necesariamente, una situación de fuerza. Pueden ser acciones militares inventadas en la zona de frontera con Colombia para justificar algún tipo de acción. También podría ser por el lado de Brasil. O con la implementación de fuerzas paramilitares que fueron desarrollando.
Otra variante es que pueden contar con algún éxito en un sector de las fuerzas armadas bolivarianas que se preste a un intento de golpe. Pero ese escenario está en construcción.
Mientras hablo el enemigo está pensando cómo hacerlo. Hay un nivel de imprevisibilidad que es predecible. Es decir, uno sabe que puede ocurrir cualquier episodio en cualquier momento, porque esa es la lógica del conflicto. Cuando quisieron matar al Presidente fue una sorpresa pero en el sentido de lo inesperado, aunque no en cuanto a por qué pasó. Es decir, formaba parte del repertorio de acciones del enemigo.
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Conseguí Mañana será historia. Diario urgente de Venezuela en Librería Sudestada, Tucumán 1533, CABA.