viernes, diciembre 13, 2024
Cultura

Nelly Dorronzoro y su sitio sin paz de la memoria

La Editorial Abecedario, de Luján, acaba de publicar Ilusoria trama, primer libro de poemas de Nelly Dorronzoro (1922-1998), escritora, docente y esposa del herrero y poeta desaparecido Dardo Sebastián Dorronzoro.

Por Lilian Garrido, especial para El Furgón –

– I –

Algunas veces un hecho puede cambiarnos la vida para siempre. Una de esas veces me ocurrió en la primavera de 1989, cuando el cartero dejó en mi casa un sobre con el libro Viernes 25, enviado desde México por mi tía Lucy. Se trataba de una antología del herrero y poeta Dardo Sebastián Dorronzoro, secuestrado y desaparecido el viernes 25 de junio de 1976, según explicaba Nelly Dorronzoro, compañera del poeta y autora de la antología, en el prólogo de esa edición.

Tapa de “Viernes 25”

Leí atentamente el prólogo -fechado en 1978-, los poemas, y el epílogo de Jorge Boccanera, escrito en 1987. Jorge mencionaba el libro Uno más uno, humanidad, esa pequeña maravilla del poeta Roberto Santoro, también secuestrado y desaparecido el 1° de junio de 1977. Los cabos de cómo se conocieron ambos poetas, la visita de Santoro a Luján, la publicación de la carpeta de poemas de Dardo Dorronzoro Una sangre para el día por el Grupo Gente de Buenos Aires y el recuerdo que Nelly guardaba de Roberto, quedan por ahora sueltos y se atarán, quizás, en otra nota. En ésta destaco la curiosidad que me causaron en principio dos cosas: que los poemas de un poeta desaparecido se editaran en México y la brecha temporal existente –casi 10 años- entre el texto de Nelly Doronzoro y el de Boccanera.

Mientras releía el libro para comentarlo en el diario Nuevo Sur, me preguntaba si Nelly Dorronzoro estaría viva… Para averiguarlo,intenté comunicarme con Jorge Boccanera -con quien aún no nos conocíamos-. Y fue un acertado comienzo. Jorge vivía entonces en Costa Rica, pero sus amorosos padres me recibieron en su casa de Banfield y, mate va mate viene, fue su madre quien me dio la brillante idea de consultar la guía telefónica de Luján. Esa misma tarde, en un locutorio de avenida Santa Fe, logré tomar nota de dos o tres Dorronzoro. Uno de ellos resultó ser primo del poeta herrero y me dijo lo que tanto deseaba escuchar: Nelly Dorronzoro vivía en la misma casa del barrio de La Loma, donde escribió el prólogo de Viernes 25, en aquel verano de 1978.

Nelly Dorronzoro

-II-

Conocí a Nelly Dorronzoro el sábado 28 de octubre de 1989. Una persona sencilla, generosa, solidaria, muy querible. Físicamente pequeña, pero con un corazón y una fortaleza inmensos. Llegué más tarde de lo pactado a su casa, donde me esperaba leyendo unos poemas de García Lorca. Salió a recibirme Federica, la perra, que anunció mi presencia con intensos ladridos, y había también unos cuantos gatos (¡Nelly amaba los gatos!), echados tanto en el jardín, al sol, como en el interior de la casa.

Yo iba a trabajar y en mi mochila llevaba un cuaderno, un par de lapiceras, un grabador modesto y algunos cassettes, pero esas herramientas quedaron guardadas hasta bien entrada la noche. Como si nos conociéramos desde siempre, charlamos de temas muy diversos: de la vida en general, de nosotras, de los amigos que solían visitar esa casa (algunos exiliados; otros, desaparecidos), de Carlos Patiño, de Roberto Santoro, de Haroldo Conti, de Joaquín Álvarez y su periódico “Alberdi”, armado y publicado en Vedia.

Tapa de “Ilusoria trama”

A la tarde fueron llegando los habitués: primero, el artista plástico Jorge Lascalea, viejo amigo de Dardo y Nelly; luego, chicas y muchachos que concurrían a lo de Nelly no sólo por amistad y cariño, sino porque con ella –reconocida profesora de Literatura en Luján-, habían armado un taller de lectura y discusión de textos propios y ajenos. Esa tarde, mientras mateábamos en el jardín, conocí a Adriana Ferrari (una de las personas a cargo de la selección de poemas para la edición de Ilusoria trama), a Rodrigo Malmsten (actor y dramaturgo en ciernes) y a muchos otros cuyos nombres he olvidado. Era evidente que esa casa había sido y era un punto de encuentro y reunión, un lugar propicio para conocer, aprender, discutir, producir y, sobre todo, pasarla bien.

Y en ese jardín de La Loma, conversando entre madreselvas y retamas, la estábamos pasando bien, tan bien, que empezaron a oírse los primeros grillos y nosotros (incluso Federica, a upa de Nelly; incluso los gatos, que pasaban entre nuestras piernas), seguíamos la tertulia. Como había refrescado, Nelly nos propuso entrar y cenar “un guisito” (después, con el tiempo, supe que sus guisos eran un ejemplo más de su creatividad y buena predisposición).

Prendí el grabador bien entrada la noche, cuando nos quedamos solas. Aunque Nelly había preparado mucho material para que me llevara (fotocopias, fotos, poemas, recortes), se levantó varias veces para ir a buscar algo más que también quería mostrarme y que, en el apuro, había olvidado llevar al escritorio (“el escritorio de Dardo”), donde estábamos sentadas. Era inquieta, Nelly, movediza, pero sabía muy bien adónde iba. Así estuve casi hasta las 4:00 am, escuchando y grabando todas las historias, la historia. Y, por supuesto, me quedé a dormir en Luján.

Los gatos. Dibujos de Jorge “Hueso” Ricciardulli

-III-

La nota se publicó el 10 de diciembre de 1989 en el suplemento Las palabras y las cosas, del diario Nuevo Sur, y se tituló Historia de Penélope y del poeta-herrero. Era curioso: había viajado a Luján para enterarme de Dardo Dorronzoro y de su libro y, sin embargo, la protagonista era Nelly. En la nota se contaba la historia de Nelly Dorronzoro, su lucha permanente por encontrar a su compañero y, en el mientras tanto, los avatares de dar a conocer su obra. Ella misma se definió como Penélope, comparándose con la esposa de Odiseo: Junto con Dardo se llevaron un montón de cosas (cartas, libros, recortes…), y destrozaron muchas otras. Conservo los poemas que Dardo publicaba en “Alberdi” porque, temiendo el regreso de los encapuchados, comencé a proveerme de copias. Así fue como pasé el verano entero, primero, transcribiéndolos en un cuaderno y organizando un índice, luego, tipeándolos. Pero cuando iba por el n°100, venía algún amigo a visitarme y entonces le daba los poemas y tenía que recomenzar. ¿Cómo decirlo? Fui medio Penélope, pero en lugar de agujas de tejer, tenía una máquina de escribir en mis manos.

Con la desaparición de Dardo, la vida de Nelly giró 180°. Además de seguir trabajando en las escuelas en las que daba clases, se involucró seriamente en la lucha por los Derechos Humanos, peleando junto a las Madres e integrando la Asociación de Detenidos Desaparecidos, sin abandonar,esta Penélope, la tarea que asumió casi como un deber: mantener viva la memoria de su esposo y dar a conocer su obra. Por este motivo Nelly no priorizó su propia creación literaria (más de cien poemas y una novela), que había quedado inédita.

Presentacion de “Ilusoria trama” con M. G. Vilieri, L. Garrido, M. I. Dorronzoro, A. Ferrari, A. Bertoni y M. Tierno

-IV-

Cuenta María Ignacia Dorronzoro, sobrina de Nelly y, ella también, profesora de Literatura, que, al morir su tía, en mayo de 1998, encontraron en la casa de La Loma una sorprendente cantidad de materiales, que fue cuidadosamente guardado. A fines de ese año, rescataron parte de esos textos para un evento de lectura organizado para recaudar fondos para el Hospital Ramón Carrillo –donde Nelly había estado internada cuatro meses–. En el Museo Histórico, por primera vez, se leyeron poemas de Nelly y fragmentos de su novela. Éste fue, piensa, el movimiento inicial que la motivó junto a Adriana Bertoni, Adriana Ferrari y María Georgina Vilieri (todas docentes en el área de las Letras), a ordenar y compilar el material.

Se reunieron durante dos años todos los domingos, aportando cada una los escritos con que contaba, para leer, releer, comparar, comentar y conformar las versiones… Hubo dos libros que estas mujeres veían ya bien armados: Máscaras de cenizas y Memorias del dolor, pero quedaban muchos trabajos que no sabían cómo agrupar. Sin embargo, había un grupo ya ordenado en versiones que Nelly había entregado, sin título, a Georgina Vilieri y Adriana Bertoni. Decidieron empezar por esos y que éste fuera el primero de los libros publicados. Se conectaron con María Paola Argüello,de la Editorial Abecedario, y así nació Ilusoria trama, el primer libro de poemas de Nelly Dorronzoro publicado.

“Homenaje a mi sombra”, de N. Dorronzoro

– V-

La edición de Ilusoria trama está cuidada en los mínimos detalles. Por ejemplo: la tapa se armó con un collage realizado por la propia Nelly; la tipografía elegida es la de una máquina de escribir de carro; al pie de varios poemas hay dibujos de gatos (gran homenaje a la poeta), obra del artista plástico Jorge “Hueso” Ricciardulli.

El título del libro, Ilusoria trama, fue idea de las compiladoras y está tomado de un verso de uno de los poemas: “siempre urdiendo una ilusoria trama”, escribe Nelly. Una vez más, la relación con el tejido. El verbo “urdir” (preparar los hilos en la urdidera para pasarlos luego al telar) y el sustantivo “trama” (conjunto de hilos que, cruzados y enlazados a los de la urdimbre, forman una tela), la sitúan nuevamente en esa imagen de Penélope que ella se había forjado de sí misma. Nelly va a preparar los hilos para tejer su historia. La suya es una historia de amor y sufrimiento; de encuentro, pero también de pérdida y búsqueda. Alguien señaló, acertadamente, que estos poemas tienen valor documental, ya que reflejan cómo se siente una persona que pierde a un ser amado y, además, entre líneas, puede leerse la época histórica que los atravesó.

“En la hoguera de la memoria”, de Nelly Dorronzoro

Ilusoria trama se inicia con un epígrafe, un fragmento del canto Mnemosyne, del poeta Federico Hölderlin: […] Un signo somos / un signo apagado e ilegible. / Ya hemos perdido el dolor / que se ha llevado nuestro cuerpo / y casi hemos perdido nuestra lengua […] Esta cita, en una persona como Nelly, gran conocedora de la cultura y la literatura clásicas, no es azarosa. En la mitología griega, Mnemosyne era una Titánide, madre de las nueve Musas y era, también, la personificación de la memoria. Emulando a los griegos, Nelly no va a inventar, sino que va a crear o, mejor, a recrear, con belleza, algo que ya está en la memoria colectiva y, por supuesto, en la suya propia. Por eso Mnemosyne abre el libro. Porque Nelly Dorronzoro va a referirse al pasado y, para eso, va a apelar a la memoria. Va a traer al presente recuerdos –algunos gratos, otros ingratos o perturbadores-, los cuales, en su conjunto, son la materia de que está hecha esa piedra de la memoria. Y más que los recuerdos en sí, los sentimientos o sensaciones o pensamientos o imágenes que estos recuerdos provocan (… Pájaros como fantasmas / sobrevolando sobre las hogueras / y las melancólicas máscaras / que lloran su desesperación / sobre la piedra de la memoria…, escribe, presentando un paisaje dantesco). La memoria es una piedra, algo sólido, casi indestructible, y es,al mismo tiempo,una hoguera, algo cuyo fuego hay que avivar permanentemente, pero también es, como escribe el poeta Rafael Vásquez, un sitio sin paz.

Los recuerdos, sus recuerdos, las experiencias vividas y las añoranzas, son los hilos que Nelly colocará en la urdimbre para tejer esa trama, su trama propia que a la vez es colectiva, “ese sitio sin paz de la memoria”.

Foto de portada: El Civismo, bisemanario de Luján.