El Viejo Vizcacha del peronismo youtuber
Por Fernando Chiappussi/El Furgón
Tiene 87 años, vive en Oregon y todos los días sube un video analizando la política argentina o contando anécdotas de Perón, a quien conoció personalmente.
Es el 8 de marzo de 1956 y Abel Reynoso, un pibe de 24 años que se rajó de la Argentina para conocer mundo y visitar a su ídolo, toca la puerta de un chalet en Panamá donde le han “batido” que vive el General Perón, a tan sólo meses de su derrocamiento por un golpe militar. Le abren la puerta y pocos minutos después, ya dentro, ve a Perón en persona. “Yo había ido de caradura, para sacarme una foto con él y después fanfarronear con los muchachos” contó en alguna entrevista. A la sorpresa del encuentro se sumó otra aún mayor cuando el ex presidente, tras hacerle algunas preguntas, le dijo que lo necesitaba cerca suyo para triangular la correspondencia con sus seguidores y así evitar la censura.
Imaginemos por un momento el subidón de ese muchacho aventurero que era un peronista “de toda la vida”, uno de los muchos que vivían la pertenencia más como sentimiento que como adherencia ideológica (Soriano lo resumió en aquella frase de No habrá más pena ni olvido: “Yo siempre fui peronista… nunca me metí en política”). Durante los dos años siguientes, según su propio relato, Reynoso fue y vino entre los destinos caribeños del General -Panamá, Caracas, Santo Domingo-, arrimando noticias y mensajes personales, o simplemente haciéndole compañía.
Después Perón se fue a España y Reynoso siguió con su vida, se casó con una mexicana, tuvo hijos que hoy viven en Estados Unidos (uno de ellos llegó a trabajar en la DEA). A lo largo de los años, escribió algunos libros autogestionados que firmaba como “Fulano de Tal”, contando aquellas experiencias juveniles. En 2010, ya retirado y viviendo en EE UU con su familia, Don Abel -nos gusta llamarlo así- se abrió, o le abrieron, una cuenta en YouTube (“Con Perón en el exilio”), y empezó a filmarse recapitulando una vez más aquellas anécdotas.
Lo que había empezado como un capricho se fue extendiendo en el tiempo, fruto de los comentarios y de una disciplina interna que lo llevó a grabar un video todos los días; los temas también se extendieron, abarcando la política nacional actual. Y los mensajes, seguidores y likes empezaron a multiplicarse. Hoy Don Abel tiene más de 1400 videos subidos a esa red, con un promedio cercano a las 4000 vistas diarias, y superando los 13 mil suscriptores a su canal. Cuando empezó, estaba por cumplir ochenta años: hoy tiene 87 y sigue. En abril de este año visitó la Argentina para presentar un nuevo libro suyo (Proyecto Pirulo) y se lo ve más joven que antes. Se ha convertido en un fenómeno.
La rutina de Don Abel incluye levantarse muy temprano a la mañana, repasar diarios online o comunidades de la política -los antes llamados “mentideros”- y luego partir en su auto, munido de una única cámara y un trípode, hacia algún exterior con vistas interesantes: generalmente, un bosque cercano a su casa en Oregon. Allí, solo frente a la cámara en plano fijo, comienza a desgranar sus reflexiones, que descansan en un sencillo punteo previo pero a menudo toman desvíos o se sostienen en su propia capacidad retórica: el hombre es todo un pensador o un charlatán, según se mire. Los videos suelen durar unos veinte minutos, en los que se suceden diversos planos fijos con diferentes fondos, montados por corte de manera de no interrumpir el flujo discursivo. (Un clásico son los runners que aparecen por el sendero a lo lejos, y que se le van acercando por detrás como personajes salidos de It Follows.)
Don Abel sabe ser entretenido: jovial, ocurrente y sin subirse jamás al caballo, encuentra en los temas de la Argentina de hoy un puente para la comparación con tiempos pasados, la anécdota que viene a cuento, la cita del político o pensador que le quedó en la cabeza y que parece resumir el cuadro o dar una punta de lo que está por venir. Sus mensajes son para todos pero sobre todo para el pueblo peronista, al que da ánimos para superar el páramo actual con historias de otras marginaciones pasadas y cómo fueron superadas. Pero su peronismo no es acrítico, y el hombre se apoya en su relativo anonimato para caerle a los propios cuando cuadre. Tiene su corazoncito con Cristina, pero le reprocha el entorno -se adivina que en algún momento llevó propuestas al espacio y fue ninguneado- y no se priva de criticar abiertamente alguna estrategia de la ex presidenta.
La base de su posición es sencilla: él ya no tiene futuro, dice, y se dedica a dejar instrumentos para que otros retomen la lucha. Se siente un representante del pueblo, lejos de los figurones del movimiento. Es modesto pero tiene más herramientas intelectuales de las que parece a simple vista. Don Abel tiene algo de la sabiduría del Viejo Vizcacha del Martín Fierro, ese que enseña lo que no figura en los libros y que sabe por lobo pero más aún por viejo.
Por supuesto, el hombre se repite y no hace falta ver todos sus videos -la periodicidad, por otra parte, lo haría imposible-. Alcanza con elegir entre los títulos recientes el tema que nos interese. Se nota que el hombre ha encontrado su gran pasión otoñal: comunicarse con amigos y desconocidos por la web, conectar con otras generaciones y debatir como si estuviera en un barcito porteño. Afable hasta lo supino, Don Abel contesta comentarios sin divismo, soporta a los trolls, y hasta se mete por las noches en un facebook (El fogón criollo) para seguirla. A esta altura debe ser uno de los youtubers más viejos del mundo, pero no es de alardear: con que le den bola le alcanza. A veces se cuelga con algún paisaje que acaba de descubrir, o dedica todo un video a mostrar el patio de comidas de un casino de Las Vegas, sin ver en esto contradicción alguna con el ideario peronista. En todo caso la vida lo dejó bien parado, lo sabe y lo agradece.
Se le adivina a Don Abel un pasado ligado a alguna rama del arte, quizá a la plástica: en el pasado se ganó la vida como fotógrafo, y se nota en la buena elección de los encuadres y en lo bien que explota sus modestos recursos. En los primeros videos se lo veía con el cabello largo atado en una colita, y el semblante serio y apocado; después aprendió a soltarse y mejoró un poco la ferretería. Hace poco hizo un video inusual (“Caminando por el bosque y pensando en la patria lejana”) en el que en vez de enfrentar la cámara fija, se la carga al hombro en un único y extenso travelling por los senderos de su bosque favorito, mientras escuchamos su voz en off reflexionando sobre los caminos de la existencia, la manera de recorrerlos y aun inventarlos. Toda una perla de sabiduría lo-fi en donde la forma, como quería Hitchcock, no es mera ilustración del contenido sino que lo crea. Semejante inventiva sugiere un corazón de artista. En todo caso, que Reynoso siga proponiéndose desafíos bien entrados los ochenta, resulta no sólo motivo de envidia, sino una verdadera lección de vida y de resistencia.