El paro general no existe para los medios
Por Marcelo Massarino/El Furgón – “Nos mean encima y los medios dicen que llueve”, leemos en un graffiti. Escrito a mano alzada y con aerosol negro, lo vemos desde el colectivo. Sin embargo, ¿qué sucede cuando la prensa ni siquiera “dice”? La realidad ¿existe? ¿O se trata de un imaginario que sostienen, relato oficial mediante? ¿Vivimos una realidad paralela?
Clarín y La Nación en sus ediciones del domingo 24 de junio no dan señales del paro general del día siguiente. En el primero, ni una sola mención; en el segundo, apenas unas líneas perdidas en una nota sobre la Iglesia y la situación social. Para los editores de estos diarios la medida de fuerza no tendrá consecuencias políticas para el gobierno de Mauricio Macri. Sí destacan el crecimiento en las encuestas de la imagen presidencial, aún en el Gran Buenos Aires, donde la crisis y el desempleo golpean fuerte. Y conjeturan sobre las posibilidades del oficialismo en una primera vuelta electoral en 2019. Pero del 25 de junio, nada.
Nuestro mejor diario es la charla con amigos, con los compañeros de trabajo, en el diálogo circunstancial en el tren. Ahí confrontamos cuánto cuesta sobrevivir, cómo está el barrio, la manera que nuestros mayores estiran la jubilación para llegar hasta fin de mes, con menor cobertura de medicamentos y mayores precios. Sólo citamos un puñado de situaciones. Cada uno puede agregar a la lista una cantidad infinita de pesares y pocas alegrías, porque ni siquiera el fútbol nos da una mano.
El horizonte tiene aún más tempestades. El ministro de Producción Dante Sica quiere la reforma laboral para bajar costos en indemnizaciones y vacaciones; también impulsa cambios tributarios y previsionales que ajusten al pueblo y beneficien a las empresas. Para sostener este proyecto y compartir las pérdidas de popularidad con el sindicalismo, el macrismo condonó deudas de las obras sociales de “los gordos” por tres millones de pesos y asistió con cuatro mil quinientos millones de pesos a otras con problemas financieros. La próxima jugada será fusionar los servicios de salud sindicales para dejar en pie a 150 de las 300 obras sociales, siempre en favor de los gremios mayoritarios, aquellos que son sus interlocutores.
El paro de mañana tendrá como protagonistas excluyentes a los trabajadores y se avizora como una medida de fuerza que tendrá una adhesión notable, más allá de la paralización de los servicios públicos de transporte. Los sindicalistas “propios”, los que viajan a Europa con los gastos pagos y miembros del denominado “peronismo racional”, justifican el acompañamiento señalando que es “una válvula de escape” para una presión social que, si no sale por algún lado, los haría saltar por el aire. También están los Moyano que se sienten “perseguidos” y agitan la bandera de la lucha contra Macri. Los trapos los tenían guardados desde aquel acto en la porteña Usina del Arte que significó un espaldarazo para que el empresario y ex presidente de Boca Juniors llegara a la primera magistratura.
Macri y Moyano, juntos en 2015
Por abajo, casi desde el pie, hay un puñado de gremios que se animan a la disputa contra el Gobierno desde la Corriente Federal de Trabajadores, los movimientos sociales y de la “economía popular” y las dos CTA. El tiempo dirá si se trata de una estrategia hacia la interna de la CGT (Confederación General del Trabajo) o de una preocupación real por la situación. Como cada medida de fuerza, la izquierda, los sindicatos combativos y las comisiones internas antiburocráticas querrán marcar la cancha y decir que la calle es de ellos.
En el fondo de la pirámide están las bases, las mujeres y los hombres que la sostienen, los que cargan con el peso de la historia, la frustración del presente y la incertidumbre del futuro. Que el paro general del 25 sea el comienzo de una construcción colectiva que escriba el diario que cuente qué nos pasa, qué sentimos y por qué peleamos.
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Foto graffiti: Olga Berrios
Foto portada: Resumen latinoamericano