“Somos las nietas de aquellas brujas que no pudiste quemar”
Casi un millón de personas estuvieron ayer desde el mediodía convocadas a la vigilia en las afueras del Congreso, para esperar el resultado de la votación que dio la Cámara de Diputados por la aprobación de la ley del aborto legal, seguro y gratuito.
Por Fernanda Cartolano, especial para El Furgón – El frío que partía la cara fue interrumpido por el calor del amontonamiento en la calle Rivadavia.
La plaza de los Dos Congresos estaba vallada con la finalidad de dividir a dos sectores muy contrarios en lo que concierne a la salud y educación públicas.
Quienes se manifestaban por “las dos vidas” –en favor del aborto clandestino– quedaron sobre la calle Hipólito Yrigoyen. Eran muy pocos, se notaba, y su manifestación culminó temprano. Pero la marea verde copó el territorio, ya que era la primera vez que un reclamo histórico por los derechos de las mujeres se debatía en Diputados por su aprobación.
Anoche la Cámara inició el debate de votación por la legalización del aborto y el clima afuera era de felicidad para muchas. Esa felicidad era de quiénes portaban su pañuelo verde con orgullo porque, como una militante dijo, “me importa celebrar mi derecho”. Y lo demostró, quitándose la remera para transitar la calle en corpiño y con el torso escrito: “aborto libre, seguro y gratuito”.
Intensidad, oscuridad y brillo. Así era toda la calle que se colmaba de pibas desde avenida De Mayo, que regalaban arte al pasar, roce y sonrisas, cerveza, pucho y porro.
Y el grupo de amigas y amigos, cantándole a la iglesia católica, apostólica, romana: “le decimos que se nos da la gana de ser putas, travestis y lesbianas; aborto legal en cualquier lugar”.
Ya nadie se pone límite, el aborto en cualquier lugar orienta la mirada hacia la dimensión de que un derecho a decidir no debe ser condicionado o acotado bajo mandato de nadie, ni del Estado.
“Este es mi cuerpo y yo decido que el aborto sea legal/ Al patriarcado lo tiraremos junto con el capital”.
Manifestantes había por todas partes y en absoluto movimiento, porque así es el flujo de la vida y de la historia que nos trajo a este momento.
Recambio de personas hubo en forma permanente en esa columna de la calle Rivadavia, ahora bien llamada de la Ola verde. Habrá contenido a miles, a tantas como para pensar en el número más importante en la lucha feminista de nuestro país. Se contabilizó un millón, aproximadamente, de personas.
Estudiantes de las escuelas secundarias habían llevado todo para pasar la noche. Las tomas de los colegios de la Ciudad hicieron una pausa para poder quedarse a dormir en el medio de la calle. Compartían todo, mates, maquillajes, petacas, ropa, frazadas. La amistad adolescentey el amor entre ellas y ellos brillaba en sus ojos. La revolución hoy la firman así, cara al futuro.
El sol cayó y siguió con el desfile de personas. Al vallado que cerraba la plaza de los Dos Congresos, lo sacaron. La guardia y seguridad de la Defensoría del Pueblo tuvo que abrir esa parte porque Callao tenía a las personas como dentro de una lata de atún. Todas estaban apretadas, no sé podía entrar ni salir.
Pero claro, ahí estaba la pantalla dónde se podía ver el debate toda la noche y un escenario que subió a tantas bandas como dio el tiempo.
La vigilia era una gran fiesta murguera, rockera. “De esta joda no me olvido más”, expresó a sus amigas y amigos un chico trans.
Todo pintaba a ser inolvidable, las consideraciones se prestaban a la memoria del beso que dieron esa noche al pañuelo verde, a la pasada de humo de boca en boca, a la unidad al respeto y al compartir.
Mientras sonaban las cumbias de La Delio Valdéz, las bailarinas de la noche vaticinaban el resultado que, se estimaba, se daría a conocer a las 7 de la mañana (y que hoy conocimos a las 10).
“Que sea Ley, que sea ley/ arriba el feminismo que va a vencer/ que va a vencer”.
La madrugada rodeó al Congreso de fogatas y gente. Pasaron el frío, durmieron con la calidez de sus cuerpos amontonados y abrazados. Un ojo abierto y otro cerrado. Charlas entre grupos que se juntan con otros.
“¡Qué hermosa está juventud!”, gritó la señora de campera rosa, peinado ochentoso teñido de rojo con algunas mechas y glitter verde en sus mejillas. “Hermosa libertad que contagian”.
El protagonismo de la velada se lo llevó el feminismo y la juventud.
“Somos las nietas de aquellas brujas que no pudiste quemar”.
Ahora, el contorno de las caras es de una sonrisa y emoción sinceras. Reír, llorar y no poderlo creer. Después del miedo, después del dolor. A pesar de tanta violencia, el proyecto de ley por el aborto legal fue aprobado en Diputados.
La expectativa se orienta a seguir la militancia con esta misma fuerza para superar al Senado.
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Fotos de interior y portada: Laki Pérez
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