1º de mayo: Decir y hacer a la izquierda
- El autor de “El camino hacia Octubre” escribe sobre el 1º de mayo, día internacional de los trabajadores
Por Luis Brunetto/El Furgón – Hace apenas poco más de veinticinco años, después de la disolución de la URSS, las burguesías imperialistas se lanzaron a proclamar su triunfo irreversible. Como “final de la historia” se rotuló entonces a la victoria inapelable del capitalismo. La clase obrera fue a su vez declarada en proceso de extinción, tanto por los economistas burgueses como por el posmodernismo, expresión teórica de la victoria capitalista. Desterrada de la historia finalizada, convertidas sus conquistas sociales en “privilegios” que hacen sangrar los bolsillos de los contribuyentes, enterrada teórica y prácticamente, en tal estado el capital pretendía colocar a la clase trabajadora luego de su victoria “histórica”, a principios los ´90.
Enterrar a la clase obrera fue, seguramente, el propósito de todas y cada una de las masacres que, antes y después de la que costó la vida de los mártires de Chicago, guío la conducta de los burgueses. La misma que guio a los esclavistas romanos al castigar la insurrección de Espartaco, o a los ministros británicos que ordenaron la sangría de Peterloo, o a Thiers y los masacradores de la Comuna de París, o a los asesinos de la Patagonia y los Talleres Vasena.
Película “La Patagonia rebelde”, de Héctor Olivera
Pero, enterrada o declarada extinta, nuestra clase vuelve alzarse, mal que les pese a los proclamadores de su extinción o de su impotencia. Tan temprano como en 1995, la clase obrera francesa frenaba mediante un ciclo de luchas gigantescas, las reformas explotadoras que, por entonces, impulsaba el hasta ese momento poderosísimo Primer Ministro Alain Juppé. Tan temprano como en 1995, apenas cuatro años después de la disolución de la URSS, la clase obrera demostraba su vitalidad, golpeando en el corazón de Europa, la cuna del capitalismo.
Este 1° de mayo los trabajadores del mundo enfrentan un panorama enormemente complejo. Apoyado en la ausencia de corrientes de izquierda que expresen sus intereses, el capital promueve una ofensiva global tendiente a aniquilar todas y cada una de las conquistas de la clase obrera. “¡Di algo de izquierda!”, reclamaba Nanni Moretti ya hace muchos años al ex comunista D´Alema, en una de sus películas. Hoy lo mismo podría reclamarle a los izquierdistas de Syriza, de Podemos, o de sus sucedáneos de distintos lugares del mundo.
“Aprile”, película de Nanni Moretti
Nuevamente es la clase obrera francesa la que libra hoy un combate decisivo contra las reformas de Emmanuel Macron. Ferroviarios, obreros de la energía, estatales, jubilados y estudiantes, protagonizan combates en los que se juega gran parte de la suerte de las reformas que la burguesía necesita imponer. Pero Francia es sólo una parte: si bien allí se libran combates decisivos, el pueblo trabajador se halla en combate en todo el mundo. En todas partes, las clases populares del mundo libran luchas gigantescas contra un régimen que las empuja cada vez más a la miseria, la pauperización y la barbarie social.
Esa voluntad de lucha no encuentra, como dijimos, corrientes de izquierda de masas que la expresen. Sin ellas, las luchas obreras y populares pueden a lo sumo frenar, pero no pueden abrir el camino de una nueva sociedad, sin explotados ni explotadores, que elimine las lacras y las perversiones materiales y espirituales que el capitalismo produce, fetichísticamente envueltas en envase mercantil. Pero eso es resoluble. La voluntad de lucha de las masas, su comprensión empírica de que la vida bajo el capitalismo es insoportable, es la premisa del surgimiento de corrientes revolucionarias sólidamente unidas al pueblo trabajador. Por caso, en nuestro país, está planteada ya mismo la posibilidad de la construcción de una izquierda de masas.
Es que, como señalaron Marx y Engels, los enterradores somos nosotros.
- Foto de portada: Mural “1º de mayo”, de Ricardo Carpani